Horas después de que el presidente de EE.UU., Donald Trump, sacudiera el mundo con su anuncio de aranceles universales, su secretario de Estado, Marco Rubio, ha aterrizado en Bruselas para estrenarse en su primera cumbre de titulares de Exteriores de la OTAN. El exsenador por Florida ha querido mandar un mensaje de tranquilidad a sus socios diciendo que el compromiso de EE.UU. en la Alianza Atlántica no está en cuestión, pero sí que ha exigido a sus aliados que fijen un horizonte “realista” para gastar por lo menos un 5% del PIB en defensa para hacer frente a las crecientes amenazas mundiales.

El secretario de Estado de EE.UU. habla ante la prensa en su llegada a la cumbre de ministros de Exteriores de la OTAN
“EE.UU. está en la OTAN, activamente más que nunca”, ha aseverado Rubio ante las cámaras al entrar en la reunión, denunciado la «histeria de los medios internacionales y de algunos medios en EE.UU.” sobre la posición de Washington en la Alianza Atlántica. “Queremos salir de aquí entendiendo que estamos en el camino, un camino realista, para que cada uno de los miembros se comprometa y cumpla la promesa de alcanzar el 5% del gasto. Esto incluye a EE.UU.”, ha señalado.
La nueva Administración
Preocupación entre los aliados europeos por una posible reducción de la presencia militar estadounidense en el continente
El mensaje de Rubio busca apaciguar a los aliados europeos después de las dudas que han surgido no solo por la hostilidad de Trump al anunciar sus aranceles, sino después de que EE.UU. haya reiterado que la seguridad del continente depende de Europa porque Washington prefiere centrarse en el Indopacífico como principal teatro de operaciones. Los desplantes del presidente estadounidense –y el desprecio con el que se referían a Europa los miembros de su equipo, tal y como exponía el chat de Signal develado por The Atlantic– no han ayudado, ni tampoco las amenazas de anexionarse Groenlandia, territorio autónomo de Dinamarca, miembro de la OTAN.
Estas palabras, además de las acciones al retomar el contacto con Moscú y apartar a Europa de las conversaciones con Vladímir Putin, han planteado interrogantes sobre el futuro de la Alianza Atlántica y también sobre la continuidad del Artículo 5, es decir, la cláusula de defensa colectiva de la OTAN. Una de las preocupaciones comunitarias más inmediatas es un retroceso de las fuerzas estadounidenses presentes en el Viejo Continente, ante el miedo de que EE.UU. reduzca su presencia militar para concentrarla en Asia.

“No hay planes para que de repente reduzcan su presencia aquí en Europa”, ha comunicado el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, en su entrada a la cumbre. «Pero sabemos que Estados Unidos es la superpotencia que es, por lo que necesitan prestar atención a más frentes. Es muy lógico que tengan ese debate, y lo llevamos teniendo muchos años”.
Trump, insiste Rubio, “no está en contra de la OTAN”. “Está en contra de una OTAN que no tiene las capacidades que necesita para cumplir las obligaciones que el tratado impone a todos y cada uno de los Estados miembros. Nadie espera que vaya a ser capaz de hacerlo en un año o dos, pero el camino tiene que ser real”, ha subrayado, en un tono mucho más diplomático que el del jefe del Pentágono, Pete Hegseth, cuando agitó la reunión de la OTAN en Bruselas de febrero al decir que Ucrania debía olvidarse de su integridad territorial.
Además de Rubio, también ha sido el primer día en la OTAN el nuevo embajador de Estados Unidos ante la Alianza, Matthew Whitaker, el primer diplomático nombrado por la nueva Administración Trump. En un comunicado, sostiene que se estrena en el cargo “en un momento crítico de la historia de la alianza” y reitera que “la vitalidad de la OTAN descansa en que cada aliado aporte la parte que le corresponda”.