Madrid crece y succiona. La Comunidad de Madrid sobrepasa ya los siete millones de habitantes y genera el 19,6% del Producto Interior Bruto español, casi un punto por encima de Catalunya, que aporta el 18,8% a la riqueza general del país, un porcentaje que ha sufrido escasas modificaciones desde la aprobación del Plan de Estabilización de 1959. Madrid ha acelerado hacia arriba, Catalunya se mantiene más o menos estable en términos proporcionales, pero pierde renta per capita en la medida que ha ganado población. Otras comunidades han visto descender claramente su participación en el PIB español, como es el caso de Castilla y León y el País Vasco.
La novedad morfológica de España es Madrid. La capital política y administrativa del país se está consolidando cada vez más como una potente capital económica que atrae inversiones extranjeras de muy distinta procedencia, multimillonarios latinoamericanos y centenares de miles de inmigrantes, la mayoría de ellos latinoamericanos. Según los últimos datos demográficos reportados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), uno de cada siete habitantes de la Comunidad de Madrid nació en Latinoamérica. Madrid está adquiriendo cada vez más singularidad en el mapa de España. Madrid es en estos momentos el área metropolitana con mayor poder político en Europa.
Madrid no es una región, es un área metropolitana con poder legislativo, el área metropolitana con más poder político en Europa
Si examinamos la evolución de las economías regionales en España desde 1959, la magnitud del fenómeno se capta en toda su dimensión. 1959 es una buena referencia, puesto que aquel año el régimen franquista puso fin a la economía autárquica –que estuvo a punto de conducir el país a la suspensión de pagos-, con la aprobación del célebre Plan de Estabilización, aconsejado por Estados Unidos y llevado a cabo por el ala tecnocrática del régimen. Se devaluó la moneda, se abrieron las puertas a los capitales extranjeros, se fomentó el turismo, se intentó industrializar un país atrasado, con una fuerte dependencia del petróleo de Oriente Medio, y se acabó de mecanizar el campo, fomentando una masiva inmigración a las grandes ciudades y al exterior (Alemania, Francia y Suiza, entre otros países).
En 1959, Catalunya tenía la economía más dinámica de España, con una cuota del 18,9% del PIB, prácticamente el mismo porcentaje que en la actualidad. En realidad, la aportación catalana a la riqueza nacional española se ha mantenido muy estable en los últimos 65 años, con pequeñas oscilaciones entre el 18% y el 19%, alcanzando el 20% a principios de los años sesenta, como consecuencia del citado Plan de Estabilización, en cuyo redacción tuvo un importante papel el economista catalán Joan Sardà Dexeus, a la sazón director del servicio de Estudios del Banco de España. En el año 2000, Catalunya seguía generando el 18,9% del PIB, una décima más que ahora. Estabilidad y estancamiento. En el 2000, Catalunya contaba con 6,2 millones de habitantes y ahora tiene ocho millones.
La aportación catalana a la riqueza nacional española se ha mantenido muy estable en los últimos 65 años
Si nos atenemos a las cifras absolutas, la gran novedad es Madrid. A finales de la década de los cincuenta, el Madrid capitalino, gris y funcionarial generaba el 12% de la riqueza nacional española, por detrás de Catalunya y Andalucía. Hoy la provincia de Madrid, reconvertida en comunidad autónoma, genera casi el 20% del PIB español. Andalucía (13%) y las tres provincias valencianas se mantienen estables, con una cierta oscilación a la baja en el caso valenciano. El industrioso País Vasco está perdiendo peso. En 1959, la economía vasca significaba el 7,4% del total español y en estos momentos ha descendido al 5,8%. Pese a mantener una elevada renta per capita, la economía vasca pesa menos en el conjunto español. Otro tanto ocurre con Castilla y León, antaño el granero de España. La antigua Castilla la Vieja representaba en 1959, el 8,3% del PIB, reducido hoy al 4,8%. Es el peaje de la despoblación. El fuerte crecimiento de Madrid va acompañado de la despoblación de extensas áreas de la España interior. Madrid crece, pero no articula el territorio cada vez más extenso que se halla bajo su influencia. Madrid crece y succiona lo que tiene a su alrededor en varios centenares de kilómetros a la redonda.
Durante la transición se habló de la posibilidad de crear una región Centro que reuniese Madrid y las provincias de su ámbito más inmediato de influencia (Guadalajara, Toledo, Segovia, quizás Ávila). Fue una propuesta del Partido Comunista de España, aquel PCE eurocomunista que no sólo se ocupaba de las grandes proclamas ideológicas. Una propuesta que no prosperó, porque UCD quería dos grandes comunidades rurales (Castilla y León y Castilla-La Mancha) que actuasen de contrapeso político y electoral de Catalunya y el País Vasco. Y el PSOE no quiso complicarse la vida. Madrid nació como comunidad autónoma uniprovincial por exclusión de otras posibilidades. Esa región Centro sería hoy mucho más grande. En términos materiales, la planta autonómica de 1978 se halla superada.
Madrid reclama ahora la dirección política del país, hoy en manos de una alianza periférica
Madrid, crece, succiona y reclama la dirección política del país, hoy en manos de una alianza periférica, muy influida desde Barcelona, por Junts, por ERC, y también por el peso del PSC en el socialismo español. El Gran Madrid, la concentración de poder que se visualiza en el interior de la M-30, acumula activos económicos pero desde hace seis años no tiene el BOE. Esa es una de las claves del momento político español. Un país cuya capital quiere tener dentro de quince años la fuerza de París en Francia. Madrid acaba de superar los siete millones de habitantes y puede llegar a diez en los próximos quince años.
En 2025 tendremos que hablar largo y tendido de Madrid DF.