Miles de personas desfilan este sábado por Budapest en la marcha del Orgullo LGTBIQ+, prohibida por la policía en aplicación de una restrictiva ley de reunión del Gobierno ultranacionalista de Viktor Orbán, en abierto desafío al veto y al tiempo en un ambiente de festiva reivindicación. “No se puede prohibir el amor”, rezaba una de las pancartas en el abigarrado arranque del desfile en el parque junto al Ayuntamiento, bajo un cielo azul y un sol potente.
La marcha se celebra gracias a que el alcalde de la capital de Hungría, el ecologista Gergely Karácsony, la declaró “evento municipal” y argumentó que, por tanto, no requiere permiso para celebrarse. En la multitud abundan las banderas europeas y del arco iris. El alcalde de Budapest, el ecologista Gergely Karácsony, que da cobertura municipal a la marcha prohibida, avanza con una pancarta con el lema “La libertad y el amor no pueden ser prohibidos”
Este desfile del Orgullo cuenta con un notable respaldo internacional, sobre todo del ámbito izquierdista, socialista y ecologista. En el cortejo participan unos 70 eurodiputados y varios políticos extranjeros, entre ellos varios españoles, como la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz; el ministro de Cultura, Ernest Urtasun; y el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni. Finalmente, la ministra de Igualdad, Ana Redondo, no está aquí debido a la cancelación de su vuelo desde Madrid.

Un participante en el Orgullo de Budapest, el 28 de junio
En la práctica, este desfile que discurre a los sones de la Macarena, de canciones del grupo Abba y de repertorio de este mismo tenor, se ha convertido en una prueba de fuerza entre Orbán y la alcaldía de Budapest, en una fecha simbólica para el colectivo LGTBIQ+ magiar, pues es la 30.ª edición de su Orgullo. El recorrido ha sido modificado en parte para evitar coincidir con sendas manifestaciones de extrema derecha, de mucha menor cuantía en personas, que circulan en zonas cercanas.
La idea que permea el respaldo internacional es que la prohibición afecta al colectivo LGTBIQ+ pero también a los valores europeos, y que puede ocurrir en otros lugares si no se ataja cuanto antes. “Lo de hoy va a ser el inicio de un cambio a favor de la esperanza en el mundo; los derechos no son relativizables en Hungría y no pueden serlo dentro de la Comisión Europea”, dijo Díaz en un acto de los Verdes Europeos, previo a la marcha, con Karácsony y Urtasun en un lugar emblemático, el edificio de la Universidad Centroeuropea (CEU), centro de estudios privado que Orbán logró cerrar hace unos años.
También antes, el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, alertó de que “si se atacan derechos y libertades fundamentales en un país miembro de la Unión Europea como es Hungría, lo mismo podría ocurrir mañana en Barcelona o en otro lugar”. Antes de sumarse al desfile, Collboni se reunió en el Ayuntamiento con otros alcaldes que apoyan al edil de Budapest, como los de Atenas y Amsterdam, y dijo que las ciudades son el núcleo de “la resistencia ante la ola reaccionaria que recorre el mundo”.

La marcha ha sido bloqueada por la policía unos pocos cientos de metros después de iniciarse con un cordón de una quincena de agentes
No es la primera vez que Bruselas advierte a Budapest por sus políticas que chocan con los valores fundamentales del bloque, especialmente en materia de derechos civiles y protección de las minorías. Desde su regreso al poder hace quince años, Viktor Orbán –que ya había gobernado entre 1998 y el 2002–, ha promovido una agenda cada vez más ultraconservadora, con leyes que afectan directamente a las personas LGTBIQ+, quienes han ido experimentando sucesivos recortes de derechos.
La prohibición del Orgullo, resultado de una ley sobre derecho de reunión aprobada por el Parlamento en marzo a propuesta de Fidesz, el partido de Orbán, y anclada a su vez en una polémica ley sobre protección de menores de junio del 2021, ha sido el último golpe para el colectivo.
Pese a las amenazas -Orbán llegó a advertir de multas de hasta 200.000 forintos, unos 500 euros para quienes participaran en la marcha no autorizada-, la jornada está demostrando el pulso que parte de la ciudadanía está manteniendo con el Gobierno cuando se trata de libertades personales.