
Hay un lema que corre estos días por Wisconsin: “el pueblo contra Elon Musk”.
Esto no lo corean, por supuesto, los militantes del movimiento trumpista en un estado en el que el hombre más rico del mundo riega con decenas de millones de dólares en pagos directos a los votantes que dirimen la disputa en las urnas por un puesto en el Tribunal Supremo de Wisconsin.
El magnate regala 100 dólares a cada uno de los que voten por el juez conservador y sortea un millón
Ya se ha convertido en la carrera más cara de la historia por un puesto judicial. La cifra está por encima de los 80 millones.
Esta cita electoral, prevista para el 1 de abril, determinará qué bando controla el tribunal. Al oligarca le acusan otra vez de comprar unas elecciones, como ocurrió en los comicios del pasado noviembre, cuando se volcó con Trump donando 291,5 millones de dólares, un récord absoluto.
La juez Susan Crawford, que cuenta con el beneplácito demócrata, y su rival conservador, Brad Schimel, se disputan el séptimo y decisivo asiento en el Supremo del conocido como estado del tejón. Hoy existe una mayoría progresista, pero la retirada de la liberal Ann Walsh Bradley, que ha renunciado a la reelección, abre la puerta a un cambio en el poder.
Musk, que hasta la fecha ha pagado más de 20 millones en apoyo a Schimel, recurrió al controvertido método usado en las presidenciales del 2024.
Su iniciativa consiste en abonar 100 dólares a los votantes registrados en Wisconsin que firmen la petición “en contra de los jueces activistas” y salga elegido el candidato conservador.
“Los jueces deben interpretar las leyes como están escritas, sin reescribirlas para amoldarlas a sus agendas personales o políticas”, señala el texto de la petición. “Al firmar acepto rechazar la acción de jueces activistas que imponen sus puntos de vista y demando una judicatura que respete su rol interpretando, no legislando”, asume el firmante del documento.
Entre los que se sumaron a la iniciativa, Musk hizo un sorteo de un millón de dólares, cuyo ganador lo anunció la noche del miércoles. Los demócratas han criticado esta lotería como un intento de comprar influencia ilegalmente en un tribunal ante el que Tesla, su empresa de coches eléctricos, tiene un caso pendiente.
El multimillonario es uno de los que ha animado en X, su red social, a presentar cargos contra los jueces que están bloqueando sus despidos masivos con el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), en una iniciativa en la que persigue anular el poder judicial y dar carta blanca al gobierno para cometer todo tipo de excesos.
Como dice el refranero, Musk no da puntada sin hilo. Desde su cargo en el gobierno, está en disposición de recibir miles de millones de dólares en contratos federales. Con SpaceX, que colabora con la NASA, o con los satélites de Starlink, con los que ha hecho una oferta al Departamento de Comercio para llevar la banda ancha a los dominios rurales. También es el gran ganador con Tesla de la aplicación de aranceles del 25% a todos los vehículos no fabricados en EE.UU.
En Wisconsin, Musk presentó una demanda contra el estado porque su legislación impide vender coches directamente o abrir concesionarios propios.
El asunto va rumbo al Supremo estatal. “No es una coincidencia que Musk empezara a gastar dinero en la campaña al poco de su iniciativa judicial”, subrayó la juez Crawford.