VUT: ¡más rigor, por favor!

El miércoles, la patronal de las Viviendas de Uso Turístico (VUT) presentó públicamente un estudio que pretendía demostrar que la cancelación de las 10.000 licencias en Barcelona tendría un impacto negativo muy importante sobre la economía de la ciudad y que, en cambio, no tendría ninguno sobre los alquileres. El ejercicio no resultó nada conveniente.

En cuanto al impacto económico, el estudio utiliza una metodología equivocada. Consiste en medir cuánto gastan los turistas usuarios de los VUT durante su estancia y añadir un impacto derivado del hecho que los receptores de estos ingresos (los propietarios, sus trabajadores, los tenderos y restauradores donde realizan sus compras, etc.) a su vez se los gastan en otras empresas. De ahí se deduce que la contribución al PIB de la ciudad sería de 1.920 millones de euros. El cálculo es discutible, pero podríamos aceptarlo. Ahora bien, de esto no se deduce en absoluto que si desaparecieran los VUT el PIB de la ciudad bajaría en 1.920 millones, ni mucho menos que los barceloneses en general perderíamos esa cantidad.

La riqueza no es el PIB, sino el PIB per cápita, y el sector turístico tiende más bien a reducirlo

Para llegar a esa conclusión, hay que suponer que las viviendas quedarían vacías. Es decir, esta metodología se basa en el supuesto –nunca explicitado– de que si la actividad desapareciera no la sustituiría ninguna otra. Ni qué decir tiene que en la realidad las viviendas serán ocupadas por otras personas, las cuales también gastarán dinero en la ciudad de todo tipo de maneras. Los propietarios perderán, sin duda, porque el alquiler que obtendrán será más bajo, pero no está nada claro que el conjunto de los barceloneses perdamos nada con la operación. Lo mismo puede decirse del impacto laboral, que el estudio estima en 40.340 puestos de trabajo.

Hace mucho tiempo que el sector turístico en general confunde su contribución a la riqueza colectiva con su aportación al PIB. La riqueza no es el PIB, sino el PIB per cápita, y el sector turístico, desgraciadamente, tiende más bien a reducirlo. ¿Por qué? Porque sus salarios son un 40% inferiores a la media del resto de los sectores y porque, al menos desde el año 2000, el sector no crea puestos de trabajo para personas que de otra forma estarían en paro, sino exclusivamente para inmigrantes que de lo contrario no vendrían. El reto de la ciudad y del sector es que su contribución sea positiva, algo que es posible pero que exige empezar analizando la realidad con rigor.

En cuanto al impacto sobre los precios inmobiliarios, los propios organizadores tuvieron que acabar reconociendo lo obvio: que la entrada en el mercado particular de 10.000 viviendas no será la solución al problema de la vivienda en Barcelona, pero que ayudará bastante.

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