El presidente chino, Xi Jinping, ya se pone al teléfono. Este martes ha mantenido la primera conversación con su homólogo estadounidense, Donald Trump, desde la investidura de este, a finales de enero. Desde entonces, las tensiones comerciales se dispararon, hasta que un preacuerdo en Ginebra calmó la situación. La llamada de hoy -a petición de Trump, según Pekín- ha tenido como objeto salvar aquellos mimbres, para seguir negociando.
Antes de que la Casa Blanca emitiera cualquier comunicado sobre el diálogo entre presidentes, ha sido el propio Donald Trump quien ha dado cuenta de él en su red social, Truth: “Acabo de mantener una muy Buena llamada telefónica con el Presidente Xi, de China, para discutir algunas de las aristas del Acuerdo Comercial que acordamos recientemente”. Las mayúsculas son suyas. Según el presidente estadounidense, la conversación habría durado aproximadamente una hora y media y habría sido “casi enteramente” de carácter “comercial”, con una conclusión “muy positiva para ambos países”.
Sin embargo, la nota del ministerio de Exteriores de China, aun compartiendo el tono positivo, refiere el apoyo que Donald Trump habría expresado a la noción de “una sola China”, como ha sido la regla en EE.UU. desde finales de los setenta.
Trump, por su parte, ha puesto más énfasis en su discusión sobre tierras raras. Cabe recordar el cuasi monopolio de China en la extracción y sobre todo en el refinado de muchas de estas, imprescindibles para la transición ecológica y en la industria aeronáutica y de defensa más avanzadas. Algo que Pekín ha utilizado como arma de negociación, restringiendo su exportación a EE.UU., en respuesta a los aranceles de Trump para los productos chinos.
Donald Trump, en cualquier caso, declara que representantes de ambos gobiernos se reunirán en breve en un lugar aún por determinar. Por parte estadounidense, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, su homólogo de Comercio, Howard Lutnich y el embajador y Representante de Comercio, Jamieson Greer. Las tierras raras estarán en el centro de la mesa.
China dice que han hablado de Taiwán
Trump habla de una conversación “casi enteramente comercial”
Sin embargo, el ministerio de Exteriores de China ha sido más escueto al respecto. Su portavoz, Mao Ning, ha confirmado que “el presidente Xi Jinping recibió una llamada del presidente Donald Trump”. Su objeto, “calibrar la dirección del gran barco de las relaciones China-EE.UU.”. Algo que requiere que los dos presidentes tomen el timón y marquen el rumbo correcto”, según ella “para apartarse de las muchas turbulencias”.
Una afirmación que deja traslucir las aparentes dudas de Xi acerca del control efectivo de su homólogo sobre las negociaciones comerciales. Del mismo modo que, desde Rusia, Vladimir Putin intenta verificar el grado de desconocimiento de Trump sobre los recientes ataques ucranianos contra sus bombarderos estratégicos con capacidad nuclear. Una línea roja que nunca se traspasó durante la guerra fría.
“Los chinos siempre cumplimos lo prometido”, ha dicho la portavoz de Exteriores. “Ambas partes deberían hacer lo propio respecto a lo acordado en Ginebra”. Estados Unidos, además, debería “reconocer los progresos” y “revocar las medidas negativas contra China”. Entre ellas, aquellas destinadas a frenar la llegada de estudiantes universitarios chinos a EE.UU.
Trump, por su parte, confirma “la graciosa invitación” del presidente Xi para que tanto él como la primera dama visiten China, cosa que ha sido correspondida con un convite a los Estados Unidos. “Como Presidentes de dos Grandes Naciones, es algo que estamos deseando hacer”. Pekín ha corroborado la invitación “para que el presidente Trump vuelva a China”.
Aunque la agenda internacional está muy cargada, con inquietantes desarrollos en la guerra entre Kyiv y Moscú, por no hablar de Taiwán (un asunto interno, según Pekín) o los vuelcos políticos en la península de Corea, Donald Trump asegura que la conversación estuvo “enfocada casi enteramente en el COMERCIO” (sic). Para que no quede cualquier duda, ni sospecha de duplicidad, el político y magnate norteamericano aclara que “no se ha discutido nada acerca de Rusia/Ucrania o Irán”.

El “día de la Liberación”, el pasado 2 de abril,Trump anunció sus aranceles
Sin embargo, el comunicado en redes del ministerio de Exteriores chino lleva a abrigar dudas sobre las palabras taxativas de Trump. No en vano, introducen una advertencia directa para que “Estados Unidos gestione la cuestión de Taiwán con prudencia”, a fin de que “la minoría separatista empeñada en la ‘independencia de Taiwán’ no sea capaz de arrastrar a China y Estados Unidos al peligroso terreno de la confrontación e incluso del conflicto”.
Xi Jinping y Donald Trump no habían vuelto a hablar desde mediados de enero, tres días antes de la toma de posesión del magnate republicano. La llamada era todavía más esperada desde que entrara en crisis la tregua comercial, que había logrado reducir al mínimo los efectos de la estratosférica escalada arancelaria desencadenada por Trump.
Transición ecológica
Las tierras raras, palanca de presión de Pekín
Ante la aparición de nubarrones sobre la frágil distensión, los analistas de mercado esperaban que el diálogo los disipara, camino de una salida comercial. La prueba es que las bolsas subieron moderadamente al conocerse la noticia y en EE.UU. el índice S&P 500 amplió sus ganancias por cuarto día consecutivo.
Las tierras raras han sido un factor clave en la pugna de los últimos días. Estados Unidos ha acusado a China de incumplir su promesa de relajar los controles de exportación sobre estos metales, necesarios para la electrónica de vanguardia. Pekín, por su parte, se ha mostrado frustrado por las nuevas restricciones estadounidenses a la venta de software de diseño de chips y los planes de comenzar a revocar visas a estudiantes chinos. Algo muy parecido a echar piedras sobre el propio tejado, puesto que en la investigación puntera en EE.UU. sobre Inteligencia Artificial hay más empleados de nacionalidad china que estadounidense.
Donald Trump llevaba tiempo afirmando que una discusión directa con Xi Jinping era la única manera de resolver las diferencias entre ambas naciones. Pero el mandatario chino se había mostrado reacio a hablar por teléfono, delegando los contactos en sus asesores. Hasta hoy, día de alivio para propios y extraños.
Los controles de exportación y las medidas estadounidenses sobre visados de estudiantes y restricciones tecnológicas probablemente serán fundamentales en las futuras negociaciones. Los responsables de comercio de Estados Unidos y China acordaron en Ginebra el mes pasado reducir los aranceles durante 90 días, mientras trabajaban para alcanzar un acuerdo más amplio.