Los incendios reavivan el Lexit

“El mejor ejemplo de que Castilla y León no funciona son los incendios”. La frase, pronunciada al calor extremo de una España en llamas, retumbó en el último pleno de Berlanga del Bierzo, una pequeña localidad de la comarca leonesa bañada por el Sil. El alcalde socialista, César Álvarez, defendía de esta manera la adhesión de los ediles de su grupo a una moción para defender la creación de una comunidad autónoma leonesa, convirtiendo a su municipio en el número 74 en hacerlo.

Un año atrás, la Diputación de León había aprobado, con los votos del PSOE y Unión del Pueblo Leonés, una moción similar, instando a “iniciar los trámites” para crear “la autonomía de la región leonesa”, una comunidad a tres que incluiría las provincias de ­León, Zamora y Salamanca. Ahora, de manera sintomática, la reivindicación vuelve a asomar en el contexto de la gestión de los incendios que asolan España y en medio de reproches a la Junta de Castilla y León.

La despoblación, un factor que ha favorecido los fuegos, es la gran preocupación del leonesismo

“Atendiendo a la cuestión de los incendios, las provincias más afectadas de la comunidad son siempre León, Zamora y Salamanca, a las que en algunos casos se suma Ávila. Vivimos en una comunidad que funciona a dos velocidades. En el caso de Castilla, al menos marcha hacia delante, mientras que en la región leonesa tenemos la peor evolución socioeconómica de Europa”, explica Carlos Salgado, presidente de Unión del Pueblo Leonés.

Esta reivindicación de una comunidad diferenciada, no en vano, se cimenta fundamentalmente sobre argumentos de carácter socioeconómico y de gestión. “Existe una base histórica que tiene que ver, en su origen, con la conformación del Reino de León y con la división provincial de 1833, que crea las provincias y regiones. Fruto de esa base histórica, hay también una base identitaria y una falta de arraigo con respecto a la comunidad, que no deja de ser la suma de dos realidades. Y, sobre todo, existe la sensación de que nos está yendo muy mal dentro de Castilla y León”, añade.

Desde las filas del leonesismo se refieren a la actual comunidad de nueve provincias en términos como “conglomerado”, “engendro” o “híbrido” y subrayan que su gran extensión, “superior a la de Portugal”, está planteando problemas de gestión. En este punto, afloran las referencias a su origen en la transición, donde sitúan el pecado original.

De un lado, se alude a cómo Rodolfo Martín Villa, ministro de Administración Territorial en aquellos años clave, abortó de manera decidida la posibilidad de una autonomía asturleonesa a partir de un cálculo político. “Demasiados mineros de izquierdas juntos”, decía. De otro, se subraya cómo las fuerzas que venían del régimen buscaron crear “un gran eje central frente a las periferias”. Así lo explica el sociólogo y politólogo Alberto Zamorano: “Fue una apuesta del nacionalismo español para sumar poder frente a los nacionalismos periféricos vasco y catalán. Se buscó, además, potenciar un núcleo central conservador. Las primeras elecciones de Castilla y León han sido las únicas que ganó el PSOE, gracias a su fuerza en la región leonesa”.

Zamorano es un experto en el fenómeno de la despoblación, a su juicio, el factor que más está lastrando a las provincias de León, Zamora y Salamanca: “El leonesismo bebe de una brecha que se ha originado desde la creación de la comunidad. Antes de la consolidación de la autonomía en los años noventa, la región leonesa y Castilla estaban a la par en prácticamente todos los indicadores. Desde entonces, la brecha ha aumentado a un ritmo exponencial. Por citar un dato, la región leonesa ha perdido 180.000 habitantes desde 1983; Castilla, solo 6.000”.

Esta despoblación repercute en la caída del PIB, la falta de empleo, la falta de inversión pública y se ha convertido también en uno de los factores que explica la proliferación de incendios. Nueve de cada diez municipios afectados por los fuegos sufren la despoblación y, en consecuencia, la falta de cuidado del medio rural.

“La brecha en España no es norte-sur, sino una diagonal que cruza España del noroeste hacia el sudeste. Y la región leonesa queda justo debajo de esa línea que también divide en dos la comunidad. El auge del leonesismo no se entiende sin atender a este factor”, concluye Zamorano.

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