La lucha contra el narcotráfico en Costa Rica ha vivido un episodio tan insólito como preocupante: guardias de la penitenciaría de Pococí capturaron a un gato que intentaba escalar la valla del recinto con dos paquetes de drogas atados a su cuerpo. El felino, detectado por un agente en una zona verde del penal, transportaba cerca de 236 gramos de marihuana y 68 gramos de heroína, además de papel para liar, según confirmó el Ministerio de Justicia del país.
La rápida intervención de los funcionarios impidió que los estupefacientes llegaran a manos de los internos. Tras cortar cuidadosamente los paquetes del lomo del animal, el gato fue entregado al Servicio Nacional de Salud Animal para su evaluación veterinaria. Las autoridades han abierto una investigación para identificar a los responsables de este método de contrabando, que evidencia la sofisticación y creatividad de las redes criminales para burlar la seguridad penitenciaria.
El caso, que ha generado asombro y debate en redes sociales, pone de relieve los desafíos crecientes que enfrenta Costa Rica ante el auge del crimen organizado y el tráfico de drogas. El uso de animales como correos no es nuevo a nivel internacional, pero este episodio subraya la necesidad de reforzar los controles en las cárceles y de combatir las estructuras delictivas que operan tanto dentro como fuera de los muros penitenciarios.
