Investigador especializado en América Latina, Noel Maurer, cuyo libro The Empire Trap (Princeton University Press, 2013) incluye un detallado análisis de la invasión de Panamá de 1989, afirmó en un artículo publicado en septiembre: “Si Donald Trump va a usar fuerza militar contra Venezuela desde el Caribe, sabremos de antemano”. “Lo primero que habrá que ver en la flota desplegada en el Caribe es un portaaviones.”
Por tanto, la llegada al Mar Caribe hace unos días del USS Gerald Ford, el portaaviones más grande del mundo, tras cruzar el Mediterráneo y el Atlántico desde Croacia, es bastante significativa, sostiene Maurer en una entrevista mantenida esta semana. Este enorme buque de guerra está equipado con más de 75 aviones, incluyendo 24 Super Hornets, cazabombarderos con capacidad para atacar blancos terrestres. “Sin duda es una señal de que pueden estar más cerca de realizar ataques aéreos (…)”, dijo Maurer, exintegrante del ejército estadounidense que ejerce de profesor en la Universidad George Washington.
Pero el objetivo de cualquier golpe aéreo contra Venezuela sería más para el consumo interno en EE.UU. que para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro, sostiene.
Al igual que James Bosworth, el autor del Latin American Risk Report, Maurer descarta que Trump tenga un plan de cambio de régimen en Venezuela, al menos por motivos ideológicos. A diferencia de su secretario de Estado, Marco Rubio, un ideólogo neoconservador curtido en la política anticomunista de Miami, Trump está mucho más centrado en la guerra contra la droga. Mejor dicho, en cómo rentabilizar ataques contra los narcotraficantes para elevar su apoyo electoral dentro de Estados Unidos.
“La Administración Trump podría llevar a cabo algún tipo de bombardeo aéreo a pequeña escala. No para tomar el control del país o matar a Maduro. Ahora bien, no tengo ni la más remota idea de qué se pretendería conseguir con ello”, dice Maurer, autor de The Big Ditch, la historia de la política estadounidense en el Canal de Panamá
“Ya hemos visto con Panamá este año que a Trump le gusta declarar la victoria y luego pasar página. Con Venezuela, un mini bombardeo podría servir como el pretexto para anunciar la victoria”.
Noel Maurer, durante una entrevista en Old Quigely’s Bar en Washington DC
Lo que parece imposible, con las fuerzas navales operativas en el Caribe en estos momentos, es una invasión al estilo panameño de 1989. “Una invasión requeriría una entrada inicial mínima de unas 15.000 soldados. La gente no se da cuenta de que antes de la invasión contra (Manuel) Noriega hubo una gran acumulación de tropas en las bases en Panamá”.
Maurer cree que la veintena de ataques realizados en el último mes y medio contra las supuestas narco-lanchas cumple con objetivos de política interna de Trump. “Es únicamente para consumo doméstico. Ellos creen, y yo creo que en parte tienen razón, que el gobierno venezolano está involucrado en el tráfico de drogas”, dice. “Causa buena impresión en EE.UU. volar por los aires a los buques camiones y causa buena impresión tener una flota en el Caribe.”
Tampoco ve una estrategia de Trump para derrocar a Maduro para abrir el sector petrolero a empresas estadounidenses. Chevron ya produce petróleo en Venezuela aprovechando excepciones en las sanciones estadounidenses. Los intereses petroleros en EE.UU. prefieren un pacto con Maduro. “Chevron no quiere el caos de un intento de cambio de régimen”, dice Maurer.
Curiosamente, más que a Maduro, el blanco de los ataques contra las rutas marítimas de los narcotraficantes puede ser la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum.
“Sheinbaum tiene que tomarse muy en serio lo que hace la administración Trump, ya que queda claro que no se considera cohibida por cuestiones tan insignificantes como la soberanía o el derecho internacional”, ironiza. El hecho de que los últimos golpes contra los presuntos traficantes de drogas por vía marítima se han producido en el Pacífico respalda esta tesis.
