Polémico almuerzo de Macron con cardenales franceses en Roma

Quizás no fue muy apropiado el almuerzo ofrecido por Emmanuel Macron, el sábado pasado, a cuatro de los cinco cardenales electores franceses. Se acababa de celebrar el funeral por Francisco. La comida, en la espléndida Villa Bonaparte, la residencia de la embajada francesa ante la Santa Sede, podía ser interpretada como un intento de injerencia política en una fase delicada de la Iglesia.

El periódico italiano Il Tempo dio la noticia con acento crítico, y también el francés Le Figaro admitió que el almuerzo, justo ese día, “no fue forzosamente oportuno visto desde el Vaticano”. Lo cierto es que corrió el rumor de que el presidente francés intentaba bloquear la elección del cardinal africano Robert Sarah, del bando conservador. Se dijo que el arzobispo de Budapest, Péter Erdö, otro de los papables, estaba inquieto por la maniobra. El cardenal húngaro hubo de desmentir de modo taxativo la información.

La prensa italiana menciona entre los papables al arzobispo de Marsella, Jean-Marc Aveline

Las especulaciones se justifican en parte porque en Francia se están generado expectativas en torno al arzobispo de Marsella, el cardenal Jean-Marc Aveline, muy próximo a Bergoglio. Varios medios italianos, entre ellos La Repubblica e Il Messagero, han hablado de sus posibilidades de elección . También se menciona al muy mediático arzobispo de Ajaccio (Córcega), François Bustillo, de origen español, joven y políglota, aunque se considera que, a sus 56 años, le falta experiencia.

Las relaciones entre la Santa Sede y Francia no han sido fáciles a lo largo de los siglos, por razones históricas y culturales. El último papa francés fue Gregorio XI, en 1378. Si Aveline ganara, sería algo de enorme impacto. Macron, un estadista hiperactivo, no resistió a la tentación de sondear el ambiente con fuentes directas.

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