Un laborismo dividido tira de Starmer por la derecha y por la izquierda

Las obras de Chéjov muestran la decadencia, la ignorancia y la resistencia al cambio de la aristocracia de la Rusia zarista con la Revolución del 17 a la vuelta de la esquina; las novelas de Hemingway presentan a personajes que defienden su integridad, su dignidad y sus valores en medio del sufrimiento y la miseria; los libros de García Márquez revelan el poder destructivo del colonialismo y el imperialismo, las inseguridades y pobreza que crean. ¿Cuál es el mensaje de Keir Starmer a los británicos? La principal crítica al primer ministro, incluso dentro de las filas del Labour, es que no ofrece ninguna narrativa coherente y va siempre a salto de mata.

Starmer suspendió el primero de los cinco cursos de su carrera, en el que la asignatura clave era devolver la estabilidad de la política británica después del caos de catorce años de mandato conservador y empezar a tapar los agujeros que habían dejado. Una de las mayores subidas de impuestos en la historia del país, a expensas de las clases medias, no se ha traducido en ninguna mejora de la sanidad o los servicios públicos, con la mayor parte del dinero desperdiciado en el pago de los crecientes intereses de la deuda pública (cien mil millones de euros anuales).

El encargo a la nueva ministra de Interior es que sea más dura con los inmigrantes y frene la llegada de pateras

Los británicos votaron más en contra de los tories que a favor del Labour, y la poca credibilidad del nuevo Gobierno quedó enseguida dilapidada con el escándalo de la aceptación de regalos, ropa y entradas al fútbol por parte de mecenas, y el traspiés de la anulación de las ayudas a los pensionistas para pagar el gas en invierno. A partir de ahí todo fue cuesta abajo.

Esta semana, tras el regreso de las vacaciones, ha comenzado el segundo curso, con Starmer prometiendo hincar los codos, tomar clases particulares y renunciar a los recreos para aprobar las materias que arrastra, y sacar buena nota en la que él mismo ha calificado como la fundamental: demostrar a la gente que sus políticas dan resultado en la reducción de la inmigración, la mejora de la sanidad y la lucha contra el incremento del coste de la vida.

Pero todas sus buenas intenciones se han desmoronado como un castillo de naipes en tan sólo unos días, con la caída de su número dos, Angela Rayner, por no pagar los impuestos debidos por la compra de un piso. Otro escándalo, que fomenta la teoría de que todos los políticos son iguales y su única preocupación es enriquecerse, y da alas al populismo de Nigel Farage, un cruce entre Trump y Milei que pregona que “hará Gran Bretaña grande otra vez”.

Forzado por los acontecimientos, Starmer ha hecho una remodelación ministerial interpretada como un giro más hacia la derecha. La idea es que la nueva ministra de Interior (Shabana Mahmood, hija de inmigrantes) consiga la reducción de la llegada de solicitantes de asilo en pateras que hasta ahora ha resultado imposible, que Pat McFadden al frente de Trabajo y Pensiones vuelva a la carga con la reducción de los subsidios, y que Yvette Cooper en Exteriores navegue las aguas de la política internacional sin irritar a Trump y desatar las iras de Israel por el reconocimiento de l Estado palestino.

Starmer descuida a su propio riesgo el voto de la izquierda, con un nuevo líder de los Verdes y el regreso de Jeremy Corbyn. Quiere mejorar la comunicación, pero el problema es tal vez que la novela no tiene argumento.

Puntos débiles del programa “patriota”

La idea de que Nigel Farage pudiera llegar a primer ministro británico era considerada hasta hace muy poco como una locura, pero en poco tiempo se ha normalizado y es vista (también por las casas de apuestas) como posible. Al congreso de Reforma UK (su partido) en el 2021 acudieron cuatro gatos, pero este fin de semana en Birmingham seis mil personas han pagado por estar presentes, con la presencia incluso de embajadores extranjeros. Farage vende la idea de una “revolución de los patriotas contra los cosmopolitas” para reconstruir “una Gran Bretaña que está rota”, hace suya la teoría del reemplazo, promete expulsar a 600.000 indocumentados y la defensa de los valores judeocristianos. Muchos le siguen el paso pero también tiene puntos débiles: la proximidad a Trump y la falta de un programa económico coherente (quiere recortar 100.000 millones en impuestos, un dinero que saldría de la renuncia a la energía verde y de eliminar gastos innecesarios).

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