Rebrote católico

“Apolonio de Tiana prometió a los efesios que les iba a liberar de la peste. Los reunió en la plaza y ordenó que se colocaran en círculo alrededor de un mendigo solitario. Primero dudaron, ¿cómo iban a matar a un hombre que no les había hecho nada? Alguien lanzó una piedra, después otra, después otra… El mendigo tenía los ojos cerrados y los abrió al sentirse atacado. Su mirada de pánico excitó a los efesios. Aquellos ojos llenos de temor y de fuego les convencieron de que estaban ante un demonio y lo lapidaron con tanto ahínco que las piedras pronto formaron un gran túmulo alrededor de su cuerpo. Pasado ese momento, Apolonio les invitó a retirar las piedras y descubrieron que no era un mendigo. En su lugar vieron a una bestia que parecía un perro de presa tan grande como un león…”

Leí hace años esta historia en un libro de René Girard (1923-2015), antropólogo francés cuya obra se ha puesto de moda en la corte de Donald Trump, el nuevo rey de los Estados Unidos de América. El libro se titula Veo a Satán caer como un relámpago (Anagrama, 2006). Un titular llamativo, sin duda alguna. En ese libro Girard aborda la eclosión del victimismo en las sociedades modernas y contrasta ese fenómeno con el original mensaje cristiano. Como en otras de sus obras, el autor sostiene que los Evangelios son una denuncia del chivo expiatorio. El episodio de Apolonio de Tiana no es inventado. Apolonio existió y su Tiana natal se hallaba en la actual Capadocia turca. Siglo primero de nuestra era. Seguidor de Pitágoras, fue un sabio itinerante, un místico al que se atribuían curaciones y resurrecciones, razón por la cual algunos relatos antiguos llegaron a presentarlo como el ‘rival pagano de Jesucristo’. Apolonio ordenó lapidar a un mendigo para liberar Éfeso de la peste, y Jesús detuvo la lapidación de una mujer acusada de adulterio. “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojarle la piedra”.

Tesis central de Girard: la violencia se halla en el origen de las sociedades humanas. La violencia es mimética porque surge del deseo de imitarnos unos a otros, lo que conduce a la rivalidad por los mismos objetos. Para disolver la tensión y la violencia colectiva, la multitud es tendente a desviar toda la agresividad hacia un solo individuo o grupo, al que se culpa de todos los problemas. Ello conduce a una falsa pacificación, hasta que recomienza el ciclo violento. La novedad del cristianismo, sostiene el antropólogo francés, consistió en denunciar la violencia mimética. Jesús puso la otra mejilla.

PARIS, FRANCE - SEPTEMBER 20: Rene Girard, French philosopher, poses during a portrait session held on September 20, 1990 in Paris, France. (Photo by Ulf Andersen/Getty Images)

René Girard en París en 1990. 

Ulf Andersen / Getty Images

Mientras en otras latitudes del mundo se seguían realizando sacrificios humanos para calmar a los dioses, los antiguos griegos lapidaban a mendigos y enfermos mentales para ahuyentar la desgracia. A la víctima propiciatoria la llamaban pharmakós, palabra que significaba al mismo tiempo remedio y veneno. Fármaco. Los judíos crearon un rito: seleccionaban dos cabras, una era sacrificada y a la otra el sumo sacerdote le confesaba los pecados cometidos por la comunidad y la enviaba al desierto, del que no volvería. Así nació la expresión chivo expiatorio, hoy tan utilizada, tan presente. La gran novedad del relato cristiano, según Girard, consiste en el freno de la violencia mimética, mostrando la inocencia de la víctima. Jesús, víctima inocente, desenmascara la lógica sacrificial. En el citado libro, Girard critica la proliferación de víctimas en la sociedad contemporánea como instrumento de lucha política. Si todo el mundo se presenta como víctima, la confusión va en aumento y se reaviva el enfrentamiento mimético. De nuevo hay que buscar un chivo expiatorio.

Leí a Girard hace más de quince años y no he olvidado esa imagen del mendigo aterrorizado que con su mirada de pánico excita la furia de quienes le están lapidando. Por ello me llaman mucho la atención las menciones al pensamiento de Girard en el círculo de Donald Trump. ¿Cómo pueden invocar a Girard quienes han optado por convertir el control de la inmigración en un espectáculo de crueldad que apela a la delación y al linchamiento? Pueden. Todo es posible en este mundo.

