Miguel Carvalho: “Los periodistas hacemos de tontos útiles de la extrema derecha”

Como si fuese un becario de sí mismo, Miguel Carvalho (Oporto, 1970), uno de los más reconocidos periodistas portugueses, pasó cinco años siguiendo el día a día del partido del xenófobo André Ventura. En esta conversación, por escrito y teléfono y producto también de 17 años de interacción personal, mientras recorre su país explica que las presentaciones de su libro Dentro de Chega, la cara oculta de la extrema derecha en Portugal tienen un cariz de terapia colectiva.

En menos de dos meses ha vendido 16.000 ejemplares de un libro de política de 700 páginas, en un país en el que la frontera del éxito editorial ronda los 6.000. ¿Será por la magia de la Galicia que usted tanto adora?

Me parece todo como un poco irreal. Creo que la obra interesa porque aborda el fenómeno Chega, no tanto la figura de su líder. Hay gente que lo ve como una especie de libro de autoayuda, de guía para tratar con sus allegados que votan a los ultras.

¿Qué contesta a quien le pregunta “qué hago, pues mi pareja se ha hecho chegana”?

Le digo que en el libro hay herramientas para intentar comprender y sembrar dudas. Da pistas pero no es una solución. Solo la estabilidad política, que no hubo con tres elecciones legislativas este lustro, y la resolución de problemas estructurales dejarán sin oxígeno a Chega, que procede del descrédito de las instituciones y de los políticos. Ellos crearon ese territorio de olvido y resentimiento a cuyo encuentro salió Ventura.

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An MFA (Movimento das Forças Armadas) soldier takes position in the streets of Lisbon, two days after the April 25 coup d'etat which overthrew the Salazar dictatorship, Lisbon, Portugal. (Photo by Henri Bureau/Sygma/Corbis/VCG via Getty Images)

El periodismo político de Lisboa es de mayor calidad y menos de trinchera que el de Madrid, pero hizo de Ventura un gigante cuando era un pigmeo.

Así es. Pero el periodismo luso estaba en la peor de sus crisis en democracia, con redacciones diminutas y precarias. Sucumbió a la espuma del show de un líder curtido en el sensacionalismo producto de su experiencia televisiva de fútbol, como comentarista del Benfica, y sucesos. Hicimos de tontos útiles al servicio de un discurso que no debía ser noticia por traspasar toda frontera legal.

No solo sucede en Portugal.

Es cierto, pero nosotros, unos de una forma inconsciente y otros a propósito, cuando solo tenía un diputado le dimos un protagonismo muy superior al que correspondía. Él sabía como gestionar el ruido y tenía detrás recursos de potentes poderes económicos. La prensa se enfrenta al Ferrari de la ultraderecha con una bicicleta.

¿La futbolización de la sociedad constituye un caldo de cultivo de la extrema derecha?

Claro. En Portugal se ve con nitidez. Cuando la discusión típica de las trincheras futbolísticas se apoderó de las redes sociales, Ventura ya la dominaba como nadie.

Uno de sus interlocutores de la galaxia Chega llama a Ventura “Hitlerzinho” y usted arranca con una cita del líder nazi. ¿Existe un riesgo totalitario en Portugal?

Chega es un peligro evidente para la convivencia y los pilares de la democracia. Su líder se salta la Constitución a diario, con un discurso de odio, racista y xenófobo. En el partido, por ejemplo, existen prácticas delictivas como el uso de grabaciones ilegales como instrumento de coerción interna.

¿Qué sintió cuando le oyó proclamar en Madrid su orgullo por la cacería de Torre Pacheco?

Nada nuevo. Apela constantemente a la violencia simbólica que, en ocasiones, resulta en amenazas reales y violencia física.

¿Cómo explica que Ventura convirtiese él mismo su subida de las municipales en un fracaso?

Lo devoró su mayor activo, su condición de catarata mediática, que le hizo precipitarse al anunciar que sacaría 30 alcaldías. Obtuvo solo tres, pero se extendió por todo el territorio con un buen resultado que le otorga la llave de la gobernabilidad en muchos sitios, aunque también se arriesga a confirmar y amplificar la percepción de que Chega no sirve ni para gestionar los municipios.

¿Puede llegar a primer ministro o el globo se está pinchando?

No es una distopía como se pensaba hace cinco años, pero no lo creo probable. Si la legislatura se interrumpiese tras una eventual caída del actual gobernante, Luís Montenegro, tendría alguna opción.

¿Para qué se presenta Ventura a las presidenciales de enero?

Busca pasar a la segunda vuelta para acumular mayores fuerzas, con su habilidad mediática, de cara a llegar a primer ministro.

¿Qué le supuso estar cinco años empotrado en la ultraderecha?

Contaminó toda mi vida, para bien y para mal. No me arrepiento. Quise desde el inicio escuchar e intentar comprender, en la senda que Hannah Arendt nos trazó.

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