
Air India no gana para sustos. Y estos proceden, nuevamente, de la flota de Boeing 787-8 Dreamliner que a mediados de la década pasada quiso simbolizar su ambición renovada. Este lunes por la mañana, la sospecha de un problema técnico en un aparato de la misma serie ha obligado al piloto del vuelo AI315 Hong Kong-Delhi a solicitar su retorno al aeropuerto chino. Ha sido cuarenta minutos después del despegue, cuando la aeronave -con siete años en servicio- estaba ya a una altitud de 6.700 metros. El aterrizaje, un cuarto de hora más tarde, a las 13.15, se ha podido realizar con seguridad y los pasajeros han sido desembarcados sin incidentes.
La presunta avería, cuya naturaleza aún no ha sido revelada, podría estar relacionada con el retraso en dicho vuelo, que era de 3 horas y 26 minutos. Toda precaución es poca, tras el siniestro protagonizado el jueves pasado por un avión del mismo modelo y de la misma aerolínea. Concretamente el vuelo AI171 de Air India entre Ahmedabad y Londres-Gatwick, que apenas había despegado cuando se estrelló, causando la muerte de 241 personas entre la tripulación y los pasajeros (todos menos uno), además de otras 38 víctimas mortales n la ciudad india de Ahmedabad, al estrellarse contra una residencia de estudiantes de medicina y personal sanitario. La formación de estos últimos, sin duda, contribuyó a una ágil respuesta cuando el avión se les echó literalmente encima.
Socorro, sin propulsión, perdiendo fuerza, incapaz de ascender
El ministro indio de Aviación, Ram Mohan Naidu, afirmó el sábado que todos los Boeing 787 registrados en India serán obligados a pasar una revisión suplementaria. La caja negra que contiene los registros técnicos del vuelo fue recuperada poco después del accidente, mientras que la segunda, con las voces de cabina, fue encontrada ayer domingo. No obstante, una filtración policial ya había revelado horas antes el contenido de las últimas palabras del piloto, Sumit Sabharwal, que a sus sesenta años debía jubilarse en pocos meses.
En su mensaje de socorro (“mayday” en el argot), el comandante Sabharwal lanzaba la alarma: “Sin propulsión, perdiendo fuerza, incapaz de ascender”. La torre de control ni siquiera tuvo tiempo de responder, ya que en menos de 32 segundos se había convertido en una bola de fuego, al chocar apenas superado el perímetro del aeropuerto.
En cualquier caso, podrían pasar semanas o meses antes de tener una idea exacta de lo sucedido. Algo que millones de pasajeros agradecerían, al igual que aerolíneas, gestores aeroportuarios y gobiernos. La cantidad de dinero en juego es fenomenal, no solo en indemnizaciones, sino también en prestigio, es decir, en futuros contratos y cotización bursátil. A este respecto, el Secretario de Transporte de EE.UU., Sean Duffy, ha manifestado hoy lo siguiente: “Esperaremos a que haya datos. Si hay problemas de seguridad, tomaremos medidas”. Tanto el fabricante del avión, Boeing, como el del motor, GE, son estadounidenses.
Así que la espera acaba de empezar, pero ya está provocando quejas entre los parientes de las víctimas, ya de por sí vapuleados por la desgracia. Estos lamentan la lentitud del procedimiento de identificación de los 279 fallecidos, previo cotejamiento de ADN. Hasta este lunes solo han podido ser entregados a sus familias los restos mortales de 64 víctimas, de un total de 99 que han podido ser identificadas.
La semana negra de la aviación en India se cobró este domingo siete muertos más, al estrellarse un helicóptero turístico para peregrinos en el Himalaya. La aeronave no llegó a completar los diez minutos que median entre el templo de Kedarnath y el de Guptkashi a causa del mal tiempo.
Desde la covid
La insoportable levedad de la conexión aérea entre India y China
Volviendo al incidente de hoy, cabe decir que los vuelos entre Delhi y Hong Kong -donde los indios disfrutan de visado a la llegada- son actualmente los únicos que enlazan directamente China e India. Es así desde 2020, cuando la covid y las disputas fronterizas se conjuraron para suspender, de forma indefinida, todos los vuelos entre la China continental y el otro gigante asiático.
A principios de año, la diplomacia de ambos país se propuso reanudar las conexiones directas entre otros grandes aeropuertos -como Shanghai, Cantón y Shenzhen, por un lado y Bombay, Calcuta y Bangalore, por otro- sin comprometerse a una fecha. Sin embargo, la seria escaramuza entre India y Pakistán, hace un mes y medio, con el ejército de este último país sacándole un gran partido a su arsenal chino, parece haber postergado indefinidamente la reanudación de estos vuelos.
Por otro lado, el primer ministro indio, Narendra Modi -rumbo a la cumbre del G-7 en Canadá como invitado- aterrizó ayer domingo en la República de Chipre, convirtiendo la escala en una visita de estado. Según varios observadores, con el único objetivo de mandar un mensaje a Turquía (que ocupa el norte de la isla europea). No en vano, Ankara expresó su apoyo explícito a Islamabad en su reciente enfrentamiento con India y hace pocas semanas recibió con honores al jefe del ejército pakistaní, general Asim Munir. Asimismo, el presidente Recep Tayyip Erdogan es un azote habitual de Nueva Delhi en las Naciones Unidas, a cuenta de la situación en Cachemira.
Boeing, en tierra
Airbus hace el agosto en el Salón de París con la venta de 127 aviones a Arabia Saudí
Todo lo anterior, unido al pasado de Air India como aerolínea de bandera en la diana, llevó a muchos indios a temer que la extraña catástrofe del vuelo AI171 pudiera ser un sabotaje. El periodista bengalí, Srinjoy Chowdhuri, autor de un libro sobre el secuestro del vuelo IC814 de Indian Airlines, la Nochebuena de 1999, opina para La Vanguardia que “de momento nada apunta a eso, pero habrá que ver lo que registró la caja negra”.
En la sede de Air India en las cercanías de Delhi, su presidente -en tanto que presidente del Grupo Tata- N. Chandrasekaran, ha reunido este lunes a 700 miembros de la plantilla: “Debemos aprovechar este incidente para construir una aerolínea más segura”.
Mientras tanto, en la 55 edición del Salón Internacional de la Aeronáutica de París, recién inaugurada, Boeing parece haberle dejado la pista libre a su rival europeo, Airbus. El patrón de Boeing, Kelly Ortberg, anunció hace unos días que no se desplazaría a Francia, a fin de concentrarse “en nuestro cliente y en la investigación”. Las incógnitas acerca del Boeing 787-8 se suman a los dos graves accidentes del Boeing 737 Max en 2018 y 2019 en Indonesia y Etiopía, que pudo cerrar en EE.UU. gracias a un acuerdo extrajudicial de 1.100 millones de dólares.
Airbus, en cambio, anunciaba hoy en el salón París la venta de 127 aviones a Arabia Saudí, por un valor de 14.677 millones de euros. Cincuenta de ellos son A350-1000 -la alternativa al Dreamliner- para Riyadh Air. La polaca LOT, por su parte, ha firmado la compra de 40 A220, con opción de compra de 84 más.