Marruecos, el vecino del Sur, está cobrando un renovado protagonismo político, estratégico y por tanto también económico.
Mantiene una estrecha relación estructural con EE.UU., bajo cuyo paraguas se cobija para acometer contenciosos con terceros países, como por ejemplo España y se ofrece como puente entre Europa y el continente africano. El tópico lo encasilla en un modelo económico de exportación de productos agrícolas y materias primas como el fosfato, con altos niveles de pobreza y alejada de las prácticas democráticas occidentales, pero que sigue siendo un polo de atracción para los capitales que buscan bajos costes laborales, en torno al 20% de los españoles.

El llamado “grupo de Harvard”, un colectivo de empresarios y hombres de negocios aglutinados alrededor del profesor del Iese Pedro Nueno
Pero a la sombra de esa visión, avanza una economía en rápido desarrollo, que potencia su turismo, juega un papel financiero relevante en el continente africano, se moderniza con nuevas inversiones en infraestructuras y desempeña un rol creciente en el tablero de la política mundial.
Su estabilidad política, sin embargo, debe matizarse por el conflicto que mantiene abierto con el Frente Polisario y Argelia, su poderos vecinos, por el control del Sahara occidental.
El grupo de Harvard, que encabeza el profesor Pedro Nueno, ha decidido acudir este año a Marrakech, uno de los centros turísticos del país, para sondear la realidad de la economía de este país del Magreb, el occidente africano. Marrakech es uno de sus centros turísticos, polo de atracción de nómadas digitales y jubilados del norte de Europa y EE.UU. el país padece importantes problemas de corrupción política y administrativa, al tiempo que el narcotráfico, primero nativo, ahora colombiano, carcome sus estructuras.
Próximo a Trump, amable con Israel y con un ojo a Europa: Rabat juega a muchas bandas a la vez
El propio papel de la monarquía, como clave del orden político, pero también como operador económico, a través de la propiedad más o menos encubierta de muchos operadores clave, reduce la visibilidad y transparencia de su funcionamiento.
Imed Laiti, director de Expert Medical Opinion Morocco y también multifacético y experimentado consultor empresarial, y que ha acompañado, desde los tiempos del president Jordi Pujol, a numerosas empresas catalanas y españolas durante su desembarco en el país, con centros operativos en Marruecos, Málaga o Girona –esta última su residencia habitual– hace un diagnóstico sucinto de la realidad marroquí.
“El país mantiene una relación privilegiada con EE.UU. –en estos meses se están desplegando unas impresionantes maniobras militares conjuntas en el marco de las ejercitaciones African Lion– puesta de manifiesto con el reconocimiento de Donald Trump, ya durante su primer mandato, de las principales aspiraciones de Marruecos sobre el Sahara occidental”, señala.

Arriba, Jordi Cabrafiga (Leitat Technological Center), Arantxa Calvera (directora Agència Catalana de Turisme) e Ildefonso García Serena (consejero delegado de GRM)
Ese movimiento se produjo en el contexto de los llamados acuerdos de Abraham de 2020, en los que Marruecos restableció relaciones diplomáticas con Israel. “Mohamed VI siempre ha reservado papeles relevantes como asesores a representantes de la comunidad judía, una de las más numerosas del mundo”, señala Laiti. Israel es uno de los principales inversores en el país. A la que se suman, China, que está construyendo un campus tecnológico de 700 hectáreas cerca de Rabat y una sostenida presencia de empresas japonesas.
Fátima Lahlou, de African Partners, asesoría de inversión en Marruecos, destaca algunas de las claves operativas de Marruecos: precios estables, 2% de inflación anual desde el 2009; una divisa, el dirham, sin oscilaciones desde hace 25 años, 11 por cada euro y libremente convertible para los inversores extranjeros; tratados de doble imposición fiscal con más de cincuenta países; libre repatriación de beneficios y sin necesidad de contar con un socio local para operar en el país. Y acuerdos de libre comercio con distintas áreas y países que facilitan los intercambios con mercados que agrupan a unos 2.500 millones de personas.
El país ofrece libre repatriación de beneficios y sin tener que contar con un socio local para operar
En el ámbito de las infraestructuras, destaca la desarrollada red de alta velocidad ferroviaria que une Tánger, Casablanca y Rabat y que acabará conectando también Marrakech y Agadir.
Los empresarios catalanes y españoles juegan un papel destacado en esa evolución de Marruecos, no en balde son los primeros inversores industriales extranjeros en el país, un proceso que arrancó hace ya muchos años con las empresas textiles. Muchos lo hacen también ahora, pero sigilosamente, no quieren ser acusados en el país de origen de exportar puestos de trabajo, deslocalizar.

