Un menor tirón turístico descuelga a Barcelona del crecimiento de Catalunya

El crecimiento de la economía catalana se modera y dentro se incluyen tendencias que inquietan algo más. BBVA Research espera una desaceleración de la economía desde el 3,2% del 2024 al 2,6% este 2025 y al 1,5% en el 2026, recoge en su informe Situación Catalunya presentado hoy. En estas cifras hay una divergencia entre sectores, con una mayor desaceleración en el turismo extranjero y en el consumo público.

Barcelona, por el mayor peso que tienen en su economía estas dos áreas, ”muestra una desaceleración más intensa que el resto de Catalunya”, ha advertido Miguel Cardoso, economista en jefe para España de BBVA Research. De partida, hay una menor aportación del gasto de turistas extranjeros, reflejo del descenso de las llegadas a Catalunya en mayo. Así, el crecimiento del gasto con tarjetas extranjeras pasa de subir el 20% en la provincia en el 2024 a poco más del 5% este año, la mitad que la media catalana.

Asoman efectos negativos del turismo

Tras años de llegadas disparadas, en un juego de factores positivos y negativos, hay cierto “agotamiento” del viajero y “los costes del turismo pueden estar volviéndose cada vez más evidentes e importantes para los residentes e incluso para los extranjeros”, comenta Cardoso. Aquí cita la masificación o los altos precios en los alojamientos, que pueden hacer pensarse dos veces a los turistas el viaje. “El reto del turismo es cómo crecer a futuro enfocado en calidad”, ha planteado. Cómo dar servicios de más nivel, enfocados a un turista de poder adquisitivo superior, que busca mayor calidad. 

El menor aporte turístico coincide con un menor gasto de las administraciones públicas en Barcelona, que dejan como resultado esa ralentización mayor a otras áreas urbanas. Esto se refleja también en las cifras de empleo, donde el impulso más grande se observa fuera de la región de Barcelona, recoge el informe. Mientras Barcelona y su área urbana ve incrementarse un 0,4% trimestral la afiliación de abril a mayo, por debajo de Catalunya (0,6%) y lejos del grupo de “otras áreas urbanas” (1,1%).

En el resto de Catalunya, el comportamiento se mantiene fuerte por el consumo del sector privado y de los hogares, y por una dependencia menor del turismo. “El sistema económico está pasando de depender más de la demanda interna que la externa, del turismo”, ha analizado Cardoso.

La incertidumbre comercial y económica lastran un mayor crecimiento

En términos generales, el crecimiento de Catalunya se mantendrá sólido, pero “apuntamos a una desaceleración, que se va a extender al 2026, cuando se crecerá un 1,5%”. Entre equilibrios, ahora benefician un mayor consumo de los hogares, un repunte de los salarios superior a la inflación, un menor coste energético o una política económica expansiva en la UE. 

En el lado contrario, pesarán en los números, sobre todo el año que viene, los impactos de la política comercial de Trump, una fuente de incertidumbre, sobre todo para el comercio de bienes, y “el riesgo es ligeramente más elevado en Catalunya”. La incertidumbre también reina en lo económico, con “incertidumbre en la planificación de las empresas” por cambios como la reducción de jornada o la falta de presupuestos generales.

La vivienda se ve como otro cuello de botella que puede restar potencial de crecimiento. Los elevados precios limitan el acceso habitacional y pueden afectar a la movilidad y contratación laboral. 

En otro frente, en pleno debate sobre la reducción de la jornada laboral, se estima un efecto negativo de un punto del PIB la reducción de la jornada laboral. El problema puede centrarse en empresas pequeñas, donde podría verse la mayor destrucción del empleo, sostuvo Cardoso.

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