El temporal duró poco, pero fue fructífero. El martes 20 de marzo llegó como un maná caído del cielo, nunca mejor dicho, y descargó 36 litros de precipitaciones por metro cuadrado en La Solana, la mayor parte en forma de nieve.
Los primeros copos comenzaron a caer al filo de las nueve de la mañana, dieron una tregua a media tarde y regresaron, ya con menos fuerza, a primera hora de la noche. Después llegó el agua para rematar una faena de dos orejas y rabo, según los agricultores, habida cuenta que la nieve cayó “a su amor” y empapó los campos, tan necesitados de humedad tras un invierno especialmente seco. La nieve ni siquiera se heló, evitando las molestias añadidas en estos casos.
La estampa que dejó la nevada fue extraordinaria. De repente, los tejados, los parques y los campos de La Solana se cubrieron con un manto blanco que parecía una quimera a estas alturas del año. Eso sí, “el dinero que fácil viene, fácil se va” y el temporal zarpó tan súbitamente como atracó. La predicción del INM habla de estabilidad y ascenso paulatino de las temperaturas, con un sol radiante para los próximos días. Aunque todavía queda un mes, y a poco que llueva algo más, es posible que podamos atar el diablo mientras saboreamos un rico hornazo el día de San Marcos.