Los kurdos de Siria se preparan para una ofensiva turca en el noreste

Los kurdos de Siria, que controlan un 30% del territorio en el noreste del país, se preparan para una ofensiva de Turquía sobre la ciudad de Kobane, que puede ser “inminente”. Citando fuentes de altos funcionarios estadounidenses, The Wall Street Journal informó ayer que Turquía y sus milicias aliadas están acumulando tropas y artillería en la frontera, con presencia de comandos uniformados turcos, en preparación de una incursión “a gran escala” en la ciudad de mayoría kurda. Escenario de la victoria sobre el Estado Islámico en el 2014, Kobane tiene un gran valor simbólico para los kurdos, que en aquella batalla lograron cambiar el curso de la guerra contra el califato, con apoyo aéreo de EE.UU. Es también del lugar natal del comandante de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), Mazlum Abdi.

“Estamos listas para luchar”, declaraba ayer a este diario Rohlat Afrin, comandante jefa de las YPJ, la rama femenina de las Unidades de Protección del Pueblo kurdo (YPG), principal componente de las FDS, desde la nueva base central de la milicia en Hasakah. Las YPJ, al igual que las YPG, han movilizado unidades hacia Kobane.

“Preparamos una delegación para Damasco, EE.UU. nos amina a ello”, dicen en la administración kurda

En las últimas semanas, mientras los islamistas de HTS (Organización para la Liberación del Levante) avanzaban hacia Damasco y hacían caer el régimen de Bashar el Asad, las milicias rebeldes del Ejército Nacional Sirio, apoyadas por Turquía, han lanzado ataques sobre el territorio controlado por los kurdos. Les han arrebatado las localidades de Tal Rifaat y Shehba, en el norte de Alepo, y de Manbij, al suroeste de Kobane, provocando la huida de decenas de miles de personas, en su mayoría kurdos pero también árabes que colaboraban con la administración autónoma de facto en el noreste de Siria, en lo que los kurdos llaman Rojava.

Desde el 2016, Turquía ha llevado a cabo varias ofensivas contra las YPG, que Ankara considera una extensión del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). La fotografía de su líder, Abdulah Oçalan, en una cárcel turca desde 1999, es omnipresente en la región. La obsesión del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, es lograr una franja de 30 kilómetros junto a la frontera “limpia de terroristas”.

Los kurdos han contado hasta ahora con la protección de Estados Unidos, que los considera una pieza clave en la lucha contra el yihadismo. Las FDS custodian las prisiones, con unos 9.000 combatientes extranjeros del Estado Islámico capturados además de dos enormes campos de mujeres y niños. “Todo el foco está puesto en los hombres pero las mujeres en estos campos se han convertido en las verdaderas guardianas de la ideología yihadista, sus transmisoras. La radicalización de los niños es terrible”, explicaba ayer una miliciana de las YPJ que trabaja en el campo de Al Hol.

Los estadounidenses tienen en territorio kurdo varias bases militares y unos 900 soldados que el presidente, Joe Biden, ha dicho que se quedarán para “asegurar la estabilidad en el este de Siria”. Una situación de guerra y caos en el territorio supondría una oportunidad de oro para las células durmientes del EI. No es un miedo infundado. En el 2022, decenas de presos lograron escapar después de un ataque coordinado a una prisión.

La llegada en enero de Donald Trump a la Casa Blanca, que ha dicho que esta no es la guerra de Estados Unidos, se cierne sobre Rojava. En el 2019, durante su primer mandato, Turquía lanzó una ofensiva e invadió una franja en el norte del país. En los últimos días, los estadounidenses han mediado entre las FDS y las milicias de rebeldes proturcos para evitar una escalada en Kobane. El pasado fin de semana, tropas estadounidenses fueron desplazadas a la ciudad e izaron su bandera en la sede de la administración autónoma. Pero el lunes las conversaciones para un alto el fuego fracasaron, según anunciaron las FDS, que dijeron que su oferta de desmilitarizar la región, a cambio de un compromiso de que la ciudad no sería atacada, fue rechazada por el Ejército Nacional Sirio.

Otra incógnita es cómo reaccionarán las nuevas autoridades islamistas en Damasco si Turquía lanza una ofensiva sobre territorio sirio. “En esta nueva era, la organización terrorista PKK/YPG desaparecerá tarde o temprano de Siria. El nuevo gobierno sirio lo desea tanto como nosotros”, ha declarado el ministro turco de Exteriores, Hakan Fidan. La sintonía entre Ankara y el HTS es evidente. Los turcos no han participado directamente en la caída de El Asad, pero mantienen relaciones desde hace años con el HTS, que nació como un grupo vinculado a Al Qaeda. Pocos días después del derrocamiento, el jefe de la inteligencia de Turquía se reunió en Damasco con el líder del HTS, Abu Mohamed al Yulani. El Gobierno turco ha dicho que está “listo” para ofrecer ayuda militar al nuevo gobierno.

También los kurdos han mandado señales conciliadoras a Al Yulani, a pesar de la aprensión que provocan los islamistas en el movimiento político kurdo. “Estamos preparando una delegación para enviar a Damasco. Tenemos petróleo y recursos en nuestro territorio y es necesario que tengamos discusiones económicas y políticas con el nuevo poder. Estados Unidos nos anima a que lo hagamos”, afirma una fuente de la administración autónoma.

“Todas las operaciones militares deben detenerse. Este país necesita iniciar un diálogo y no va a haberlo hasta que se detengan las operaciones militares”, afirmaba la kurda Evin Siwas, copresidenta de la administración autónoma, en una entrevista el lunes en la ciudad de Raqa.

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