
La ruptura entre Donald Trump y Elon Musk se ha convertido en una batalla a fuego abierto. Después de intercambiar una serie de reproches cruzados a lo largo del jueves, el presidente ha amenazado a través de sus redes sociales con “poner fin a las subvenciones y contratos gubernamentales de Elon”, lo que ahora considera “la forma más fácil de ahorrar dinero en nuestro presupuesto, que asciende a miles de millones de dólares”.
Musk ha contestado con una grave acusación a través de su plataforma, X, en uno de las decenas de tuits que ha publicado dirigiéndose al mandatario: “Es hora de lanzar la gran bomba: Donald Trump está en los archivos de Epstein. Esa es la verdadera razón por la que no se han hecho públicos. ¡Que tengas un buen día, DJT!”. Poco después, Musk ha criticado los aranceles de Trump, que “causarán una recesión en la segunda mitad del año” y ha apoyado otra publicación en la que se proponía realizar un juicio político (impeachment) a Trump para poner al vicepresidente, J.D. Vance, de presidente.
Musk apoya realizar un juicio político a Trump y critica sus aranceles, que “causarán una recesión este año”
La relación entre ambos multimillonarios se ha inflamado durante la mañana. Sentado junto al canciller alemán, Friedrich Merz, en el despacho oval de la Casa Blanca, Trump ha monopolizado las declaraciones ante las cámaras previas a su reunión a puerta cerrada y se ha centrado más en cuestiones de política doméstica que en su relación con Alemania. No se ha cortado a la hora de hablar sobre la salida del Gobierno de Musk, que en la última semana ha dirigido una serie de demoledores críticas contra el proyecto de ley fiscal que Trump ha apoyado en el Congreso.
“Elon y yo teníamos una relación estupenda. No sé si seguirá siendo así”, ha dicho, y ha añadido que está “muy decepcionado” con él, pues “sabía mejor que nadie cómo se estaba trabajando la legislación y ahora, de repente, tiene problemas”. El republicano ha asegurado que las críticas de Musk se deben a que la iniciativa legislativa incluye recortes en los incentivos a los compradores de vehículos eléctricos, lo que afectará a la facturación de su principal empresa.
El consejero delegado de Tesla ha respondido al instante a través de su red social, asegurando que Trump mentía: “Falso, nunca me mostraron este proyecto de ley, ni una sola vez, y se aprobó en plena noche, tan rápido que casi nadie en el Congreso pudo siquiera leerlo”. En otra publicación, Musk acusaba a Trump de “ingratitud” y aseguraba que, sin su apoyo, “habría perdido las elecciones y los demócratas controlarían la Cámara de Representantes”.
El magnate donó más de 250 millones de dólares a la campaña del republicano, convirtiéndose en el principal contribuyente individual, y se volcó con actos por todo el país, en los que llegó a sortear millones de dólares entre quienes se registraran para votar. Aquello le valió un cargo en la Administración, como “empleado especial” o asesor de recortes, en el que ha acompañado a Trump desde su investidura el 20 de enero. 130 días después, abandonó la Casa Blanca. Tras su salida, que ambos millonarios intentaron vender como un divorcio amistoso, Musk ha elevado el tono de sus críticas contra el republicano y su legislación.
El hombre más rico del mundo, que hasta la semana pasada lideró el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), encargado de los recortes en la Administración, tachó de “abominación repugnante” la iniciativa legislativa apoyada por Trump y aprobada por un voto en la Cámara de Representantes, que afronta ahora un camino difícil en el Senado.
El megaproyecto de ley –catalogado por Trump como “grande y hermoso”, y el “más trascendental de la historia”– incluye algunas de las principales promesas de campaña de Trump, como la ampliación de la rebaja fiscal de su primer mandato, el aumento de recursos para las deportaciones y la defensa o profundos recortes de programas sociales. Pero, pese a que su objetivo era reducir el gasto, la oficina de presupuesto del Congreso reveló ayer que añadirá 2,4 billones de dólares a la deuda pública estadounidense en la próxima década.
