
La sociedad brasileña permanece dividida respecto a la condena de 27 años y tres meses de cárcel a Jair Bolsonaro por liderar un intento de golpe de Estado tras perder las elecciones presidenciales en 2022, que incluía un plan de asesinar al actual presidente Luiz Inacio Lula da Silva y a Alexandre de Moraes, el juez que ha coordinado la investigación.
Sin embargo, y pese a esta “polarización lógica” , según resumió ayer un analista en Rio, la noticia de la histórica condena fue recibida en un ambiente de paz y calma ayer en las calles de las grandes ciudades brasileñas, sin protestas importantes del movimiento bolsonarista.
Lo que sí puede perturbar la paz social brasileña y el funcionamiento ordenado del Estado de derecho brasileño no proviene de Brasil sino de Washington, tras las últimas amenazas y comentarios incendiarios de los aliados de Bolsonaro: Donald Trump, el secretario de Estado Marco Rubio.
Las declaraciones y sanciones de Trump pueden perturbar la paz tras la condena
Rubio calificó la condena el jueves como “una caza de brujas” y repitió el mensaje utilizado en la propaganda de llamado gabinete de odio bolsonarista de que el juez Moraes es un “sancionado violador de derechos humanos” por su castigo a los golpistas. Esto pese a que Moraes es de ideología conservadora aunque consciente, a diferencia de Rubio y Trump , de la importancia de la separación de poderes. Se espera mas medidas de castigo de EE.UU. en los próximos días.
Según sondeos realizados antes de la decision, cerca de la mitad de los brasileños apoya la decisión de condenar a Bolsonaro y a siete militares y políticos ultraconservadores cómplices en la trama golpista.
Estos urdieron, a través de 13 actos a lo largo de 2021 y 2022, según el STF, un intento de ruptura democrática que incluyó constantes acusaciones sin fundamento de fraude electoral y llamamientos a la acción, el uso de una tropa de élite militar conocida como los kids pretos para tomar el poder en una llamada llamada Operación Puñal Verde y Amarillo, y campamentos delante de los cuarteles que sirvieron como bases para el asalto a las sedes de los tres poderes en Brasilia el 8 de enero del 2023.
Un porcentaje algo menor de los brasileños considera la condena fruto de un complot entre Lula —encarcelado injustamente por corrupción en 2018 y sacado de la cárcel más de un año después por el mismo STF debido a las irregularidades en su juicio— y jueces políticamente motivados.
Esta idea extravagante de una conspiración “comunista” entre Lula y los jueces está compartida por la administración Trump que ha sancionado a Brasil con aranceles del 50% para algunos productos y ha prohibido a los jueces visitar Estados Unidos bajo la llamada Ley Magintsky que suele ser utilizado contra terroristas y verdaderos responsables de violaciones de derechos humanos.
Trump, que fue ayudado por la presidencia de Bolsonaro durante sus años fuera del poder, se puso en la piel de Bolsonaro,:“Querían hacer lo mismo conmigo pero no pudieron”, dijo en referencia a sus propias denuncias a una inexistente fraude en las elecciones estadounidenses del 2020.
De ahi se explica la insistencia de la administración en su castigo a los jueces brasileños: la condena a Bolsonaro sienta un precedente democrático peligroso para el presidente estadounidense, de como responder a los bulos sobre fraudes electorales y los ataques a las instituciones de la democracia.
Asi mismo, todo indica que los intereses del Big Tech en Silicon Valley, donde los magnates de la inteligencia artificial, desde Elon Musk hasta Mark Zuckerberg, quieren vengarse del juez Moraes, por atreverse a cerrar sus redes durante varias semanas en el 2024, Mortaes las acusó de ser un conducto de falsas noticias de la extrema derecha y llamamientos al golpe lo cual desató la primera ofensiva contra Brasil por violar los derechos de expresión y la libertad.
La única esperanza para Bolsonaro es “una intervención externa”, dijo el analista Jorge Chaloub, de la Universidad Federal de Río de Janeiro. “No me refiero a que los marines lleguen a Copacabana, pero Trump podría crear una situación de caos”.
Queda un último recurso de trámite para Bolsonaro cuyos abogados pueden “aclarar cualquier contradicción o opacidad en la decisión del STF” en las próximas semanas, según un abogado consultado.
