-
Coexiste la percepción de que bitcoin es activo de refugio, pero también activo de riesgo.
-
Que esto ocurra, es un indicio de que bitcoin aún está en sus primeras etapas de adopción.
El mercado de bitcoin (BTC) y las criptomonedas vivió una semana de alta tensión, marcada por la volatilidad que se desató tras una publicación en TruthSocial del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el pasado viernes.
El anuncio de una posible imposición de aranceles masivos a productos provenientes de China funcionó como un catalizador que sacudió no solo a las bolsas tradicionales, sino también al mercado de bitcoin. La moneda digital vio su precio desplomarse desde niveles cercanos a los 126.000 dólares hasta un mínimo en torno a los 102.000 dólares en cuestión de horas.
La caída fue violenta y tuvo un efecto dominó sobre los traders que utilizan apalancamiento. Según datos de mercado, la jornada del viernes 10 de octubre se saldó con una de las mayores liquidaciones en la historia reciente, tal como lo reportó CriptoNoticias.
Sin embargo, la tormenta amainó con la misma rapidez con la que llegó. Al comenzar la presente semana, un tono más conciliador por parte de la administración estadounidense calmó los ánimos de los inversores.
La simple sugerencia de que las tensiones podrían empezar a disiparse fue suficiente para que bitcoin iniciara una notable recuperación, escalando nuevamente por encima de la marca de los 115.000 dólares y demostrando una resiliencia que sorprendió a muchos.

La doble narrativa que define a bitcoin
Para entender por qué bitcoin reaccionó de esta manera, primero cayendo bruscamente y luego recuperándose con vigor, es fundamental analizar las dos narrativas principales que compiten por definir su identidad en el portafolio de los inversores.
Por un lado, una parte significativa del mercado todavía percibe a bitcoin como un activo de riesgo. Desde esta perspectiva, la moneda digital se asemeja a las acciones de empresas tecnológicas o a los mercados emergentes.
Son activos que tienden a prosperar en un entorno de estabilidad económica y optimismo, pero que sufren fuertes correcciones cuando el miedo y la incertidumbre se apoderan de los mercados.
Cuando surge una amenaza de guerra comercial, como la del pasado viernes, la reacción instintiva de muchos inversores es reducir su exposición al riesgo y refugiarse en activos más estables y líquidos, como el dólar estadounidense. Esta «huida» explica la venta masiva inicial que afectó a bitcoin.
Julián Colombo, director general de Bitso Argentina, explicó en un comunicado compartido con CriptoNoticias que «la caída de bitcoin y otros activos digitales se explica, sin dudas, por el anuncio de la fijación de tarifas comerciales desde EE. UU. a productos chinos. A partir de entonces, se empezaron a registrar caídas en el precio de todos los activos, o de la gran mayoría».
Por otro lado, existe una narrativa creciente y cada vez más sólida que posiciona a bitcoin como una reserva de valor o «oro digital». Quienes defienden esta tesis se apoyan en sus características fundamentales: una oferta finita y predecible de 21 millones de unidades, su naturaleza descentralizada que lo hace resistente a la censura y a la manipulación por parte de gobiernos o bancos centrales, y su portabilidad a través de fronteras.
Desde este punto de vista, bitcoin no es un activo para especular a corto plazo, sino un refugio para proteger el patrimonio a largo plazo frente a la devaluación de las monedas fíat y la inestabilidad geopolítica.
Bitcoin está aún en sus primeras etapas de adopción
La pregunta que surge, entonces, es: si bitcoin es un «oro digital», ¿por qué su precio se desploma precisamente cuando hay pánico en los mercados, un escenario donde una reserva de valor debería brillar?
Eso se responde teniendo en cuenta la madurez del mercado y la fase de adopción en la que se encuentra el activo.
La narrativa de bitcoin como reserva de valor aún no está masivamente asentada en la conciencia de todos los inversores globales. Si bien ha ganado una tracción inmensa en los últimos años, con la entrada de grandes instituciones y fondos cotizados en bolsa (ETF, por sus siglas en inglés), su historia es corta en comparación con los miles de años del oro.
En momentos de crisis aguda e inesperada, el comportamiento aprendido por la mayoría de los actores del mercado es liquidar los activos más volátiles para obtener efectivo. En este contexto, la característica de «activo de riesgo» de bitcoin se impone temporalmente.
Sin embargo, lo que diferencia a bitcoin de otros activos especulativos es la velocidad de su recuperación.
La rápida compra de la caída por parte de inversores con una convicción a largo plazo demuestra que la tesis del «oro digital» actúa como un poderoso soporte. Cada vez que el precio cae por factores exógenos, un contingente de compradores interpreta la baja no como una debilidad, sino como una oportunidad para acumular el activo a un precio descontado.
El camino hacia la consolidación de bitcoin como reserva de valor
A largo plazo, existen argumentos sólidos para pensar que la característica de «activo de riesgo» de bitcoin irá perdiendo peso frente a su rol como reserva de valor. Varios factores impulsan esta transición.
El primero es su escasez programada. En un mundo donde los bancos centrales responden a las crisis con una expansión monetaria sin precedentes, un activo con una oferta matemáticamente inalterable se vuelve cada vez más atractivo. La política monetaria de Bitcoin es su principal fortaleza.
El segundo es el creciente reconocimiento institucional. La aprobación de los ETF de bitcoin al contado en Estados Unidos ha abierto las puertas a un flujo masivo de capital institucional que, por su naturaleza, tiende a invertir con horizontes temporales más largos. Estos grandes jugadores no se asustan por la volatilidad de un fin de semana; invierten en bitcoin basándose en su potencial macroeconómico a una década vista.
En este sentido, Colombo añade una perspectiva a futuro:
Más allá de las recientes correcciones, consideramos que la tendencia alcista de bitcoin a mediano y largo plazo permanece intacta. Su escasez programada, sumada al creciente reconocimiento institucional, continúa fortaleciendo su posición como activo de resguardo. La incorporación de BTC en portafolios de fondos y empresas ha contribuido de manera significativa a su legitimación como reserva de valor.
Julián Colombo, director general de Bitso Argentina.
En conclusión, el reciente episodio de volatilidad vinculado a los aranceles entre EE. UU. y China ha sido una clase magistral sobre la personalidad actual de bitcoin en los mercados globales.
Bitcoin actúa como un sismógrafo que reacciona a los temblores macroeconómicos como un activo de riesgo, pero se apoya en una base cada vez más sólida de inversores que lo entienden como la reserva de valor del siglo XXI.
A medida que su adopción crezca y su papel se consolide, es probable que su comportamiento ante futuras crisis sea cada vez más parecido al del oro y menos al de una acción tecnológica.