Un nuevo éxito de Erdogan

La entrega, el pasado viernes, de las primeras armas por parte del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) tras el cese de la lucha armada anunciado en mayo constituye un nuevo éxito de Turquía, ahora en el plano interno, tras numerosos triunfos en la escena internacional. Aunque se trate de momento de un gesto puramente simbólico, el acto que ha contado con la participación de decenas de combatientes kurdos es un éxito indiscutible del presidente Erdogan.

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El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan

ANGELO CARCONI / EFE

El país otomano está hurgando en la debilidad del resto de potencias en la región para alterar el tablero de Oriente Medio y el Cáucaso y restaurar parte de su antiguo poder imperial. Turquía ha aprovechado la debilidad de su histórico rival Rusia como consecuencia de la guerra en Ucrania, y de Irán tras dos años de enfrentamiento directo e indirecto con Israel, para convertirse en la potencia hegemónica en la región.

Turquía jugó un papel destacado en la victoria de Azerbaiyán sobre Armenia en el conflicto por el control de la región de Nagorno Karabaj, en la caída del régimen de Bashar el Asad en Siria y llegada al poder de la milicia HTS liderada por Ahmed al-Charaa y en las negociaciones entre Etiopía y Somalia sobre la salida al mar del primero. Mantiene además una presencia activa en Libia y está reforzando los lazos con las repúblicas centroasiáticas turcomanas que están dando la espalda a Rusia.

Turquía hurga en la debilidad de las potencias en la región para restaurar su antiguo poder imperial

El enfrentamiento de los últimos días entre Rusia y Azerbaiyán que han protagonizado redadas contra nacionales del otro país presentes en su territorio, muestra el cada vez menor respeto hacia el país de Vladímir Putin de los países de la antigua órbita soviética. Mientras en el Cáucaso y centro de Asia, el temor a Rusia es menor como consecuencia de sus derrotas en Nagorno-Karabaj, Siria, África subsahariana y Ucrania (dónde no ha logrado muchos de los objetivos que perseguía con la invasión) en la UE, sorprendentemente, parece suceder todo lo contrario.

Israel está siendo un actor decisivo en la consecución de los objetivos que persigue Turquía. Aunque Erdogan mantiene inalterable la retórica anti israelí en relación con Palestina, cabe recordar que Turquía fue el primer país musulmán del mundo en reconocer al estado hebreo y que ambos países han colaborado activamente desde entonces en el campo militar científico y económico.

Más recientemente, Turquía no se opuso activamente a los ataques del gobierno de Netanyahu contra los aliados de Irán en Líbano, Siria y Yemen ni tampoco al bombardeo israelí contra las instalaciones nucleares y militares del país persa. El ejército hebreo estaba haciéndole parte del trabajo sucio.

Con el conflicto interno con el PKK en vías de solución y sus vecinos más próximos bajo control, Turquía parece estar consiguiendo la cuadratura del círculo en el ámbito internacional: incrementar notablemente su influencia regional, mientras mantiene relaciones privilegiadas con la UE, con la cual tiene un beneficioso acuerdo de asociación y a la que puede presionar con la cuestión migratoria; con EEUU, de quien es aliado fundamental en seguridad; y con China, con la cual sigue estrechando relaciones económicas y recibe cuantiosas inversiones de la nueva ruta de la seda.

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