Estados Unidos le ha vuelto a declarar la guerra a Vietnam, esta vez con aranceles del 46% a sus productos. Pero los dirigentes vietnamitas siempre supieron cuándo era el momento de agazaparse y cuando el de contraatacar. Están en lo primero. Si hace un mes su primer ministro Pham Minh Chinh decía estar dispuesto “a jugar un día entero al golf con Donald Trump, si hacía falta”, el secretario general del Partido Comunista de Vietnam (PCV), To Lam, aplacó anteayer al magnate al teléfono con promesas de “aranceles del 0% a los productos estadounidenses”. Trump calificó la llamada como “productiva”.
Ayer sábado, el país asiático dio otro paso, según desveló The New York Times. Después de la llamada de teléfono, To Lam ha pedido al presidente Trump por escrito que retrase durante al menos 45 días el arancel del 46 % que está previsto entre en vigor el próximo 9 de abril.
Tras la llamada de teléfono, To Lam pide por carta al presidente Trump aplazar 45 días el arancel del 46%
En la carta se pide también que nombre a un representante del país para dirigir las negociaciones con el viceprimer ministro de Vietnam, Ho Duc Phoc, con el fin de llegar a un acuerdo “lo antes posible”. Además, solicitó al mandatario reunirse con él en Washington a finales de mayo para “llegar conjuntamente a un acuerdo sobre este importante asunto, en beneficio de ambos pueblos y para contribuir a la paz, la estabilidad y el desarrollo en la región y en el mundo”.
Tras su órdago universal, Trump cree estar en una posición de fuerza para negociar caso por caso. Algo que ha dado oxígeno a firmas como Nike, que fabrican la mitad de sus zapatillas en Vietnam. Porque los vietnamitas que perderán su empleo por la muralla proteccionista están lejos de ser los únicos perjudicados: hay que contar a los consumidores estadounidenses y a sus multinacionales, como Apple, o Nvidia, que habla de su “segunda casa”.
Hanoi prometió al presidente de EE.UU. aranceles del 0% a los productos estadounidenses
Pero también empresas coreanas como Samsung o japonesas como Mitsubishi. Muchas de ellas multiplicaron su apuesta de producción en Vietnam durante el primer mandato de Trump, a causa de su andanada a aranceles a China. La deslocalización cercana o el China +1 se acentuó después de la pandemia. Pero el segundo Trump no deja títere con cabeza.
Algo tiene de justicia poética que EE.UU. sea hoy en día una pieza fundamental de la prosperidad y no de la destrucción de Vietnam. Pero lo cierto es que Estados Unidos sí tiene motivos para elevar el grito al al cielo. Su déficit comercial con Vietnam se eleva a 123.500 millones de dólares, solo inferior al que mantiene con China y México. Con la diferencia de que, mientras estos dos países también importan en abundancia de EE.UU., no es así en el caso de los vietnamitas. La tasa de cobertura es solo del 9%, unos 19.000 millones.
Por eso, incluso la supresión de derechos de aduana no es decisiva y el gobierno de Hanoi se ve obligado a prometer aumentar el monto de importaciones. Más gas licuado estadounidense (con tasa reducida), más productos agrarios y más aviones Boeing. Hasta un centenar en diez años. El trato de favor comprende otras formas, como el permiso de operación de Starlink, de Elon Musk, sin socio nacional.

Vietnam es el quinto proveedor de acero de los EE.UU., por lo que el arancel del 25% a esta aleación ya dañó la relación. Para que no se rompa, su “diplomacia de bambú” ha llevado a Hanoi a reducir el impuesto a los automóviles estadounidenses del 64% al 32%.
La desinversión estadounidense en China se ha traducido a menudo en inversión en Vietnam. El país creció el año pasado un 7% y este año pensaba hacerlo al 8%. Algo inalcanzable con el golpe arancelario.
Pero el Partido Comunista de Vietnam cree tener su mejor baza en el instinto de preservación de la corte tecnológica que rodea a Trump. Ante cualquier eventualidad, “tenemos remedios políticos y económicos”, dijo en Davos el primer ministro Pham.
Estados Unidos es el principal mercado para las prendas vietnamitas. Mientras que Apple produce en Vietnam más iPads y MacBooks que en cualquier otro país, excepto China, Dell fabrica allí la cuarta parte de sus ordenadores. Un proveedor de esta empresa y de HP se preguntaba “a qué país se supone que debemos ir ahora?”. Trump les sacó de China y Trump podría devolverlos allí. Porque en el sudeste asiático, reconocen, la productividad no es la misma.
El viceprimer ministro chino Ho Duc Phoc planteó el viernes una moratoria de entre uno y tres meses para negociar a la baja el arancel del 46%. Vietnam cree que Trump ha hecho números sin apreciar que Hanoi ha hecho ya algunos deberes, como reducir y en algunos casos suprimir los aranceles de 23 productos estadounidenses.