Medio siglo de corrupción política

Probablemente lo más grave de los casos de presunta corrupción que se han destapado ahora con los Koldo, Ábalos, Cerdán o Tito Berni, es constatar que no hemos avanzado nada. La corrupción sigue siendo uno de los graves problemas que tiene nuestra democracia y que, según calculó la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), nos cuesta 90.000 millones anuales, unos 2.000 euros por contribuyente. Y lo peor de todo es que supone la desmoralización y la pérdida de valores por parte de la ciudadanía.

Miguel Ángel Noceda, uno de los mejores periodistas económicos del país, ha explicado en Fiascos, S.A. (Debate) los grandes fracasos empresariales de la democracia. La España del pelotazo o de la economía de amiguetes, que se ha desarrollado en estos casi 50 años de democracia y que se repiten como una maldición divina al margen del color del gobierno que ocupe la Moncloa.

Camino fácil

Hay un buen número de personas sin oficio ni beneficio que no está preparada ni profesional ni académicamente para ejercer los cargos de responsabilidad que ostentan

Desde la instauración de la democracia no ha habido periodo en el que no se hayan producido escándalos de corrupción que han desembocado en procesos judiciales y que llevaron a la mayor parte de sus protagonistas a prisión o a juicios que aún están pendientes de resolverse 20 o 30 años después. El denominador común en todos ellos es que ha habido corruptores y corrompidos, empresarios que han utilizado malas prácticas, probablemente heredadas del franquismo, y políticos corrompidos que se han dejado arrastrar por el dinero fácil.

Los empresarios argumentan que lo que está corrompido es el sistema y que resulta imposible en muchas ocasiones hacer negocios o mantener empresas sin burlar la normativa de contratación pública. La izquierda, por su parte, pide que se endurezcan las leyes que tenemos y que en algún punto no se aplican, como el que las empresas que corrompen a los políticos no puedan contratar con la Administración. Tal vez la raíz de la corrupción política esté en la financiación de los partidos políticos. Sin embargo, para Carlos Solchaga, que fue ministro de Economía y de Industria durante los 14 años del gobierno de Felipe González, el problema no está en la ley de Financiación. Tal como dice, los partidos políticos son un pozo sin fondo. Si se diera a cada uno de ellos 150 millones para que pudieran funcionar, siempre habría alguno que buscara el atajo para obtener más.

FOTODELDIA MADRID, 23/06/2025.- El exasesor del exministro de Transportes José Luis Ábalos, Koldo García (c) a su salida del Tribunal Supremo en Madrid, este lunes. El magistrado del Tribunal Supremo Leopoldo Puente ha rechazado este lunes enviar a prisión provisional al exministro José Luis Ábalos y a su exasesor Koldo García, como habían pedido las acusaciones populares, lideradas por el PP, aunque ha dejado claro que existen
J.P.Gandul / EFE

En opinión de este veterano político socialista, el origen del problema es que la política se ha convertido en un camino fácil para alcanzar el poder. Hay un buen número de personas sin oficio ni beneficio que no está preparada ni profesional ni académicamente para ejercer los cargos de responsabilidad que ostentan.

De alguna manera se podría decir que la democracia no ha apostado por captar talento. Probablemente con remuneraciones que están lejos de los estándares de mercado para poder captar a los mejores profesionales.

Noceda hace un detallado repaso de fiascos como Rumasa de José María Ruiz-Mateos, Banca Catalana de Jordi Pujol, Banesto de Mario Conde, KIO-Torras de Javier de la Rosa, Ibercorp de Manuel de la Concha, Terra de Juan Villalonga, Gescartera de Antonio Camacho, Martinsa de Fernando Martín, Marsans de Gerardo Díaz Ferrán, Bankia de Rodrigo Rato, Pescanova de Manuel Fernández Sousa, Banco Popular de Á ngel Ron o Abengoa de Felipe Benjumea.

Todos están interrelacionados y no es fácil distinguir si el origen está en la política o en la economía. Pero está claro que es urgente regenerar la vida política y económica recuperando ética y valores; y superar la crisis de las instituciones restaurando su independencia y su papel de contrapoder del poder político.

También te puede interesar