Petro, Lula y Boric cimentan en Pekín la relación especial de América Latina con Xi Jinping

Simbólicamente, el día de la muerte de Pepe Mújica sorprendió a tres presidentes sudamericanos de izquierdas en Pekín. El entrañable exmandatario uruguayo había abandonado décadas atrás la vía armada de los tupamaros. Tampoco el exguerrillero colombiano, Gustavo Petro; ni el exsindicalista brasileño, Lula da Silva; ni el altermundialista Gabriel Boric habían viajado a la República Popular de China a por copias del Libro Rojo de Mao. Iban, como los mismos chinos, a por las cosas.

China es el primer mercado de las exportaciones de Brasil y Chile (también para las del Perú) y sus presidentes cumplen con su deber. Además, la IV reunión de ministros China-Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) les ha brindado la cobertura pero hacerlo sin incordiar al gran vecino del norte. 

Petro, en tanto que presidente temporal de la Celac, tampoco ha querido fallar y ha aprovechado para formalizar el ingreso de Colombia en las Nuevas Rutas de la Seda. La presencia simultánea en Pekín de estos tres presidentes, de países importantes, “envía un mensaje”, según el exembajador de Chile en Pekín, Jorge Heine. 

No así Brasil, ni México

Colombia se ha adherido finalmente a las Nuevas Rutas de la Seda

La relación más importante para el resto del mundo es la de China y Brasil, cofundadores del grupo de los Brics. Xi y Lu coincidieron ya en el desfile del 9 de mayo en Moscú, donde también estaban – invitados por el presidente Vladimir Putin- otros presidente latinoamericanos, como el venezolano Nicolás Maduro y el cubano Miguel Díaz-Canel. Xi -que ya estuvo en Brasilia y Río de Janeiro hace menos de seis meses, al hilo de la cumbre del G-20, deberá volver a Río en julio por la cumbre de los Brics. Un gesto muy inusual por su parte. 

Petro, por su parte, ha formalizado este miércoles la adhesión de Colombia al proyecto más emblemático de Xi, las Nuevas Rutas de la Seda. El exguerrillero del M19, que es también el primer presidente izquierdista de Colombia, ha esperado casi tres años desde que ganó las elecciones. Los órdagos de Donald Trump, desde la Casa Blanca, se lo han puesto más fácil, a pesar de que Estados Unidos sigue siendo el primer mercado para los productos colombianos, con gran diferencia, y su primer inversor (el segundo es España). 

El rifirrafe a cuenta de la repatriación forzada de inmigrantes colombianos esposados en aviones, que Petro inicialmente se negó a aceptar (elevando la bilis arancelaria de Trump), le ha facilitado las cosas. Por primera vez, la imagen de China en Colombia es mucho mejor que la de EE.UU..

Horizontal

Los  ministros de Exteriores de América Latina y Caribe se vieron reforzados ayer con tres presidentes en la IV reunión China-Celac en Pekín

POOL / EFE

Petro abogó ayer por un diálogo entre civilizaciones “libre de autoritarismos e imperialismo”, para justificar su postergado y medido acercamiento a China. Las Nuevas Rutas de la Seda pretenden mejorar la articulación del planeta a base de infraestructuras modernas, cómo no, con China en su centro como fábrica del mundo, con el intercambio comercial como divisa. Aun antes de su adhesión -y antes de su presidencia- un consorcio chino se adjudicó la primera línea de metro de Bogotá, que está concluida casi en un 60%.

Quien también va con pies de plomo es Lula da Silva, quien pasó 580 días en la cárcel coincidiendo con el primer mandato de Donald Trump (y con el ultra Jair Bolsonaro en Brasilia). Esta vez, más allá de firmar veinte acuerdos con China -y anunciar 16 más- tuvo buenas palabras para Trump, de quien elogió el afán de parar las guerras, “mientras que Biden solo hablaba de guerra”.

Lula, en cualquier caso, seguirá multiplicando los acuerdos con China, pero sin encuadrarlos en las Nuevas Rutas de la Seda. 

De Shanghai a Chancay

En Perú, que padeció durante décadas la violencia de inspiración maoísta de Sendero Luminoso, China inauguró el otoño pasado una senda marítima, heredera directa del galeón de Manila. Ya no desde El Callao -ni de Acapulco- sino desde un moderno puerto de aguas profundas, cien kilómetros más al norte. De Shanghai a Chancay. La marea no pasó desapercibida en California. Ni siquiera en el golfo de México -rebautizado para consumo interno en EE.UU. como golfo de América. El canciller de México tuvo a bien recordar “la nao de China”.

