
Un paso atrás clamoroso, que no disipa las sombras sobre el cónclave. Tras algunas reuniones preliminares celebradas antes del funeral de Francisco, ayer comenzaron las primeras congregaciones generales propiamente dichas, las reuniones de los cardenales que preceden la entrada en la Capilla Sixtina. Además de fijar el inicio de los trabajos para el 7 de mayo, se abordó el debate más delicado: la presencia de Angelo Becciu en el colegio de electores del nuevo pontífice.
El cardenal italiano, condenado en primera instancia por un escándalo relacionado con el uso de fondos vaticanos y sancionado por Jorge Mario Bergoglio, anunció a sus colegas que estaba dispuesto a renunciar a su pretensión de participar en el cónclave. Una decisión que corre el riesgo de perjudicar indirectamente a quien insistió en excluirlo, el secretario de Estado saliente Pietro Parolin, considerado desde hace tiempo como el favorito para suceder a Francisco y ahora cuestionado, tanto por el ala progresista como por la conservadora, por su gestión del asunto.
Becciu habría dado marcha atrás “para no dividir a la Iglesia”, según una fuente cercana al cardenal
El tema, también desde el punto de vista formal, sigue abierto: “No se ha llegado a una deliberación”, explicó Matteo Bruni, portavoz de la Sala de Prensa, quien, sin dar más detalles, admitió que se discutió durante la reunión de ayer por la mañana.
Según lo trascendido en la Sala del Sínodo, Becciu, en un discurso muy emotivo, habría ofrecido su disponibilidad para dar un paso atrás “para no dividir a la Iglesia”, explica una fuente cercana a él, subrayando con fuerza su inocencia. Detrás de la decisión podría haber estado la conciencia de que el frente dispuesto a defenderlo se estaba desmoronando. El cardenal Giuseppe Versaldi, canonista y antiguo prefecto de la Congregación para la Educación Católica, visiblemente incómodo ante los micrófonos a la salida de la reunión, comentó: “El cardenal Becciu es una persona muy estimable. Pero no necesariamente una buena persona deja de poder hacer daño. No digo que Becciu haya hecho daño, pero hay que verificarlo. Ha habido un juicio, habrá una apelación, y ustedes saben que mientras no haya una sentencia definitiva, uno es inocente. Así que, verificaremos.”
No está claro si, a cambio, el colegio cardenalicio haya ofrecido alguna garantía sobre el futuro de su proceso judicial, que por ahora sigue en primera instancia.
La situación había adquirido tintes muy peligrosos para la serenidad de la sede vacante en vísperas de un acontecimiento tan importante. Las reconstrucciones eran diversas: Becciu sostenía que el Papa, en una conversación reciente, le había asegurado una resolución favorable. Además, en los últimos meses surgieron nuevas revelaciones sobre el proceso judicial, como la publicación de escuchas que pusieron en entredicho la imparcialidad del juez que, en diciembre del 2023, dictó la condena a cinco años y seis meses de cárcel por malversación y abuso de poder en la compra de un edificio en Londres.
El cardenal sardo, que sigue proclamando su inocencia (incluso renunciando a solicitar la gracia), recordaba que la decisión papal del 2020 de excluirlo de los llamados “derechos cardenalicios” no fue formalizada mediante un acto jurídico, sino comunicada únicamente a través de una nota de prensa.
Hasta la semana pasada, todo hacía pensar que, también para evitar posibles impugnaciones del cónclave, Becciu sería admitido. Así se habrían orientado, según varias fuentes, el camarlengo Kevin Farrell y el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, las dos máximas autoridades de la sede vacante.
Pero hubo otro golpe de efecto: en un artículo en el diario italiano Domani , el exdirector de L’Osservatore Romano , Giovanni Maria Vian, reveló que Parolin mostró a Becciu dos cartas mecanografiadas, firmadas con la “F” de Francisco, en las que se reiteraba su exclusión. La última de ellas lleva fecha del 24 de marzo, el día después de la salida del Papa del hospital.
Esta revelación dejó a los cardenales ante un dilema: ¿debemos contradecir la voluntad del Papa recién sepultado?
“La cuestión divide al cónclave antes de su inicio”, señala Vian a La Vanguardia , subrayando “el gesto de responsabilidad del cardenal hacia la Iglesia, que sin duda le habrá costado mucho”.
Hoy los cardenales deberán actuar para desactivar una bomba que ya ha enturbiado el clima previo al cónclave.