
La celebración en Alaska de la cumbre sobre Ucrania entre Trump y Putin responde a muchas razones, entre las que cabría destacar las de garantizar la seguridad de Putin y hacer visible al mundo la importancia estratégica de la zona más septentrional del planeta y, del Ártico en concreto, para los Estados Unidos y Rusia.
La cumbre de mañana se celebrará en plena temporada de navegación mercante por la ruta Ártica del Noreste que se inauguró el mes de junio. Mientras que la ruta del Noroeste que une Atlántico y Pacífico a través de las aguas de los EE.UU. y Canadá goza de menor importancia geoestratégica y es más difícil de navegar, la del Noreste que une los dos océanos a lo largo de la costa siberiana, se está desarrollando a toda velocidad los últimos años. Putin, que ya designó como una prioridad nacional su impulso hace más de una década, ha emprendido recientemente la expansión de los puertos de Murmansk y Arjangelsk en el extremo occidental de la misma.
EE.UU. está en alerta por la pinza que chinos y rusos pueda hacerle en la zona
La ruta permite acortar en casi dos semanas la navegación entre Europa y Corea, Japón y la mitad norte de China y evitar las conflictivas aguas del Índico y estrechos inestables como Suez. Permite también conectar la costa este de los EE.UU. y Extremo Oriente de forma más rápida que las rutas actuales y evitar el canal de Panamá, cuya viabilidad futura depende en gran medida de la evolución del cambio climático y las precipitaciones anuales.
El deshielo del Ártico está facilitando el uso de la ruta del Noreste por la navegación mercante que todavía requiere el acompañamiento de rompehielos rusos en la mayor parte del recorrido y trayectos. Si, en 2024, la ruta fue transitada en un centenar de ocasiones, básicamente por metaneros y graneleros, las peticiones para navegarla en 2025 se han duplicado. A principios de septiembre, días más tarde de la cumbre en Alaska entre Putin y Trump, está previsto que se lance el primer servicio regular de buques portacontenedores por parte de un armador chino que unirá Europa con China en 18 días.
La ruta del Noreste transita por aguas y hielo bajo los que se esconden enormes reservas de combustibles fósiles que Rusia está explotando desde hace ya casi dos décadas en la península de Yamal. La intensificación del deshielo del Ártico como consecuencia del cambio climático permitirá su explotación futura de forma más sencilla y podría dejar al descubierto una fuente de riqueza casi infinita, también en forma de tierras raras, que Rusia espera aprovechar, ahora mismo, en colaboración con China.
Los EE.UU. están alarmados ante la posible pinza que rusos y chinos puedan hacerle en el Ártico para expulsarlos de la nueva frontera geoestratégica mundial. De ahí el interés por Groenlandia. No son los únicos. Japón y Corea miran también con interés la apertura de la ruta Ártica a la navegación por las oportunidades que genera para mejorar la competitividad de su sector exterior. El Puerto de Busan, el mayor de Corea y el único junto a Singapur de los grandes puertos mundiales que no es chino, ha creado, a petición de la Asamblea legislativa coreana, una task force para diseñar la estrategia nacional para el uso de la ruta ártica.