Esto no quiere decir que Trump no esté dispuesto a lanzar un ataque aéreo desde el USS Gerald Ford con el fin de reforzar su retórica contra el supuesto narco-terrorismo de Maduro. “Puede que, para el consumo doméstico también, hagan un ataque aéreo contra algún supuesto objetivo relacionado con el narcotráfico”, dice.
La administración estadounidense acusa a Maduro de ser cabeza de un cartel misterioso llamado el Cartel de los Soles, pese a que, según muchos investigadores, esa organización no exista.
En todo caso, es imposible que un ataque aéreo sirva para derrocar a Maduro sin un rebelíon en las fuerzas armadas venezolanas. Esto fue el escollo para la llamada política de “presión máxima” adoptada en la primera administración Trump, cuando la cúpula militar se mantuvo firme en su apoyo a Maduro pese a repetidos intentos de incentivar una rebelión militar en apoyo a Juan Guaidó.
“Si Venezuela mantiene el control sobre su ejército, un ataque aéreo estadounidense difícilmente conseguiría nada”, dice Maurer. “Podrían cortar el suministro eléctrico a Caracas. Podrían destruir otras infraestructuras o, de alguna manera, limitar la capacidad de maduro para comandar y controlar su ejército, pero no provocaría el colapso del régimen.”
Un ataque aéreo no provocaría el colapso del régimen de Maduro
Portavoces de la oposición venezolana, organizados en torno al premio Nobel de la Paz, María Corina Machado, se han empleado a fondo en los últimos días para divulgar la tesis de que Trump y el secretario de Estado Marco Rubio tienen un plan de cambio de régimen con el uso de fuerza militar. Paradójicamente, es una advertencia que repite el gobierno de Maduro, que es consciente de que el apoyo a su gobierno aumenta cuanto más se teme una intervención estadounidense.
Pero Maurer se muestra escéptico. “Yo no veo muchos motivos para pensar que las fuerzas armadas estén más dispuestas a rebelarse ahora que antes; Maduro ha sido muy astuto a la hora de comprar la lealtad de los militares”. Corina Machado y otros opositores como Vanessa Neumann han afirmado que Trump quiere usar “una superioridad militar aplastante” para forzar la salida de Maduro, o incluso asesinar al presidente venezolano.. Pero Maurer duda de que una muestra de fuerza sea útil para la meta de cambio de régimen. “Si quisieran asesinar a Maduro con un misil, probablemente podrían, pero esto no es nuevo”.
“Tal vez los marines estén allí por si acaso. Estoy especulando, pero si el gobierno venezolano cayera y hubiera un golpe militar y necesitaran apoyo o ayuda, se podrían utilizar esos 4 000 marines que hay en los barcos”.
Si esto fuera el caso no sería la primera vez. En 1964, la administración Truman elaboró la llamada operación Brother Sam para apoyar el golpe de Estado en Brasil. Se desplegó en el Caribe el portaaviones USS Forrestal, parte de “una fuerza naval que, sin compromiso, irá a todo vapor hacia abajo”, según comunicó al Presidente Johnson el entonces secretario de Estado, George Ball.
“Podría ser algo por el estilo de Brother Sam”, dijo Maurer. Pero la diferencia es que no vemos indicios de un golpe militar dentro de Venezuela.” Todo lo contrario: en caso de que Maduro optara por alejarse de la presidencia, el principal candidato para sustituirlo es el militar chavista Vladimir Padrino López.
Aunque EE. UU. intentase asesinar a Maduro y otros líderes del régimen con ataques directos al estilo israelí, el resultado probable sería un vacío de poder. “Tal vez el plan sea un ataque aéreo, crear una situación caótica y luego mandar a los marines a restaurar el orden, pero lo dudo; yo me lo pensaría mucho antes de enviar marines a un país en caos.”