Pero nadie duda de que el ex militar -y admirador de la dictadura militar que gobernó en Brasil entre 1964 y 1985- irá a la cárcel. Eso sí, los expertos consultados coincidían en que es poco probable que cumpla la pena íntegra —probablemente ejemplar, dada la historia de golpes en Brasil— que el diario Folha de São Paulo calificó como “justificada pero excesiva”.
La condena está ”justificada pero excesiva”, sostiene el diario Folha de Sao Paulo
Se pretende aplicar una sentencia de tres años de carcel cerrada y el resto en regimen abierto que le permitiría salir a trabajar fuera y volver a dormir a la prisión, pasando los fines de semana y los días festivos en la prisión.
Con problemas de salud física y psicológica —algunos relacionadas con las secuelas del intento de asesinato con arma blanca que sufrió en 2018— Bolsonaro tiene posibilidades de beneficiarse de una reducción de su pena o incluso un indulto.
Queda también la opción de la ley de amnistía que se debate en el Congreso. Auqnue “es difícil que una ley de amnistía se aplique a Bolsonaro; será para los actores menores en el golpe”, dijo Chaloub, de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Se esperan en los próximos dias manifestaciones en contra de la decisión. Algunos activistas pro Bolsonaro incluso previeron violencia. “Habrá grandes protestas en todas las capitales”, dijo un organizador bolsonarista en el estado de Pará, en una conversación telefónica. “Puede ocurrir lo mismo que en Nepal.”
Pero esto parecía hipérbole dirigido a los medios de comunicación . Todo indica que, como ha ocurrido en lso ulitimso mese, las protestas serán pacíficas y ritualizadas,
Un detalle muy brasileño se dio en la capital ayer, cuando un grupo de vendedores de banderas brasileñas e israelíes —las que a los bolsonaristas suelen llevar a las manifestaciones— comparecieron delante de la sede del grupo mediático Globo sin que ni un solo manifestante apareciera.
La importancia del voto del núcleo duro bolsonarista, tal vez un 30% del electorado, se demostró en las reacciones de los pre candidatos que pretenden participar en las elecciones presidenciales que se celebrarán en el verano del año que viene.
“Es una sentencia injusta con una pena desproporcionada”, dijo Tarcísio de Freitas, el gobernador de São Paulo que se ha comprometido a indultar a Bolsonaro en caso de ganar las elecciones. Este es un requisito necesario para poder competir con otros posibles candidatos por el voto bolsonarista: sus hijos, Flavio y Eduardo, que vive en Texas, y su mujer Michelle.
No se palpa en Brasil la crispación de los años de la presidencia de Dilma Rousseff (2011-2016), cuando millones de brasileños conservadores se lanzaban a la calle para exigir el encarcelamiento de Lula o la del propio Bolsonaro (2018-2022) con sus constante llamamientos a la ación directa.
Tampoco se oyeron desde los balcones los gritos de alegría que resonaban en los barrios de clase media cuando Lula fue encarcelado en 2018.”Nadie cumple el deber de la condena criminal con alegría”, dijo Flavio Dino, actual juez y exministro de Justicia de Lula.
En las calles de Río, las reacciones a la histórica sentencia eran más de indiferencia que de entusiasmo o rabia. “Que vaya a la cárcel; pero yo no soy ni del uno ni del otro”, dijo, en referencia a Lula y a Bolsonaro, el dueño tras servir un plato de sardinas fritas en un bar donde el partido de Botafogo y Vasco generaba más emoción que el STF.
Un grupo pequeño de simpatizantes del expresidente se concentró delante de la casa de Bolsonaro, donde el exmandatario está confinado bajo arresto domiciliario y con un grillete electrónico sujeto al tobillo. Sin poder hacer declaraciones públicas, por las restricciones impuestas por el poderoso juez Moraes, solo los hijos de Bolsonaro podían expresar su rechazo a los jueces:
“Condenan a un inocente que se atrevió a no doblegarse ante un dictador llamado Alexandre de Moraes”, afirmó en X el hijo mayor del expresidente, el senador Flávio Bolsonaro. Comparó a Bolsonaro con el influencer conservador asesinado en EE.UU. Charlie Kirk
“Ha sido un día malo pero no es el fin de la guerra”, añadió Eduardo Bolsonaro, en inglés, para el consumo de sus muchos seguidores del movimiento Make America Great Again . Luego agregó, en portugués, una defensa de adoptar más sanciones contra Brasil junto al mensaje: : ”¡Pueblo brasileño! ¡El mundo va a oir nuestra voz!”