El más girardiano de todos es Peter Thiel, el gurú tecnológico que ha adoptado el papel de hombre misterioso. Fundador de la plataforma de pagos PayPal, es uno de los nuevos oligarcas de la alta tecnología. Actualmente es el propietario de Palantir Technologies, empresa inicialmente dedicada al análisis y seguridad de datos que se ha convertido en una de las principales contratistas del Pentágono. Thiel se confiesa interesado por el pensamiento cristiano –contrario al pensamiento del papa Francisco, puntualiza–, ha estudiado Filosofía y le gusta construir teorías futuristas sobre la vertebración del poder. Su conclusión es que democracia y libertad ya no son compatibles.

Peter Thiel, el más influente y el más enigmático de los hombres de Silicon Valley

Thiel, el más influente y enigmático de los hombres de Silicon Valley. 

K. Ota / Bloomberg

Sostiene que la vieja democracia liberal no podrá soportar las tensiones económicas, sociales y psicológicas que plantea la transición hacia un mundo altamente tecnificado, de manera que se impondrán fórmulas de gobierno más elitistas y tecnocráticas. Democracias más o menos formales controladas por las grandes corporaciones. Uno de sus secuaces, Curtis Yarvin, ingeniero de software que se ha hecho famoso por un blog de extrema derecha, propone abiertamente traspasar el poder a una monarquía autoritaria. Donald Trump sería el primer rey republicano de ese nuevo tiempo. En definitiva, si China está dirigida por un Comité Central tecnificado, Estados Unidos sólo podrá competir con China con una gobernanza parecida.

El Partido Comunista Chino ha rehabilitado a Confucio para reforzar la cohesión social. El principal ideólogo del partido, Wang Huning, recomendó hace años ese movimiento. El milenario código ético de Confucio ha estado durante siglos en la base de la meritocracia china.

Mediante una alianza de populistas y tecnólogos, Estados Unidos está construyendo ahora su gran chivo expiatorio: el inmigrante ilegal. El mendigo de Éfeso es el inmigrante mexicano atrapado ante las cámaras de televisión por media docena de forzudos agentes del ICE armados hasta los dientes. Su mirada despavorida excita al movimiento MAGA, lo cohesiona.

Y algunos consejeros del rey Trump sueñan con completar la faena con una Iglesia nacional-católica sometida a Washington, como hiciera Enrique VIII en Inglaterra al fundar la Iglesia Anglicana en el siglo XVI. Una potente iglesia nacional-católica que contribuya a la unificación, por encima de la enorme dispersión de las iglesias protestantes. Steve Bannon, el primer consejero de Trump, ha amenazado a Roma con un cisma y ahora propone la creación de un estado cristiano en Israel. Un estado judío, un estado palestino y un pequeño estado cristiano que controle los santos lugares. El Reino de Jerusalén bajo la protección de Estados Unidos. Sustraerle a Roma el patriarcado de Jerusalén.

El Papa León XIV recorre la plaza de San Pedro en Papamóvil por primera vez antes de la misa de inicio de su Pontificado, a 17 de mayo de 2025, en Ciudad del Vaticano. Con esta ceremonia se marca el inicio del ministerio petrino del estadounidense Robert Prevost, el Papa León XIV. Prevost se convierte así en el 267 Pontífice de la Iglesia tras el fallecimiento el pasado 21 de abril del Papa Francisco. Se espera la presencia de más de 150 delegaciones internacionales y cerca de 200.000 fieles.

El papa León XIV en la plaza San Pedro, Ciudad del Vaticano. 

Stefano Spaziani / Europa Press

¿Y todo esto qué tiene que ver con Girard? Thiel fue alumno de Girard en la Universidad de Stanford (California) y ha absorbido las ideas del maestro en su dimensión más pesimista. El mundo está abocado a nuevas oleadas de violencia mimética, que los nuevos desarrollos tecnológicos acelerarán. Habrá que recurrir a una cuidadosa selección de chivos expiatorios para lograr momentos de unificación y homogeneidad. Thiel fue el mentor de JD Vance, actual vicepresidente, católico converso que también lee a Girard. Así como el filósofo judío-alemán Leo Strauss acabó apareciendo como el gran inspirador intelectual del neoconservadurismo de principios de siglo, movimiento que defendía la expansión de la democracia liberal a toda costa (guerra de Irak), René Girard serviría ahora para justificar la teoría del lento estrangulamiento de la democracia. Algunos discípulos del antropólogo francés se han rebelado contra esa interpretación de su legado intelectual.