No en vano, en su segundo mandato, Donald Trump la ha tomado con los dos puertos de gestión china en el canal de Panamá (de un total de cinco). También ha forzado al gobierno panameño a cancelar su adhesión a las Nuevas Rutas de la Seda. Lo que no ha conseguido es que Panamá devuelva el reconocimiento diplomático a la República de China (Taiwán) en lugar de la República Popular de China, como sucedía hasta 2019. 

El presidente de Estados Unidos amenaza con apoderarse del canal de Panamá y algunos en su país celebran que la carretera Panamericana se trunque allí, antes de llegar a Colombia. Mientras tanto, el creciente peso y proximidad de China -que ha multiplicado por 40 su comercio con los 33 países de la Celac, desde 2003- estimula a otros latinoamericanos a pensar a lo grande, resucitando proyectos como el corredor bioceánico, que conectaría la costa chilena con la costa brasileña, atravesando el norte de Argentina y Paraguay.

No necesitamos jefes, ni sherifs, necesitamos socios

Lula da SilvaPresidente de Brasil

Asimismo, desde la primera reunión ministerial China-CELAC, en 2015, Pekín ha pisado el acelerador en América Latina, como castigo al secesionismo taiwanés, en el poder. Desde entonces, la República Dominicana, Panamá, El Salvador, Honduras y Nicaragua han abandonado a Taipéi por Pekín. A Taiwán le queda Paraguay, Guatemala, Belice, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía y Haití. Pero incluso estos dos últimos países, con sus respectivas banderas, estaban esta semana representados en la reunión de Celac en Pekín. 

Lula en Pekín -acompañado de once ministros, del presidente del Senado y de doscientos empresario- anunció ya el lunes inversiones chinas en su pais por un valor de 4.300 millones de euros. Algunas de carácter estratégico, como una gran fábrica de fertilizantes (Brasil importa el 87% de su consumo). 

Horizontal

Los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Xi Jinping han firmado veinte acuerdos. La China lleva 16 años siendo el primer socio comercial de Brasil, que es también miembro fundador del gurupo de los BRICS 

Pool / Getty

Mixue, la mayor cadena de comida rápida del mundo, con más sucursales que McDonald’s, se ha comprometido a invertir quinientos millones de euros para aprovisionarse de fruta brasileña para sus bebidas y helados.  Una inversión diez veces mayor estará destinada a la producción de hidrógeno verde. También se sabe, aunque no se dijera, que la soja que China dejará de comprar en EE.UU. la encontrará en Brasil. Antes de que eso suceda, China representa ya el 28% del comercio exterior brasileño y está detrás del 41% de su superávit comercial. 

Aunque los coches eléctricos e híbridos importados de China han llegado ya a todos los rincones de Brasil, empresas como BYD planean abrir en breve fábricas en el país. Las minas de cobre y la energía nuclear también entran en el paquete. 

El cobre y el litio centran también la relación entre Chile y China. Menos gente sabe que las cerezas chilenas son también las más vendidas en China. De todos modos, el presidente Gabriel Boric, como sus homólogos, se cuidó de resaltar que hacer negocios con China no significa dejar de hacerlos con el resto del mundo. Por mucho que el presidente de Estados Unidos dijera recientemente que “a lo mejor tendrán que elegir”. Una vez más, China es el primer cliente de Chile, pero no está entre los principales inversores. En el podio están Canadá, EE.UU. y España, por este orden. 

“Estar hoy día acá por parte nuestra es una demostración de la convicción en el multilateralismo y que las guerras comerciales no son la manera de enfrentar nuestros problemas ni las diferencias”, manifestó Boric ante el líder chino.

En una línea parecida se expresó Lula da Silva: “América Latina no quiere repetir la historia, no quiere una nueva guerra fría”. Y añadió: “La China necesita al Brasil y el Brasil necesita a la China“, resumió Lula. ”Nuestra relación es indestructible y juntos podemos hacer que el Sur global sea respetado en el mundo“”.

Horizontal

Salvador Allende reconoció a la República Popular de China en 1970 y el general Pinochet mantuvo el compromiso con “una sola China”, por lo que Gabriel Boric preside sobre una relación ininterrumpida de 55 años, clave para su economía. 

XINHUA / EFE

Cabe decir, por último, que la expresidenta brasileña, Dilma Roussef, preside desde hace dos años el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, con sede en Shanghai. Para apoyar el  desarrollo de los países de la región, China proporcionará una línea de crédito valorada en 66 mil millones de yuanes (8.170 millones de euros) a América Latina y el Caribe. 

Mientras Europa se replegaba o guerreaba, la China ha descubierto América. Es decir, sus antípodas, mucho más lejanas que Oceanía o África. Su estrategia de seducción cuenta también con 13.500 becas -10.000 de ellas para prácticas en China- y 3.000 invitaciones para que cargos políticos latinoamericano conozcan personalmente el funcionamiento de sus instituciones y que el descubrimiento sea mutuo. 

También te puede interesar