
Los grandes bancos mundiales han iniciado una carrera por unificar esfuerzos y crear una stablecoin que sirva de referencia en los mercados internacionales. No solo quieren competir con iniciativas como el euro digital, sino también con las divisas digitales que otras entidades y grupos tecnológicos están poniendo en marcha. En la nueva batalla participan bancos españoles con intereses contrapuestos.
Las stablecoin están diseñado para mantener un valor estable, a menudo apoyado en divisas convencionales, con el objeto de servir de reserva digital, frente a los productos más volátiles. Tienen a su favor que pueden usarse con más facilidad en pagos online y transacciones transfronterizas; en contra, que no entusiasman a los reguladores.
El último movimiento se conoció este fin de semana y es el que, por el tamaño de los bancos, puede resultar más transformador. El Santander se ha unido a Bank of America, Barclays, BNP Paribas, UBS, Citi, Deutsche Bank y Goldman Sachs para estudiar la emisión de una criptodivisa basada en blockchain que replique el comportamiento de las monedas del G7. También participan el banco japonés MUFG y el canadiense TD Bank.
Este anuncio se produce semanas después de que a finales de septiembre se diese a conocer el lanzamiento del primer gran consorcio de bancos europeos dispuestos a crear una stablecoin. Liderado por ING y Unicredit, cuenta entre sus componentes con CaixaBank, además de otras entidades como Banca Sella, KBC, DekaBank, Danske Bank o Raiffeisen Bank.
De forma independiente, otras grandes entidades europeas también han dado pasos en esta dirección, aunque por ahora en solitario. Société Générale ha abierto una nueva división dedicada a proyectos de este tipo y el BBVA, que fue el primero en España en lograr la licencia para gestionar criptopactivos, también estudia la emisión de una stablecoin propia.
BNP, Unicredit o ING participan en Europa en esta particular batalla
En un comunicado, el grupo de bancos en el que participa el Santander asegura que ya está en contacto con los supervisores de los países en los que operan para poner en marcha el proyecto. El objetivo es “explorar si una nueva oferta para toda la industria podría aportar los beneficios de los activos digitales y mejorar la competencia en todo el mercado”. Por el momento, el proyecto está en fase preliminar.
En un informe, Citi cita a las stablecoin como el instrumento que “encenderá el cambio” hacia un sistema de pagos completamente digital. “La adopción institucional se está acelerando”, avisa. Su previsión es que este año se emitan stablecoin por importe de 280.000 millones de dólares y que el mercado alcance los 1,9 billones.
El surgimiento de las stablecoin coincide en un momento en el que “la histórica supremacía del dólar estadounidense como divisa de reserva global está cada vez más cuestionada”, indica en un informe Claudio Wewel, estratega de divisas en J. Safra Sarasin Sustainable. Desde su punto de vista, hay una oportunidad en Europa para reforzar su autonomía a través del impulso del euro digital.
La iniciativa no gusta a los bancos centrales
Por el momento, cerca del 90% de las transacciones de stablecoin se encuentra vinculada al mundo de las criptomonedas. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, avisó en junio de los riesgos que las stablecoin pueden suponer para el sistema financiero, y el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, ha enviado un mensaje parecido a los bancos locales.
El gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, ha defendido el euro digital y criticado “la privatización del dinero” por los riesgos que comporta. “Podemos volver al siglo XIX, como en las películas del Oeste, donde veíamos que los bancos emitían dinero y aquello terminó como el rosario de la aurora”, aseguró en una entrevista con Radio Nacional en septiembre.