
El final de la escapada no acaba de llegar para siete mil extranjeros hacinados en Birmania. Se trata de personas de 29 nacionalidades, que hasta la semana pasada se dedicaban a la estafa telefónica y el ciberfraude. Según ellas, “bajo coacción”, en ciudades levantadas con fines delictivos junto a la frontera de Tailandia.
La misma que ahora se les resiste, pese a que la semana pasada se abrió, sin hacer preguntas, para la repatriación de más de seiscientos “liberados” chinos. También para 260 individuos de otras nacionalidades, cien de los cuales permanecen recluidos en un campo de la localidad tailandesa de Mae Sot, por demoras en la verificación. Países como Etiopía no cuentan con embajada en Bangkok.
La guerrilla avisa de que el nuevo cierre de la frontera tailandesa amenaza con crear una crisis sanitaria
En el lado birmano la situación es aún más explosiva y según el testimonio de un joven malasio, “los váteres y las duchas son ya inutilizables”. “Ayuda”, piden, “queremos volver a casa”. “Engañados” ya una vez para unirse a esta meca de la estafa telefónica, ahora se sienten estafados.
Pero no todo el mundo está ya tan seguro de que ahora sí digan la verdad. Se trata de individuos adiestrados en Birmania para embaucar por teléfono a incautos de sus respectivos países.
Hace cuatro semanas, la presión combinada de China, Birmania y Tailandia -que les cortó el suministró eléctrico- clausuró varias de estas centralitas delictivas, custodiadas por un grupo guerrillero budista, en general próximo a la junta militar.
Este grupo advierte ahora de una posible crisis sanitaria si Tailandia y otros países no alivian la situación de hacinamiento. El motivo alegado por Bangkok es el personal limitado para las labores de verificación. Fuentes birmanas hablan de 66 nacionalidades representadas en esta internacional del timo.
Las que ahora se amontonan en campos en el lado birmano serían siete mil, la mitad de los cuales serían chinos. A continuación estarían los vietnamitas y los indios, más de quinientos en cada caso.
De todos modos, fuentes indias estiman que otros mil quinientos de sus nacionales prefieren seguir haciendo el mismo “trabajo” en Birmania. En algunos casos se trata de individuos con antecedentes y juicios pendientes en India, aseguran.
También dicen que son muchos los que saben exactamente a lo que van, porque estos centros operan desde hace años y es el boca a oreja el que lleva a muchos a ponerse en contacto con reclutadores de su país. Otros, en cambio, acudieron por ofertas de trabajo de muy distinto orden.
La primera ministra tailandesa, Paetongtarn Shinawatra, dio la orden de actuar contra el ciberfraude justo antes de volar a Pekín, donde la esperaba el presidente Xi Jinping. También ha anulado dos millones de cuentas corrientes y otros tantos números de teléfono sospechosos.
Como sospechosos son los ingentes capitales detrás de centralitas y casinos, vinculados a Hong Kong, Macao y la diáspora. China es el país más esquilmado y no se anda con paños calientes. En los 16 vuelos chárter desde Mae Sot, por cada repatriado -esposado- había tres agentes de seguridad. Indonesia les da el beneficio de la duda y este viernes repatriaba a 84.