Los solaneros se volcaron con San Bartolo

Ni tanto calor como el día anterior ni tanto fresco como el posterior. Los hosteleros de la Plaza Mayor tuvieron al clima como uno de sus aliados para convertir a San Bartolo-2023 en un nuevo éxito. Se podía disfrutar tomando algo bajo una sombrilla sin cocerse (como hubiera ocurrido en los días previos) o chapotear en los castillos de agua sin helarse (como hubiera ocurrido al día siguiente). Por eso, la plaza y sus inmediaciones lucían repletas el sábado 26 de agosto. A mediodía y por la noche. Lo que comenzó como un experimento se ha convertido en una tradición.

“En otros sitios dan más ‘guerra’, pero aquí los niños se portan bien”, nos decía Carlos Quintana, de Multiocio Santa Cruz, la empresa que montó los castillos hinchables para la ocasión. Y mientras los peques jugaban ajenos a lo demás, sus padres buscaban algo para comer, o para beber. Javier y José Francisco aguantaban el calor bajo los soportales mientras cocinaban chorizos, morcillas, tocino y pinchos. “Es un buen día para darle visibilidad a una de las mejores plazas de la provincia, por no decir la mejor”.

Mientras, Isidro Pinteras daba vueltas con su trenecillo, una y otra vez lleno para la correspondiente ‘visita panorámica’ de la ciudad, y la Charanja Mecánica de Membrilla amenizaba la fiesta yendo de un sitio para otro. “Ya vinimos el año pasado y aquí la gente siempre es muy animada”, aseguraba Marta Maroto, una de sus componentes.

Eran las 2,30 de la tarde, más o menos, y la plaza era un hervidero. La gente se agolpaba pidiendo en las barras de los bares, los camareros corrían y algunos clásicos aprovechaban para hacer un ‘agosto’ en agosto. Por ejemplo, Paco Lara Araque, garbancero de cuna, que ponía sus cestos a la entrada de la calle Sagrario, como de costumbre. “Está bien que se hagan estas cosas porque el caso es que salga la gente”. Lleva más de una década llenando bolsas de ‘alcagüetes’, kikos, guijas, garbanzos y chufas, una tradición que sigue por dos razones. Una tiene más peso: “Los cheches se venden solos”. La otra es más sentimental: “Lo he vivido en la familia y te tiene que tirar”.

Ya por la noche, y mientras el cielo enviaba pequeñas andanadas de lluvia –sin importancia-, los solaneros de Al son celeste y Paco Lanzarote ambientaban con su música una plaza que volvía a aparecer hasta la bandera. Una vez más, San Bartolo triunfó. El año que viene, más.

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