Modi recibe efusivamente a Putin para relanzar la cooperación militar y energética

Vladimir Putin no puede arriesgarse a poner los pies en muchas capitales, pero en Nueva Delhi no tiene nada que temer. El propio primer ministro indio, Narendra Modi, acudió este jueves por la noche a recibirlo a pie de escalerilla, en una rara deferencia. Ambos salieron del aeropuerto de Palam en el mismo coche blanco, seguido por las limusina blindada rusa, Aurus Senat, transportada para la ocasión. El programa oficial empieza el viernes, pero esta misma noche ambos mandatarios cenarán juntos.

Acompañan a Putin 40 altos cargos de seguridad y por lo menos 8 ministros y varios presidentes ejecutivos de empresas públicas. En una Nueva Delhi que amaneció este jueves con banderas rusas e indias en sus principales avenidas, flanqueadas por francotiradores en las alturas.

El presidente ruso lleva 25 años visitando India, pero no la pisaba desde diciembre de 2021. La invasión rusa de Ucrania, dos meses después, no solo no hizo descarrilar la “relación especial” entre ambos países, sino que la fortaleció en algunos aspectos, para indignación de varios países occidentales. Véase el volumen descomunal de petróleo ruso a precio de descuento adquirido por refinerías públicas y privadas indias desde 2022 (cuando antes era insignificante).

El castigo de Donald Trump, en forma de aranceles del 50% para las mercancías indias, ha causado tanta impresión entre los indios como el almuerzo que ofreció en la Casa Blanca al jefe de las Fuerzas Armadas de Pakistán, pocas semanas después de la peor escaramuza indo-pakistaní en un cuarto de siglo. 

Este lunes, los embajadores del Reino Unido, Francia y Alemania publicaron una tribuna conjunta en Times of India en la que acusaban a Putin de no querer la paz en Ucrania. Algo que fue calificado como “una injerencia inaceptable” por altos funcionarios de Exteriores de India y contestado con una columna propia en el mismo medio por parte del embajador ruso.

La narrativa occidental sobre las causas de la guerra en Ucrania compite aquí con otras versiones. Aunque el canal ruso RT nunca ha dejado de verse en esta parte del mundo, la visita de Putin servirá este viernes para inaugurar las emisiones de RT India, también en inglés, pero pensado específicamente para el mercado indio y con estudios en las afueras de Delhi. 

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Vladimir Putin, proscrito en varios países europeos, ha sido recibido por el primer ministro en persona al aterrizar en India

KREMLIN / EFE

A Putin le interesa proyectar que su aislamiento es muy relativo, como demostró una vez más en septiembre en China, sonriendo relajadamente en compañía del presidente Xi Jinping y del propio Modi, junto a una veintena de mandatarios. Pero sus visitas a India nunca pueden reducirse a imagen. Sobre la mesa está la probable adquisición de cazabombarderos Sujói Su-57, de quinta generación. Los mismo que, en 2018, en otras circunstancias, Modi descartó para no irritar a EE.UU.. También se baraja la adquisición de cinco nuevas baterías antiaéreas S-400, así como la posible fabricación conjunta de la siguiente generación, S-500.

En los últimos quince años, las adquisiciones indias de armamento ruso se han reducido a la mitad, desde más del 70% hasta el 36%. Narendra Modi rompió un tabú al adquirir a la industria de Defensa estadounidense no solo equipos de vigilancia y transportes sino también sistemas letales, desde helicópteros de ataque hasta obuses. 

En el otro lado de la balanza, Rusia sigue ampliando la mayor central nuclear de India, en Kudankulam, donde ha construido tres reactores y sigue construyendo tres más. Según ha trascendido, la misma empresa rusa, Rosatom, ofrece ahora al gobierno indio proyectos nucleares de pequeña escala. Lo que ya está confirmado es la cesión, por diez años, de un submarino nuclear ruso a la armada india, tras una década de negociaciones, por 2.000 millones de dólares. 

Ante las cifras mareantes en adquisiciones de crudo y armamento ruso, huelga decir que la balanza comercial es muy deficitaria para India -a diferencia de su superávit con EE.UU.- aspecto que Modi pretende corregir. Tampoco las relaciones entre ambos pueblos son para tirar cohetes. Estudian en Rusia más de 30.000 universitarios indios -la mayoría, Medicina- pero en EE.UU. todavía lo hacen diez veces más. 

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Narendra Modi ha compartido coche y cordialidad con Vladimir Putin a su salida del aeropuerto, como hizo Donald Trump hace unos meses en Anchorage (Alaska). El gobierno indio ha distribuido la foto 

PIB- / AFP

En cualquier caso, los bandazos de Donald Trump, amenazan con tirar por la borda más de treinta años de aproximación paulatina a EE.UU. por parte de India, antigua campeona de los no alineados. Nada tiene que ver la Nueva Delhi actual con aquella que Octavio Paz -que estuvo allí destinado como embajador de  México- describía en la época de Indira Gandhi: “Había rusos por todas partes”. 

Hoy los rusos están en todo caso en las playas de Goa -son su primera fuente de turismo- y la clase media india manda un número parecido de turistas a Moscú. El tercermundismo ha pasado a la historia, pero no la voluntad de India de mantener su autonomía estratégica, ahora como nación más poblada del mundo.

Esta combina su participación en Quad -un foro de defensa con un ojo puesto en China, junto a Japón, Australia y EE.UU- con su condición de miembro de pleno derecho de los BRICS o de la Organización de Cooperación de Shanghai (junto a Rusia y la misma China). El poso antiimperialista y varias experiencias históricas -desde la guerra de independencia de Bangladesh a la reacción a sus tests nucleares- llevan a muchos indios a considerar a Moscú como un socio más fiable que Washington. Una impresión que el actual inquilino de la Casa Blanca se encarga de reforzar. 

Eso no significa que los indios sueñen en ruso. Ni siquiera que un hipotético “sueño indio” haya desplazado al sueño americano. Tampoco dispone de las bazas de China, como bien sabe. Por lo que India va a seguir jugando con varias barajas y cruzando los dedos para que sea cierto, o por lo menos creíble, que crece más que los demás. 

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