Una nueva dependencia

Groenlandia, Ucrania y el golfo Pérsico, tres territorios tan alejados entre sí, representan a la perfección la fuerte competencia que se ha desatado entre las principales economías del mundo por el suministro de minerales críticos. La razón es que el litio, el cobre, el cobalto o el níquel, entre otros, son imprescindibles para desarrollar algunas de las tecnologías necesarias para descarbonizar nuestra sociedad y fabricar todo tipo de dispositivos electrónicos.

La carrera por estos recursos naturales se ha acelerado en las últimas fechas. Nada más volver a la Casa Blanca, Donald Trump reconoció sus aspiraciones territoriales sobre Groenlandia, isla que podría concentrar el 25% de las reservas de tierras raras del planeta, mientras que el presidente ucraniano Volodímir Zelenski se ha mostrado dispuesto a facilitar a Estados Unidos el acceso a sus recursos de estos minerales estratégicos a cambio del mantenimiento de la ayuda militar para frenar la invasión rusa.

Europa no puede permitirse ser vulnerable también en materiales críticos

El interés de EE.UU. no es un hecho aislado. Gracias a su músculo financiero, los países del golfo Pérsico van a realizar inversiones millonarias para extraer y procesar minerales críticos en todo el mundo. El caso más destacado es el de Arabia Saudí, que ha creado su propia empresa de extracción y está suscribiendo alianzas estratégicas en otros países para consolidar su posición, ante la evidencia de que, como ha reconocido su ministro de Energía, su seguridad energética ya no depende solo del petróleo, sino también de los minerales críticos.

Las prisas de estos países por disponer de sus propias reservas se deben a que el mercado mundial está dominado por China. El gigante asiático lleva décadas cerrando acuerdos con los principales países productores y desarrollando tecnologías para el tratamiento de minerales críticos. El resultado es que hoy domina el 90% del refinado de tierras raras y procesa el 68% del cobalto mundial, el 65% del níquel y el 60% del litio.

En 2024 entró en vigor la primera ley de Materias Primas Críticas de la UE, un paso importante pero aún insuficiente para reducir la dependencia de China. En los próximos meses, el reto de la nueva Comisión Europea será desarrollar esta normativa y poner en marcha medidas complementarias para fortalecer las cadenas de suministro, como el diseño de una estrategia común bien coordinada, la realización de compras conjuntas o la firma de acuerdos con los países productores, en línea con las propuestas del ex primer ministro italiano Mario Draghi en su informe sobre la competitividad europea.

Europa sigue dependiendo todavía de las importaciones de petróleo y gas natural, así que no podemos permitirnos añadir una nueva vulnerabilidad a nuestra economía. El objetivo es avanzar hacia la autonomía estratégica y para ello debemos mejorar nuestra capacidad de aprovechamiento de minerales críticos. De ello dependerá gran parte del futuro de nuestra industria y transición energética.

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