
Una guerra abierta y de consecuencias impredecibles se cierne sobre Congo. El grupo rebelde M23, con el apoyo de las Fuerzas Armadas de Ruanda, aseguró en la madrugada del lunes que ha tomado el control total de la ciudad de Goma, un enclave estratégico en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC) y capital de una de las provincias más ricas en minerales como el coltán.
El grupo rebelde M23, siglas del Movimiento 23 de Marzo, había avanzado posiciones en los últimos días gracias al apoyo de entre 3.000 y 4.000 soldados ruandeses que habían penetrado en territorio congolés, según señaló Naciones Unidas (ONU).
Implicación de Kigali
La ONU denuncia que el grupo rebelde M23 ha avanzado posiciones en los últimos días gracias al apoyo de entre 3.000 y 4.000 soldados ruandeses
Aunque Ruanda lo niega tajantemente, tanto la ONU como varios países africanos denuncian que el gobierno ruandés brinda apoyo, armas y soldados al M23, que cuenta con un equipamiento y una formación propia de un ejército.
El secretario general de la ONU, António Guterres, se mostró «alarmado» a finales de la semana pasada ante el avance de la milicia y advirtió de los «efectos devastadores sobre la población civil» y del riesgo de «una guerra regional más amplia».
Situación muy delicada
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha advertido del riesgo de “una guerra regional mas amplia”
Pocas horas antes de la entrada de los rebeldes en Goma, el ministro de exteriores congolés acusó a Ruanda de haber declarado la guerra a Congo y, en la esfera internacional, EE.UU., Francia y el Reino Unido condenaron el apoyo ruandés que ha permitido el avance del M23.
Kenia ha pedido un alto al fuego y conminó a los presidentes de Congo y Ruanda a reunirse de urgencia entre hoy y mañana para evitar una guerra abierta.
Aunque el portavoz del M23, Lawrence Kanyuka, aseguró en la madrugada del lunes que la ciudad estaba bajo el control de la milicia y ordenó a los soldados congoleses que entreguen sus armas y se entreguen en el estadio de la localidad, varios residentes confirmaron a este diario que a primera hora de la mañana del lunes continuaban los enfrentamientos en la localidad congolesa, fronteriza con Ruanda y donde habitan más de un millón de personas.
Explosiones y tiros durante toda la noche
“Los combates continúan en este momento. No tenemos electricidad, tampoco hay agua corriente. El hambre amenaza en el horizonte”, explica un vecino de Goma
Sobre las siete de la mañana, varios vecinos de Goma confirmaron a este diario que la situación era todavía muy tensa y aún se oían disparos y explosiones tras una noche sin poder conciliar el sueño. Un religioso congolés describió un escenario de angustia. “Los combates continúan en este momento. No tenemos electricidad, tampoco hay agua corriente. El hambre amenaza en el horizonte”. El tráfico tanto del aeropuerto como el marítimo desde el puerto del lago Kivu han sido suspendidos y en las últimas horas miles de personas han huido de sus casas a pie ante el recrudecimiento de los combates.
El despliegue de fuerzas regionales no ha sido suficiente para detener la espiral de violencia. En los últimos días, además de una cifra indeterminada de soldados congoleses fallecidos, al menos trece soldados internacionales que luchaban junto al ejército congolés (nueve sudafricanos, tres malauís y un uruguayo) murieron durante los combates para intentar frenar el avance del M23 sobre Goma. Diez de ellos formaban parte de la Comunidad para el Desarrollo de África Meridional (SADC), liderada por Sudáfrica, y los otros tres participaban en la Misión de Naciones Unidas para el Congo (Monusco).
Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el aumento de los combates ha desplazado a más de 400.000 personas en las últimas tres semanas, lo que se suma a los más de cuatro millones de desplazados que ya existen en el este del país.
No es la primera vez que la ciudad de Goma sufre un asedio similar. En noviembre de 2012, los rebeldes del M23 entraron en la principal ciudad de la región, pero once días después se retiraron y, al cabo de un año anunciaron el fin de la lucha armada. Tras varios años de actividad intermitente, desde 2021 el grupo rebelde había tomado el control de varias zonas mineras del noreste congolés.