Puede ser a causa de la ola de calor, pero lo cierto es que en julio la gente está de muy mala leche y hay un tufo que apesta a final de legislatura. Es cierto que la máxima del manual de resistencia indica que resistir es vencer, pero Pedro Sánchez está noqueado soltando mamporros a diestro y siniestro a ver si caza a alguien, pero sin rumbo. Todos los indicios parecen indicar que es un presidente que tiene miedo. Está convencido de que sufre una persecución judicial y mediática por parte de las fuerzas reaccionarias y sus más allegados le animan a seguir ¡Pedro, por Dios, arranca! Pero el coche está gripado.
Corrupción e ineficiencia son dos caras de la misma moneda. Cada día al país le despierta un nuevo escándalo, una nueva filtración, una corruptela más. Y, en paralelo, otro apagón, trenes que no funcionan por una razón o por otra, el aeropuerto de más tráfico bloqueado, jueces y fiscales en huelga. La culpa de todo siempre la tienen los otros: los empresarios, las eléctricas, los fachas, la prensa. Pero hasta sus más fieles aliados como Yolanda Díaz le critican con dureza y el fantasma de la financiación irregular recorre la sede del PSOE.
El PIB crece
La economía va bien, aunque sea por inercia, y todos sabemos que mientras esto no cambie, el Gobierno de coalición progresista puede tratar de aguantar
Menos mal que la economía va bien, aunque sea por inercia, y todos sabemos que mientras esto no cambie, el Gobierno de coalición progresista puede tratar de aguantar. Mientras se cree empleo y crezca el PIB, Sánchez puede llegar hasta el 2027 y volver a presentarse, aunque se haya puesto de manifiesto que estamos ante una legislatura fallida.
El jefe de la oposición Núñez Feijóo está plenamente convencido de que a Pedro Sánchez no le importa ni su país, ni su partido ni tan siquiera su Gobierno. Con tal de mantenerse en el poder, no le molesta ser prisionero de sus aliados. Tanto la extrema izquierda como la derecha nacionalista pueden hacer con él lo que quieran a cambio de que no le quiten sus votos.

Y de hecho, hasta el momento ha logrado que ningún partido del bloque de investidura facilite una moción de censura del PP. A todos les interesa un Gobierno débil, aunque las administraciones estén semiparalizadas y la gestión de los servicios públicos sea muy mejorable. Naturalmente esto acabará teniendo un coste, pero nunca van a tener un gobierno mejor que este para sus intereses. El PSOE electoralmente ha dejado de ser un adversario para ellos. Por el contrario, un gobierno de centro derecha con mayoría absoluta presidido por Alberto Núñez Feijóo y con un vicepresidente como el líder de Vox Santiago Abascal les da miedo.
Por tanto, la intención de los socios de Sánchez es seguir tirando de la cuerda procurando no romperla. Pueden conseguirlo sin demasiados problemas hasta después de las vacaciones estivales, hasta que pase la ola de calor. Si para entonces Santos Cerdán desvela a dónde ha ido a parar el dinero de los sobornos o el juez que instruye el caso consigue indicios sobre la financiación irregular del PSOE, la legislatura se desmoronará como un castillo de naipes.
Esta es la razón por la que todos los partidos sin excepción se están preparando para unas elecciones generales anticipadas. Sin presupuestos y sin moción de confianza no queda otro camino lógico que la disolución del Congreso de los Diputados. Esto permitiría adelantarse a las elecciones autonómicas y municipales de tal manera que el castigo lo recibiera solo el Gobierno central. El PP se vería obligado a pactar la investidura con Vox, lo que le permitiría recuperar el relato a la izquierda de cara a las elecciones territoriales del 2027. Lo contrario sería un suicidio político para el PSOE.