“Mi trabajo es el tráfico de drogas”, declara uno de los hijos del ‘Chapo’ ante una juez de Chicago

Uno de los grandes abogados defensores en los juzgados de Barcelona y sabio del Derecho penal como Mateo Seguí hizo una reflexión ya hace un tiempo cuyo eco nunca se olvida. “Que un acusado se declare inocente no es noticia. La noticia es que se declare culpable”, sostuvo.

La juez Sharon Coleman, de un tribunal de Chicago, preguntó este lunes al imputado en qué trabajaba. “Tráfico de drogas”, respondió él. “¡Oh!, ese es su trabajo”, replicó la juez con sorna.

No es un caso cualquiera. El acusado se llama Joaquín Guzmán López y es uno de los Chapitos, uno de los hijos de Joaquín Guzmán Loera, de 68 años, el mundialmente famoso narcotraficante, el exjefe del cartel mexicano de Sinaloa conocido por el apodo del Chapo, el Houdini de las cárceles por sus fugas de serie de televisión, y un criminal desalmado.

Su reconocimiento de culpabilidad, que incluye aceptar que secuestro al exsocio de su padre, se suma al del otro Chapito, su hermano Ovidio, que lo hizo el pasado julio. De esta manera, los dos han aceptado que su oficio consistía en meter toneladas de sustancias prohibidas en Estados Unidos. Según los investigadores, ambos dirigían una facción del cartel de Sinaloa y describieron sus operaciones como un esfuerzo masivo por enviar cantidades asombrosas de opiáceos a EE.UU.

Vestido con el mono carcelario de color naranja y con unas estrictas medidas de seguridad, Joaquín Guzmán López, de 39 años, se declaró culpable de dos cargos de tráfico de drogas y empresa criminal continua tras admitir su protagonismo en la supervisión del transporte de decenas de miles de kilos de sustancias (fentanilo, cocaína, heroína, metanfetamina y marijuana) al rico e insaciable mercado del norte. La mayoría de esas sustancias se trasladaban a través de túneles.

Como su hermano Ovidio, aceptar su culpa y colaborar con los estadounidenses equivale a evitar una sentencia de cadena perpetua, que es la que cumple su padre en un penal de Colorado. El juicio al Chapo se celebró en Nueva York, en la corte de Brooklyn, en el 2019. La ayuda de los Chapitos puede ser importante en la lucha contra los de Sinaloa, uno de las agrupaciones criminales más sangrientas.

Si realmente Joaquín hijo coopera con el gobierno de EE.UU., su sentencia se verá reducida, si bien nunca será inferior a diez años de prisión, explicó el fiscal Andrew Erskine. Su pacto significa que no podrá apelar el fallo.

Si Ovidio fue detenido en México y extraditado, la peripecia de su hermano Joaquín fue del todo cinematográfica, mejor que cualquier guión de ficción. Tal vez ahí demuestra que es hijo de su padre, al que le perdió su pasión por ser estrella de telenovelas.

Erskine describió ante el tribunal como Joaquín Guzmán López cayó en Texas en julio del 2024, junto con el otro jefe y fundador del cartel de Sinaloa, Ismael el Mayo Zambada, quien con el Chapo fundó ese cartel hace décadas.

En realidad los estaban esperando los agentes de la DEA (la agencia antidrogas estadounidense) en un aeródromo cerca de Texas, donde aterrizaron en una avioneta privada. Detrás de ese vuelo había una traición. La sorprendente captura provocó que surgiera la violencia en la zona norte de Sinaloa entre los dos sectores del cartel.

Joaquín tenía apalabrada su rendición en Texas. Había establecido contactos con la DEA para facilitar que su pena fuera menor por la ayuda prestada, que consistía en ofrecer la caza de una de las piezas más buscadas como era el esquivo el Mayo, tan discreto como llamativo era su colega.

El Chapito admitió en el tribunal haber secuestrado a ese líder histórico de la banda. El fiscal relató que Joaquín hijo convocó una reunión con Zambada en una sala en la que retiraron el cristal de una ventana que iba prácticamente del suelo al techo. En un momento del encuentro dio la orden de que sus hombres entraran por esa ventana, apresaran al invitado, le pusieran una bolsa en la cabeza y lo llevaran al avión.

Ya en el aparato lo maniataron y le administraron sedantes antes de que aterrizaran en la frontera entre los estados de Nuevo México y Texas.

Para Erskine, este presunto secuestro era un intento del Chapito para demostrar su colaboración con EE.UU., que, a cambio, tampoco le perseguirá por esa acción.

El Mayo Zambada, de 77 años, se declaró en agosto formalmente culpable en un tribunal federal de Nueva York de dos cargos de narcotráfico, lavado de dinero y uso de armas. A pesar de que él, el Chapo y los Chapitos se hallan encarcelados en Estados Unidos, el cartel de Sinaloa continúa operando.

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