Trump se da un golpe de realidad en Gaza y Ucrania

Los anuncios diplomáticos de Donald Trump suelen ir acompañados de una mezcla de optimismo, hipérboles y amenazas. Aunque el presidente afirma que su estilo negociador ha llevado la paz a ocho conflictos en el mundo, los acontecimientos de la última semana en Gaza y Ucrania han puesto a prueba su capacidad de acabar con los dos que prometió resolver en un día. Nueve meses después de su llegada al poder, el inestable alto el fuego en Oriente Medio y la negativa del Kremlin a negociar una tregua suponen un nuevo golpe de realidad para la errática diplomacia del republicano.

En una semana, Trump ha pasado de celebrar una “paz fuerte, duradera y eterna” entre Israel y Hamas a ver cómo Tel Aviv incumplía lo pactado al lanzar una nueva andanada de letales bombardeos sobre Gaza, acusando a la organización islamista de haber matado a dos soldados israelíes. En Ucrania, ha pasado de decir que el presidente ruso, Vladímir Putin, y el ucraniano, Volodímir Zelenski, estaban “listos para la paz” gracias a su mediación a ver cómo se desmoronaba toda posibilidad de acuerdo. Para forzar a Rusia a negociar, ayer EE.UU. anunció las primeras sanciones de la era Trump contra su sector energético.

U.S. President Donald Trump sits as he hosts a Rose Garden Club lunch at the White House in Washington, D.C., U.S., October 21, 2025. REUTERS/Kevin Lamarque

Trump, durante un almuerzo con senadores republicanos del Rose Garden Club en los jardines de la Casa Blanca, el pasado martes

Kevin Lamarque / Reuters

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Trump dice que no quiere una “reunión inútil” con Putin

En la víspera de la visita de Zelenski a la Casa Blanca, el jueves pasado, Trump habló durante dos horas y media con Putin por teléfono y ambos acordaron reunirse en Budapest (Hungría) para tratar de sellar la paz. Tras esa llamada, el líder estadounidense enfrió la posibilidad de vender misiles Tomahawk de largo alcance a Ucrania, alegando que supondría una “escalada” justo cuando el Kremlin parecía dispuesto a dialogar. Luego llamó a las dos partes a “detenerse en la línea del frente: irse a casa, dejar de luchar, dejar de matar gente”, comprando la visión de Moscú de que
tan solo habrá negociación si Ucrania acepta ceder el territorio invadido.

La respuesta de Putin fue el recrudecimiento de sus ataques contra las plantas eléctricas de Ucrania, en el regreso a la brutal estrategia de usar el invierno como arma contra los civiles. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, se encargó el martes de confirmar que la tregua sigue lejana: “Un alto el fuego inmediato significaría abandonar las causas profundas del conflicto”, aseguró, añadiendo que “es exactamente lo contrario” de lo que acordaron Trump y Putin en su reunión en Anchorage (Alaska) este verano. Poco después, la Casa Blanca informó de que anulaba el encuentro previsto entre ambos líderes en Budapest y Trump lo confirmó: “No quiero tener una reunión desperdiciada. No quiero perder el tiempo”.

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Estados Unidos autoriza a Ucrania a lanzar misiles de largo alcance en territorio ruso, según ‘The Wall Street Journal’

Ayer, EE.UU. giró de nuevo el timón y volvió a la estrategia de presión al Kremlin. Según avanzó en exclusiva The Wall Street Journal, levantó las restricciones sobre el uso que Ucrania puede hacer de los misiles occidentales de largo alcance, aunque el propio Trump lo desmintió poco después a través de su cuenta de Truth Social. La autoridad para aprobar este tipo de ataques la tenía antes el jefe del Pentágono, Pete Hegseth, pero­ ahora el poder de decisión se descentralizaría y volvería al Mando­ Europeo de Estados Unidos, según el periódico.

Por la tarde, Trump se reunió en el despacho oval con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, quien se prodigó en sus habituales halagos al presidente y dijo que tiene “plena confianza” en Trump, que “es el único que puede lograr” la paz en Europa.

Durante su reunión con Zelenski en la sala de Gabinete, Trump y el líder ucraniano coincidieron en que la firma de la primera fase del plan de paz de 20 puntos para Gaza había generado “un impulso muy fuerte por la paz en el mundo” que debía ser aprovechado para forzar a Rusia a la paz.

Pero, después de los ataques israelíes del pasado fin de semana, tampoco la paz en Gaza está asegurada. Trump se dio la semana pasada un paseo triunfal en Egipto para firmar, junto a otros líderes internacionales, el acuerdo para la primera fase de su plan de paz. De sus optimistas palabras se desprendía que el conflicto “milenario” había llegado a su fin. Pero la pausa en las hostilidades y el intercambio de rehenes y prisioneros es solo la primera fase, y quizás la más sencilla, de los 20 puntos. En el plan, se incluye la rendición total de Hamas y su entrega de armamento, la retirada de tropas israelíes (que han retrocedido un 53%), la formación de un gobierno de transición supervisado por una “junta de paz” internacional, la reconstrucción de la franja y la devolución del poder a la Autoridad Palestina.

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La Casa Blanca ofrecía ayer una imagen inédita: la de una excavadora destrozando una de sus fachadas. La del Ala Este, para ser concretos, la edificación que tradicionalmente se destina a la primera dama, y donde ahora Donald Trump quiere construir un gran salón de baile. Con un coste estimado de 250 millones de dólares, el proyecto no cuenta con la aprobación de la agencia federal pertinente, pero eso no ha impedido el inicio de los trabajos de demolición. El propio presidente estadounidense confirmó el comienzo de las obras en una publicación en redes sociales, e hizo referencia a ello durante una recepción: “Tenemos mucha construcción en marcha, como podrán oír”, dijo el republicano mientras saludaba a un equipo de béisbol.

El yerno de Trump, Jared Kushner, esboza desde Israel el plan de una Gaza dividida en dos

Contradiciendo un punto del plan, ayer el Parlamento de Israel aprobó el proyecto de ley para la anexión de la Cisjordania ocupada, con el voto contrario del partido del primer ministro Beniamin Netanyahu. Fue una nueva demostración de que cualquier intento de paz debe tener en cuenta la negativa del gobierno israelí a la posibilidad de un Estado palestino­.

Mientras tanto, altos cargos de EE.UU. han visitado esta semana Israel, en un nuevo intento por consolidar el alto el fuego en Gaza. El vicepresidente J.D. Vance se reunió ayer con Netanyahu y expresó optimismo sobre la posibilidad de una paz duradera, aunque reconoció que “no será fácil”. Existe en la Casa Blanca el temor de que el Gobierno israelí decida abandonar el acuerdo con Hamas, alegando que lo ha incumplido, y reanude su ofensiva total contra Gaza. Para tratar de evitarlo, el yerno de Trump, Jared Kushner, sugirió desde Israel un nuevo plan para Gaza: dividirla en dos, que una parte sea controlada por Hamas y la otra por Tel Aviv.

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