La minería de Bitcoin en los Estados Unidos tiene una dimensión mundial significativa. Hoy en día, más del 35% del poder de hash en bitcoin proviene de este país. Y en pocos días, la dirigencia del país con segundo mayor poder minero del mundo cambiará, luego de que se decida el nuevo presidente en las elecciones de este 5 de noviembre.
¿Puede que el futuro de la actividad minera en EE.UU se vea afectado por los resultados de estas elecciones? ¿Pueden Donald Trump o Kamala Harris y sus gabinetes afectar de alguna manera a una industria cada vez más consolidada en el país?
Donald Trump: de pro-fíat a bitcoiner
“La minería de Bitcoin puede ser nuestra última línea de defensa contra una CBDC”. Esas palabras, que pudieron haber sido pronunciadas por un bitcoin antiestatista defensor de la privacidad, las escribió Donald Trump el 11 de junio de 2024 en redes sociales.
Tres años antes, el expresidente quería que la estadounidense fuese la moneda mundial, y dijo que no le gustaba bitcoin “porque es otra moneda que compite contra el dólar».
Apenas horas antes criticar a las CBDC y de proponer Bitcoin como alternativa en su post, el candidato a presidente de los Estados Unidos sostuvo una “mesa redonda” en el Mar-a-Lago Club, en Palm Beach, Florida, con algunos ejecutivos de empresas mineras. Se sentó con representantes de Riot Platforms, Marathon Digital Holdings, Terawulf, CleanSpark, Core Scientific, Arkon Energy, Cholla Energy y Exacore, varias de las más importantes del mundo.
«Nuestra industria tiene la intención de hacer que bitcoin y las criptomonedas sean un tema definitorio para las elecciones de 2024», dijo David Bailey, organizador de la mesa redonda con Trump, según una información exclusiva del medio CNBC.
Acto seguido, Bailey aseguró que la industria de bitcoin y las criptomonedas se comprometía a contribuir de una manera nada modesta con la campaña del presidente. La promesa: “recaudar más de USD 100 millones y atraer a más de 5 millones de votantes para el esfuerzo de reelección de Trump».

Donald Trump pasó, en el lapso de unos pocos años, de «Bitcoin, it just seems like a scam” (traducción: Bitcoin parece una estafa) en 2021, a considerar que Estados Unidos debería ser el país dominante en minería del criptoactivo por encima de China, su máximo competidor. También a prometer liberar a Ross Ulbricht y despedir a Gary Gensler.
“Me aseguraré de que el futuro de las criptomonedas y el bitcoin se haga en los EE. UU”, dijo en Nashville, Tennesse, durante la Bitcoin Conference 2024, como reportó CriptoNoticias. Este cambio de extremo a extremo en la opinión sobre Bitcoin se operó, seguramente, bajo la influencia de sueños políticos como los inducidos por donaciones. “Por eso estoy orgulloso de ser el primer gran partido nominado en la historia americana en aceptar donaciones en Bitcoin y criptomonedas. Desde que hicimos ese anuncio en mayo 21, ya hemos recolectado 21 millones de dólares en bitcoin, criptomonedas y otros”, también dijo en la conferencia.
Hasta que no se demuestre lo contrario, lo que solo es posible de salir electo presidente, la amistad entre Trump y Bitcoin obedece a razones presupuestarias y de campaña con vistas al día de la elección, el 5 de noviembre.

