Qué ha pasado en el mundo para que la administración de Donald Trump haya pasado de señalar a China como su gran amenaza a otorgar tan peligrosa atributo a las democracias de la Unión Europea? En términos históricos, económicos y armamentísticos, el Viejo Continente no reúne ningún requisito para semejante maltrato. Ni ha sido rival histórico de Washington, ni amenaza su liderazgo económico, ni dispone de un ejército que le haga sombra.
Es el principal cliente de su industria armamentística. Los europeos se han plegado a casi todas las demandas de Trump, como antes a las de Joe Biden. De no creerse la invasión rusa, a ser los más refractarios hacia las negociaciones con Vladimir Putin. De arrastrar los pies para gastar en armamento, a marchar entusiasmados hacia el rearme. De comprarle gas y petróleo a Rusia, a sancionar a su proveedor. Igual con China. De comerciar toda clase de productos, a poner algo de mala cara. De hecho este último es el único frente internacional, a parte de la guerra de Ucrania, en el que la UE aún se atreve a mantener una posición ligeramente diferente de la de EE.UU.
En verdad, Europa no ha hecho nada para merecer semejante maltrato. Bueno, más allá de mantener un modelo de democracia que Trump no quiere que sus compatriotas puedan comparar con el suyo. En eso, China y Rusia no molestan. Como ha señalado el historiador Rutger Bregman en este diario: “¿Esperamos que se celebren elecciones normales [en EE.UU.] en el 2026 o el 2028? De hecho, ¿esperamos que eso ocurra con la trayectoria actual, cuando el entorno de Trump vende gorras para el 2028?”, pese a que no podría presentarse.
Es necesario buscar una explicación al giro de Trump, más allá de su ególatra volubilidad: hoy puede pensar una cosa, mañana la contraria y al día siguiente ambas a la vez. Cuesta asumir que los norteamericanos acepten repartirse el mundo con Rusia y China. Han participado en dos guerras mundiales y decenas locales para ser la gran potencia hegemónica. Y para conseguirlo, al final de la primera de ellas, su presidente Woodrow Wilson no dudo en abrir negociaciones de paz unilaterales y directas con Alemania sin consultar con sus dos grandes aliados, Reino Unido y Francia, para gran irritación de estos. Episodio que evoca, con muchas limitaciones, es verdad, lo que Trump hace ahora con Putin.
Trump alecciona a los líderes europeos en la Casa Blanca en agosto pasado
La hegemonía económica de EE.UU. dista mucho de ser tan apabullante como en 1945, al término de la Segunda Guerra Mundial. Ahora su peso relativo es menor y China les mira de tú a tú. Pero las fuerzas vivas de la economía y el Ejército de EE.UU. no pueden desescalar, replegarse hacia una encogida zona de influencia. Es incompatible con la escala de sus capacidades y aspiraciones. Necesitan más mercados y más cuota en todos ellos. Y más recursos para financiar el despliegue militar. Compartir el mundo solo puede ser un escenario inestable, efímero y débil.
La ultraderecha que alienta EE.UU. tiene la misión de romper Europa para acabar con sus regulaciones
Como ponen de manifiesto, por ejemplo, las grandes firmas tecnológicas, las siete magníficas, quieren comerse el mundo. Último ejemplo, el éxito de Jensen Huang, presidente ejecutivo de Nvidia, al conseguir que Trump le autorice la venta a China de chips H 200, los segundos más avanzados fabricados por la empresa, que testimonia la ambición de conquistar todos los mercados, incluso cuando los resultados estratégicos podrían acabar siendo negativos.
Una explicación alternativa para el odio a Europa podría ser que la debilidad relativa de EE.UU. le obliga a plantear una ofensiva por etapas en su plan para renovar su hegemonía mundial. Y ahí sí que Europa puede ser una etapa intermedia asumible, un objetivo más fácil. Es la única que no se ha resistido hasta el presente.
Para las empresas norteamericanas, Europa sigue siendo, tras el doméstico, su mercado preferente y de más renta. En China hay muchos millones de consumidores de muy alto poder adquisitivo, pero el acceso a ellos está controlado, restringido, por el poder político de Pekín. Que le pone obstáculos muy serios y privilegia a sus propios campeones nacionales.
En Europa las empresas norteamericanas también enfrentan problemas, pero la debilidad de Bruselas y el resto de capitales es manifiesta. Y Trump articula su tenaza para presionar. Por un lado, fomenta la hostilidad rusa y le permite a Putin proyectar su siniestra sombra sobre el este del continente, manteniendo viva la carrera de armamentos, el suculento negocio del amigo americano. Por el otro, alienta, anima y financia los partidos de extrema derecha, con los que además de compartir algunos importantes elementos ideológicos –rechazo de la inmigración, desprecio por las libertades básicas, odio al Estado del bienestar– coincide en el rechazo a la estructura de la UE. Algunas informaciones señalan que el presidente de EE.UU. desearía que Italia, Polonia, Hungría y Austria abandonaran la UE.
En el caso de Trump, especialmente por interés económico; en el de los grupos europeos de extrema derecha, por su nacionalismo. No cuesta imaginar en qué quedarían las regulaciones europeas si estas competencias descendieran a la escala de los diferentes estados. En nada. La resistencia de los estados individuales sería fácil de vencer. Y ese es un objetivo central de las grandes multinacionales de EE.UU. que están detrás de la ofensiva trumpista.
Tras el asalto a Europa, el trumpismo podría presionar con más fuerza a su gran rival: China
Con un control reforzado sobre el continente y sus principales estados pagando el impuesto armamentístico, ahora del 5%, más adelante podría ser mayor y con sus economías al servicio de sus grandes multinacionales, el trumpismo podría plantearse, después, tras cebarse, imponer condiciones al gigante chino, aislado tras las concesiones a Putin. Pero para eso hay mucho que cambiar en Europa, comenzando por el reparto de los presupuestos públicos, descargándolos de los gastos sociales del Estado del bienestar. Para eso están también los amigos de la ultraderecha, esos fieles sirvientes.