A la derecha: Lidan Qi (Puente China), Antoni Garrell (presidente de HM Hospitals), Francesc Fajula (Mobile World Capital) y Fernando Casado (presidente Asepeyo)
Los sectores hacia los que se dirige esa inversión más especialmente son el de componentes del automóvil, farmacia e ingeniería. Mención aparte requiere el sector turístico, Marruecos recibió el año pasado más de 8 millones de visitantes extranjeros, más otros tantos nacionales pero residentes en el exterior. Las grandes cadenas hoteleras españolas, desde Barceló a Meliá o NH, ya están presentes en el país. También hay empresas españolas de gestión de residuos.
Fernando Casado, presidente de Asepeyo y de la Fundación Formación y Futuro, con experiencia en el país, asesoró en los años sesenta a su naciente industria turística, advierte que “Marruecos es un país que debe tomarse con calma, los primeros años nunca son buenos, excepto en el sector hotelero. Es problemático en términos de regulaciones, el registro sanitario, por ejemplo, las autorizaciones tardan hasta dos años, pero si se persiste, acaba ofreciendo buena rentabilidad”.

Manel Pérez, Josep Maria Romances (Closa Capital), Jordi Cebrián (Areafar) y Columna Martí
Antoni Garrell, presidente de HM Hospitals de Catalunya, señala que “hay otros datos de Marruecos que no invitan a ser tan optimistas, sus índices de pobreza, muy altos, el bajo nivel salarial, especialmente el mínimo, la emigración, que sigue siendo alta” y se pregunta “¿qué ha cambiado en el país en los últimos 25 años?. El modelo sigue siendo el de los bajos costes, poco valor añadido y baja productividad. Los empresarios tenemos que plantearnos si invertir en el país sirve para transformar el país”.
Le replica Imed Laiti, quien reconoce que “el país sigue teniendo grandes problemas de funcionamiento administrativo, aunque se han reducido y encontrar el interlocutor adecuado sigue siendo muy importante y una de las claves a la hora de tener éxito en los negocios, pero también tiene elementos de cambio y progreso. La primavera árabe, que desestabilizó todo el norte de África, no se propagó a Marruecos, en gran medida porque algunos de los productos de primera necesidad de la población, como el gas o la harina, cuentan con elevadas subvenciones, de hasta el 50% del precio. Aunque hay que reconocer que el equilibrio es frágil. Este año, Mohamed VI tuvo que prohibir el sacrificio durante la tradicional fiesta del cordero, el 7 de junio, porque la sequía provocó un encarecimiento tan descontrolado que las desigualdades que iban a ponerse de manifiesto habrían generado mucha tensión”.
Josep Maria Romances, consejero delegado de Closa Capital, firma asesora de empresas familiares, sostiene que “el actual Marruecos se podría comparar con la España de los años sesenta, con crecimientos espectaculares y creación de nuevos mercados. Es una oportunidad excelente para las empresas”.

Ildefonso García Serena, publicista y ceo de GRM, matiza esa aproximación y cree que “el actual Marruecos tiene algunos activos que superan incluso los actuales españoles, entre ellos reseña especialmente el factor demográfico, en el que España, como el conjunto de Europa, se ha instalado en un marcado declive con graves consecuencias económicas y políticas, sobre todo en lo que se refiere a la política hacia la gente joven. Marruecos, dentro de sus posibilidades, desarrolla, por ejemplo, una política pública de vivienda ofreciendo pisos a precios de en torno a los 25.000 euros que aún siendo altos para el nivel económico de la población, son asequibles y representan una salida. En España, en este aspecto, la política está fracasando”.

Jordi Cabrafiga, Arantxa Calvera e Ildefonso García Serena
También hay ámbitos que empujan hacia una mayor cooperación de Marruecos con Europa y especialmente con España. “Además del factor migratorio y los intercambios económicos. Uno de ellos es el cambio climático y sus efectos sobre el turismo, donde las respuestas ya no son nacionales”, señala Arantxa Calvera, directora general de la Agència Catalana de Turisme, que aprovecha para resaltar que “el turismo es un factor de desarrollo económico y motor de acompañamiento y tractor de inversiones en otros sectores y esa debe ser la visión a aplicar a la hora de planificar la estrategia de política turística”.
Jordi Cabrafiga, máximo ejecutivo de de Leitat Technological Center, empalma el razonamiento anterior señalando que “pese a ser un país mucho más desarrollado que su entorno y de lejos el más estable políticamente, la dependencia actual del modelo económico marroquí del uso intensivo de recursos naturales, en especial el agua; un 13% de su PIB y el 20% de sus exportaciones proviene de la agricultura, pero en ese sector está entre el 30 y el 40% de su población activa. Un desequilibrio entre peso económico y ocupación que pone de manifiesto el reto que afronta el país y explica la presión migratoria y de la que la economía española lleva décadas beneficiándose.”. Laiti matiza que se está produciendo un cambio cultural, por ejemplo con la disminución de los matrimonios y el aumento de los divorcios, que pueden solicitar las mujeres libremente, que podría estar anticipando un cambio de las tendencias demográficas”.