Pese a que el apoyo a bitcoin obedece a necesidades de financiar su campaña,Trump ha demostrado un conocimiento mínimamente eficiente de la terminología y el lenguaje “coiner”, lo que facilitó su comunicación con el sector de la población estadounidense cercana a la economía con criptoactivos.
Ese detalle le consolida como la alternativa presidencial más apta para los intereses de la comunidad que usa criptomonedas.
Escenario Uno: Donald Trump gana las presidenciales de 2024
Independientemente de si Donald Trump ve en bitcoin la próxima moneda de reserva mundial cuyo control geopolítico debe asegurar los Estados Unidos por el bien de un futuro próspero; o de que vea en ella otra moneda más, una con senda industria en torno capaz de posicionar al país como vanguardia tecnológica y traer crecimiento económico; con independencia de si el apoyo a bitcoin es nada más que una vía segura de obtener apoyo y diferenciarse del partido demócrata y de Kamala Harris, su oponente en las elecciones, las perspectivas sobre la minería de bitcoin en los Estados Unidos con Trump son positivas.
El tamaño de este efecto es lo que puede variar según bitcoin y las criptomonedas, que Trump suele ponerlas en el mismo escalafón, vayan subiendo o bajando en su agenda de prioridades.
Si Donald Trump piensa de verdad que “bitcoin es la última línea de defensa contra las CBDC”, producir bitcoin en los Estados Unidos a la vez que limitar la influencia de la SEC sobre el criptoactivo y la industria de criptomonedas será una necesidad.
En un escenario así, la minería de bitcoin tendrá un desarrollo próspero en el país, sea en el ámbito público y gubernamental, mediante las famosas reservas en bitcoin; o en la esfera privada y en el sector industrial, favoreciendo a las empresas y economía del país por igual.
Si, en cambio, la de bitcoin y las CBDC fue una línea aprendida de memoria, y Trump no tiene ninguna intención real en dar preeminencia a Bitcoin, es probable que la minería de BTC continúe con su curva de crecimiento que empezó en 2020. Ese año tenía solo el 0.30% del hashrate mundial de bitcoin para noviembre del 2020; en septiembre del 2024, ya dominaba hasta el 37% del hashrate.
Si gana Trump, el escenario menos probable es que el expresidente se desdiga de su discurso pro-bitcoin, y vuelva a la línea de defensa, pero en favor del dólar. Como para Trump, bitcoin compite contra el dólar americano, el nuevo gobierno de la nación estadounidense sería continuista del actual, que desincentiva el uso de bitcoin y no se caracteriza por su suavidad y tolerancia con la industria.
Kamala Harris: un camino de incertidumbre para la industria
Como reportó CriptoNoticias, Kamala Harris, de 60 años de edad, aún no ha tomado una postura clara y oficial sobre bitcoin y las criptomonedas. Por esta razón, el destino de la minería de bitcoin en Estados Unidos bajo Harris parece más desalentadora que con Trump.
En general, la campaña política de Harris ha aludido menos al grupo poblacional que usa criptomonedas, y muchas personas consideran que es un tema desatendido por su administración como vicepresidenta del país.
Desde la comunidad más cercana a las criptomonedas, Kamala Harris es vista como el candidato presidencial menos idóneo para favorecer esta industria. Esta “aversión” a Kamala Harris proviene de que esta anunció una «agenda de oportunidades para los hombres negros» en el uso de criptoactivos.

Esta agenda introduciría regulaciones basadas en criterios sociales de raza, lo que parte de la comunidad interpretó como un criterio ajeno a Bitcoin, un sistema descentralizado abierto para todos, que no puede discriminar a las personas según rasgos identitarios.
Escenario Dos: Kamala Harris gana las presidenciales de 2024
A diferencia de Trump, cuyo discurso es menos estadista y promueve la libre iniciativa, Kamala hace énfasis en las regulaciones y la protección al consumidor. «Fomentaremos tecnologías innovadoras como la IA y los activos digitales, al tiempo que protegemos a nuestros consumidores e inversores», dijo en septiembre del 2024, cuando por primera vez mencionó a las criptomonedas como parte de su agenda.
Pese a que movimientos no oficialmente ligados con Harris han intentado abrir una vía de comunicación con la industria de las criptomonedas, la agenda de esta candidata sobre el tema yace en un limbo.
Es difícil, pues, predecir qué pasaría con la minería de bitcoin y las criptomonedas en Estados Unidos si Kamala Harris fuese presidente electa.
Por su énfasis inicial en la regulación y su desconocimiento de la industria, hace pensar que lo más probable es que lleve una agenda continuista con la administración de Joe Biden.
Esta línea continuista parece más clara si se toma en cuenta de que Biden y Harris pertenecen al mismo partido político, y fungen como presidente y vicepresidente de los Estados Unidos.
En materia de energía, se puede deducir algo sobre una hipotética postura de Harris respecto a la minería.
Como lo mencionada un medio de política estadounidense, la vicepresidenta junto a Joe Biden ha prohibido la actividad petrolera en millones de acres en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, de Alaska. También se considera que ha “ralentizando” los permisos de perforación.
Ciertas medidas en política económica habrían aumentado también el costo de la electricidad, lo que no es conveniente para la industria, en general, ni la minería de Bitcoin en particular.