En una serie de tuits, publicados después de la crítica de Trump desde el despacho oval, Musk rememora publicaciones antiguas del magnate en las que denunció el crecimiento de la deuda estadounidense. ”¿Dónde está este tipo ahora?”, se pregunta Musk en uno de estos mensajes.
Mientras los demócratas han dejado claro que no aprobarán una iniciativa destinada a aliviar la presión fiscal de los más ricos y recortar los programas sociales para los más pobres, los republicanos dependen de ellos mismos para sacar adelante la medida, que incluye algunas de las principales promesas de campaña de Trump. Pero sus divisiones son cada vez más profundas, a izquierda y derecha, y su ajustada mayoría en el Senado (53 a 47) solo les permite tres votos en contra. En caso de empate, el vicepresidente J.D. Vance decantaría la balanza.
Por un lado, al menos tres senadores moderados aseguran que rechazarán el proyecto porque plantea profundos recortes (de unos 800.000 millones de dólares en diez años) en el seguro de salud público Medicaid, para personas de bajos ingresos o vulnerables, algo que Trump dijo en campaña que no iba a ocurrir. Por otro lado, más de una decena de republicanos de línea dura, la mayoría pertenecientes al ultraconservador Freedom Caucus, han expresado su oposición a la iniciativa por motivos similares a los de Musk: porque, pese a los recortes, profundizará todavía más en el déficit presupuestario estadounidense, incumpliendo otra de las principales promesas de Trump.
La deuda pública estadounidense se ha disparado este siglo y ha aumentado con las sucesivas administraciones –con especial fuerza tras la primera rebaja fiscal de Trump en el 2017– hasta los 29 billones actuales. Tras analizar las provisiones del proyecto de ley, la oficina de presupuesto del Congreso (un organismo no partidista) estima que la rebaja fiscal y el aumento de gasto en defensa (incluida la “Cúpula Dorada”) y en política migratoria, así como en otras cuestiones, costará 4,2 billones a los contribuyentes estadounidenses. Por otro lado, los recortes, también profundos, de una serie de programas sociales e incentivos en energía verde, supondrán un ahorro de tan solo 1,8 billones.
Merz ofrece a Trump la “estrecha cooperación” de Alemania y el republicano valora su aumento del gasto en Defensa
El nuevo episodio de la tensa relación entre Trump y Musk se ha producido mientras el canciller Merz observaba desde su asiento en el despacho oval. Llevaba semanas preparándose para este crucial encuentro, su primera reunión de trabajo con Trump. Llamó personalmente a los líderes que salieron peor parados de la cita, como el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, o el ucraniano Volodímir Zelenski. Conversó por teléfono en varias ocasiones con el mandatario estadounidense e intercambiaron sus números personales. Como ya hizo su predecesora Angela Merkel durante el primer mandato de Trump, lo invitó a visitar Kallstadt, el pueblo alemán donde creció su abuelo antes de emigrar a EE.UU.
Pero el foco de las preguntas de los periodistas presentes en cuestiones domésticas ha evitado cualquier momento de incomodidad. Desde Alemania, existía el temor de una confrontación pública por las críticas vertidas entre ambos gobiernos en los últimos meses. El vicepresidente J.D. Vance, por ejemplo, pronunció en Munich un discurso en el que denunció las restricciones alemanas al discurso político extremista impuestas por el recuerdo de la Alemania nazi. También instó a los líderes alemanes a poner fin al cordón sanitario contra la extrema derecha de Alternativa por Alemania (AfD), el partido favorito de la Casa Blanca, con quien comparte ideología y el discurso populista y deshumanizador de los inmigrantes.
Pero nada de eso se ha producido, al menos en público. Merz ha agradecido la invitación de Trump y le ha ofrecido su “estrecha cooperación con EE.UU.”, a quien “le debemos mucho y nunca lo olvidaremos”, en referencia al papel americano en la Segunda Guerra Mundial. Por su parte, Trump, que ha dominado la conversación, lo ha definido como un “hombre respetado” y ha asegurado que “parte de nuestro mandato es tener una gran relación con su país”, a pesar de que las medidas implantadas, especialmente los aranceles, buscan alejar ambas economías.