Del lado de los más optimistas se pronuncia Francesc Fajula, consejero delegado de Mobile World Capital Barcelona. “Marruecos me ha sorprendido en sentido positivo. Su economía ha compensado la baja productividad con la diversificación. En parte está fuera de las grandes revoluciones tecnológicas, aún sigue con la tecnología 4G, cuando en Taiwan ya andan por la 5.5. Los proveedores no comparten sus redes y la ciudad está sembrada de falsas palmeras con antenas de cada proveedor. Pero al mismo tiempo, son capaces de generar casi un 40% de su electricidad con energías renovables y son ya un hub potente en la captación de centros de proceso de datos que ofrecen servicios a Europa y África”.
Jordi Cebrián, director general de Areafar, laboratorio farmacéutico, señala el contraste de que pese a los preocupantes datos de la economía del vecino del sur, también existen elementos que ponen sobre la mesa su potencia en determinados ámbitos industriales. “En el sector farmacéutico, donde Marruecos ya ocupa una posición relevante, es el segundo más potente de África y abastece hasta el 80% de las necesidades sanitarias del país. Y te encuentras con empresas que salen del país y se lanzan a comprar compañías en otros mercados. Este es el caso por ejemplo de Cooper Pharma, que ha adquirido firmas en España. Es ya un sector maduro para atraer inversiones españolas”.

Imed Laiti (Expert Medical Opinion Morocco), junto a Pedro Nueno, Manel Pérez, Josep Maria Romances y Jordi Cebrián
Pedro Nueno, el profesor de Iese y promotor del grupo de Harvard, destaca “el sigiloso progreso de Marruecos, un desconocido para gran parte de la comunidad empresarial española y la idea que se tiene no se corresponde con la realidad y que en determinados ámbitos puede ser un buen ejemplo; en suma una buena oportunidad”.
Salomé Cañeque, presidenta de Proemio, una promotora inmobiliaria, abunda en ese sentido y resalta “la modernidad del modelo turístico marroquí, bien visible en Marrakech, con una oferta de calidad que ha atraído visitantes de alto nivel y que se complementa también con escuelas de negocios de alto nivel que forman equipos directivos para hacer sostenible ese progreso”.

Salomé Cañeque (Proemio), Fátima Lahlu (African Partners), Imed Laiti, Pedro Nueno, Manel Pérez, Josep Maria Romance s
Guillermo Crehueras, consejero delegado del grupo MS, recuerda “las relaciones que ya existen con Marruecos. En el caso de Catalunya, más del 15% de la población extranjera es de origen marroquí y eso debería convertirse en un activo para la economía de los dos territorios, debería permitir incrementar las influencias recíprocas y establecer un buen clima de entendimiento”.
Lidan Qi, consejera delegada de Puente China, destaca que “el modelo turístico visible en Marrakech combina muy bien estándares de alta calidad, especialmente en su oferta hotelera, con un mantenimiento y respeto a la tradición del país, en el caso de sus artesanías y atmósferas populares, que será especialmente competitivo en unos momentos en los que los visitantes quieren huir de la homogenización que ha impuesto la globalización”.

De izquierda a derecha: Guillermo Crehueras (MS), Columna Martí, junto a Lidan Qi, Francesc Fanjul, Fernando Casado y Salomé Cañeque
La empresaria de origen chino traza un paralelismo entre la diplomacia española, el reciente viaje de Pedro Sánchez a China, con la inversión en Marruecos: “una luna de miel entre Madrid y Pekín que se puede complementar con una apuesta española por asegurar las relaciones con su vecino del sur”.
Arantxa Calvera remata el argumento: “el turista ahora busca lo local, lo auténtico, lo sostenible, la salud y el bienestar. Marrueco ofrece mucho; Catalunya también lo hace y debe ir a más”.