¿Y a todo esto qué dice la Iglesia católica? El nuevo Papa está afrontando la cuestión. Hay que leer con atención su reciente exhortación apostólica y sus últimos discursos. “Los Estados tienen el derecho y el deber de proteger sus fronteras, pero esto debe equilibrarse con la obligación moral de brindar refugio. No estamos presenciando el ejercicio legítimo de la soberanía nacional, sino graves crímenes cometidos o tolerados por el Estado. Se están tomando medidas cada vez más inhumanas para tratar a estos ‘indeseables’ como si fueran basura y no seres humanos”. Son palabras de León XIV el pasado jueves ante representantes de movimientos populares de todo el mundo reunidos en Roma con motivo del jubileo del 2025. (Movimientos que efectuaron una asamblea en un edificio okupado en Roma, en el que se celebró una misa).

No fueron palabras para salir del paso. León XIV se pronuncia contra la política del chivo expiatorio. Días antes pidió a los obispos de Estados Unidos que se pronuncien con claridad contra la política migratoria del gobierno Trump. En la exhortación apostólica Dilexi Te (‘Te he amado’), recientemente publicada, el nuevo Papa retoma la línea de Francisco y la subraya: los pobres deben estar en el centro de la Iglesia católica. León XIV no es Francisco, pero no es el neoconservador que algunos imaginaban hace unos meses. Francesco Olivo, corresponsal de La Vanguardia en Roma, está haciendo una muy buena cobertura del nuevo pontificado. Robert Francis Prevost es más formal que Jorge Mario Bergoglio, es más flexible con los tradicionalistas, y a la vez está aportando claridad conceptual a la doctrina social impulsada por Francisco. Sobre este último punto se observa estas semanas un significativo silencio mediático.

León XIV ha autorizado la celebración de una misa en latín en la basílica de San Pedro, celebrada el pasado sábado. No quiere que la vieja liturgia romana cristalice como signo de disidencia. Dos días antes dijo lo siguiente a los movimientos populares: “Tierra, techo y trabajo son derechos sagrados, por los que vale la pena luchar, y quiero que me escuchen decir: ‘¡Estoy con ustedes!’” En la actual fase de rearme de los imperios, la Iglesia de Roma aparece hoy como baluarte del universalismo, quizá el último baluarte del universalismo, mientras en Washington sueñan con una fuerte iglesia nacional-católica. (Al respecto, observen otro de los últimos gestos de León XIV: invitar a Roma, para rezar juntos en la Capilla Sixtina, al rey Carlos III de Inglaterra, jefe de la Iglesia Anglicana).

Este es el complejo momento católico. Un momento en el que la religión y los signos religiosos vuelven a interesar a sectores de la juventud. En España se ha comentado mucho estos días la iconografía del nuevo disco de Rosalía, titulado Lux, en cuya portada la artista evoca la figura de una monja. Rosalia Vila Tobella (Sant Esteve de Sesrovires, 1992), además de ser una gran intérprete, sabe vender. Ella y su equipo se esfuerzan en captar la dirección del viento. Hay mucha angustia en circulación. Hay deseos de repliegue, especialmente intensos en muchos jóvenes. El mundo les aturde. Ayer se estrenó la primera canción de ese nuevo álbum, titulada Berghain (célebre discoteca de Berlín), uno de cuyos versos, interpretado por la cantante islandesa Björk, dice lo siguiente: “La única manera de salvarnos es con intervención divina”. La letra se adentra después en territorios más apasionados. El videoclip de Berghain, muy sofisticado, mezcla clasicismo, la Orquesta Filarmónica de Londres, angustia vital, referencias visuales al Sagrado Corazón de Jesús y una alegoría franciscana.

Significativo momento católico. La Iglesia de Roma vuelve a captar la atención de los jóvenes por la vía de la quietud, el recogimiento y la tradición, a la vez que gana simpatizantes, muchos de ellos no religiosos, por la vía de una doctrina social que invita a la acción.

(Penínsulas tiene hoy un enfoque quizás demasiado alejado de la vibrante actualidad política. Quizás no tanto. El chivo expiatorio también se está rifando en España. Hace un año: “¡Puigdemont a prisión!”. Hoy: “¡Puigdemont, campeón, apruébanos la moción!”).

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