
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha anunciado que responderá de manera recíproca al nuevo arancel del 50% impuesto por su homólogo estadounidense, Donald Trump, a cualquier importación desde el país latinoamericano. En la nueva fase de su guerra comercial contra el mundo, el republicano envió ayer una carta a Lula, publicada también en sus redes sociales, en la que amenazó con imponer este nuevo gravamen a partir del 1 de agosto si sigue en pie el juicio al opositor Jair Bolsonaro por su participación en el golpe de Estado del 2023 tras su derrota electoral. Se espera que la sentencia llegue en torno al mes de septiembre y la fiscalía pide hasta 43 años de prisión.
Lula ha respondido con un mensaje publicado a través de sus redes sociales, en el que denuncia la interferencia de Trump en la política y el sistema judicial interno de su país. “Brasil es un país soberano con instituciones independientes que no aceptarán ser controladas por nadie”, le recuerda el presidente. “El proceso judicial contra quienes planearon el golpe de Estado es de exclusiva responsabilidad de la Justicia brasileña y, por tanto, no está sujeto a ningún tipo de interferencia o amenaza que viole la independencia de las instituciones nacionales”.
Además, el presidente también desmonta otra de las justificaciones citadas por Trump para imponer el nuevo arancel: la existencia de un déficit comercial con Brasil. “La información sobre el supuesto déficit estadounidense en la relación comercial entre Brasil y Estados Unidos es falsa. Las propias estadísticas del gobierno estadounidense demuestran un superávit de 410 mil millones de dólares en el comercio de bienes y servicios con Brasil en los últimos 15 años”. Por eso, “cualquier medida de elevación unilateral de tarifas será respondida a la luz de la Ley de Reciprocidad Económica brasileña”.
La carta enviada por Trump forma parte de la larga lista de misivas enviadas esta semana a los líderes de una veintena de países extranjeros, en los que anuncia los nuevos aranceles que serán de aplicación a partir del 1 de agosto si no se alcanza antes un acuerdo comercial o se actúa para solventar las quejas de la Casa Blanca. Los mal llamados “aranceles recíprocos”, anunciados por Trump el 2 abril y luego pospuestos tres meses tras su anuncio de una tregua comercial de 90 días, iban a entrar en vigor este miércoles, pero el presidente los volvió a retrasar otras tres semanas, hasta el comienzo del próximo mes.
Desde entonces, en todas las cartas que ha enviado anunciando los nuevos tipos arancelarios, se menciona el déficit comercial como el principal argumento para imponer gravámenes. Pero, en el caso de Brasil Trump ha cruzado una línea al buscar cambios no solo en la política del país, sino en un proceso judicial en marcha contra su aliado. “La forma en que Brasil ha tratado al expresidente Bolsonaro, un líder muy respetado durante su mandato, incluso por parte de Estados Unidos, es una vergüenza internacional”, escribió Trump en su carta. “Este juicio no debería estar en marcha. ¡Es una caza de brujas que debe terminar INMEDIATAMENTE!”.
El arancel del 50% es el más elevado anunciado en la última andanada arancelaria del presidente, a la que el miércoles se sumaron también Filipinas (20%), Libia (30%), Irak (30%), Argelia (30%), Moldavia (25%), Brunéi (25%) y Sri Lanka (25%). El lunes, castigó a otros 14 países, incluidos algunos de sus aliados, como Japón o Corea del Sur (25%), así como Sudáfrica (30%), Myanmar y Laos (40%), entre otros.
En el caso de Brasil, aunque no se menciona directamente en la carta enviada por Trump, también se justifica por su pertenencia a los BRICS, una asociación a la que el presidente anunció que castigará con “un arancel ADICIONAL del 10%” por sus “políticas antiestadounidenses”. El republicano quiere cortar el crecimiento de esta alianza de 11 países, entre los que se incluyen China e India, y su competición económica contra el dólar estadounidense.
Pero el intento de interferir en el juicio de Bolsonaro es el principal motivo de preocupación de Lula, así como un aviso a otros países cuyas políticas o procesos judiciales no se alineen con los intereses de Trump. Tras perder las elecciones del 2022, Bolsonaro lideró un complot golpista parecido al asalto al Capitolio que se había producido el año anterior en EE.UU., cuando cientos de seguidores de Trump, incendiados por la mentira sobre un supuesto fraude electoral, entraron en la sede del poder legislativo en Washington.
Si bien Trump fue imputado por aquellos hechos, no llegó a producirse ningún juicio, pues la jueza Tanya Chutkan finalmente lo desestimó a petición del fiscal especial Jack Smith tras la victoria del republicano en las elecciones presidenciales del pasado noviembre. En Brasil, en cambio, ese proceso sí ha avanzado, y Bolsonaro y otros exfuncionarios enfrentan cargos de conspiración para el golpe, asociación ilícita armada, asesinato y daños a la propiedad, por los que la fiscalía pide hasta 43 años de prisión.