Que no falten hoteles de lujo en Londres

Gastarse 2.200 euros en dormir (lo que cuesta por término medio una noche en el Hotel Claridge, y sin que sea una suite) es calderilla para los llamados en el sector hospitalario “individuos con alto poder adquisitivo”, un eufemismo para no decir ricachones. Y como Londres es uno de sus destinos favoritos del planeta (la ciudad europea más visitada), los establecimientos de cinco estrellas han proliferado -y lo siguen haciendo- como rosquillas.

En verano se inaugurará el Chancery Rosewood en lo que era la antigua embajada de los Estados Unidos en Grosvenor Square; la cadena Six Senses va a convertir en hotel el cascarón de los grandes almacenes Whiteleys en Bayswater; Cambridge House (del grupo Auberge Resorts Collection) ocupará las instalaciones del antiguo club naval y militar In and Out en Mayfair; la capital inglesa tendrá pronto su primer Waldorf Astoria (de Hilton) en el Arco del Almirantazgo, desde cuyas ventanas se podrán seguir los desfiles reales… Y todo ello al poco tiempo de la llegada del Península y el Raffles y con un tercer Mandarín Oriental en camino con lo cual la oferta de habitaciones de lujo va a superar las veinticinco mil.

Los clásicos de la ciudad se han reformado para poder competir y mantener su clientela

La cuestión es si acaso no serán demasiadas, porque algunos hoteles de gama alta se han visto obligados a reducir tarifas (algo que generalmente intentan evitar a toda costa) en vista del descenso de la ocupación como resultado de la competencia, abundan las ofertas de cuatro noches por el precio de tres o tres por el precio de dos, los desayunos gratis y los cupones para un descuento en el restaurante con estrella (o estrellas) Michelín.

Escalera del Hotel Raffles de Londres

Escalera del Hotel Raffles de Londres 

Grain London Ltd

La pugna por atraer a la clientela estadounidense, china y de los países del Golfo se ha vuelto feroz, y cada establecimiento intenta ofrecer algo únicamente lujoso (ya no sorprenden las flotas de Rolls Royce a disposición de los huéspedes, los mayordomos personalizados o los restaurantes con chefs mundialmente famosos). El Península ha decidido que no es suficiente que los cuartos de baño sean de mármol de Carrara con grifos dorados, sino que han de ser de ónix, y en su azotea ha instalado un lounge para fumar puros habanos; el Raffles de Hyde Park Corner recibe prestados cuadros de la National Portrait Gallery que cuelga de los espacios públicos y las suites de súper lujo.

En los dos últimos años se han abierto 15 hoteles de súper lujo, y varios más están a punto de hacerlo

La aparición de competencia de tan alto calibre ha obligado a renovarse a los clásicos de la ciudad. El Browns (el más antiguo, de 1832) ofrece una suite decorada por Paul Smith cuyos muebles se pueden comprar; el Ritz (su high tea se supone que es el mejor) ha excavado un sótano de cinco pisos para un gimnasio, una piscina y un spa de dos niveles; el Savoy del Strand (donde el chef Auguste Escoffier inventó el postre de melocotón en almíbar peach melba y se lo dedicó a la soprano Nellie Melba, que era bastante golosa, y en cuyos aposentos han dormido la princesa Margarita, Marilyn Monroe y Sophie, entre muchas otras celebridades) se ha hecho un buen lavado de cara; lo mismo que el Dorchester, que no pierde ocasión de recordar que ha tenido entre sus huéspedes a Ian Fleming, el creador del agente 007. Pero todo ello queda muy lejos para los millonarios de hoy en día de menos de cincuenta años, y los establecimientos no han tenido más remedio que poner al día sus instalaciones para cobrar sus tarifas.

Los hoteles necesitan sorprender a los clientes con lujos cada vez más caros y ostentosos

El final de la pandemia supuso un enorme boom para la industria hotelera de lujo de Londres, con la gente decidida a gastarse el dinero que había tenido que ahorrar a la fuerza sin poder viajar durante un par de años. A ello se ha sumado el impacto de la inflación (costes adicionales en sueldos, energía, comida…) para que entre el 2019 y el 2024 los precios subieran por término medio en la gama alta un descomunal 42%, y que aquel turista que encontrase una habitación por menos de 1.200 euros en un cinco estrellas pudiera darse con un canto en los dientes. Ahora han empezado a normalizarse, e incluso a bajar, para combatir la desocupación.

De las 116.000 habitaciones de hotel que hay en Londres, un 17% son de superlujo, y desde el 2023 se han inaugurado 15 hoteles de la más alta categoría. Hay gente que paga cualquier cosa por la exclusividad, pero todo apunta a una considerable saturación del mercado.

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