El juego del gato y el ratón

Desde que el gobierno desveló, hoy hace justo una semana, las condiciones que imponía al BBVA para obtener la luz verde y seguir adelante con la opa sobre el Sabadell, los dos bancos han disputado una trepidante partida modalidad bancaria y financiera del juego gato y el ratón. El BBVA comunicó el pasado martes al regulador bursátil, la CNMV, que estudiaba las exigencias de Economía para decidir si seguía adelante o no con la operación.

Pese a ello, estaba bastante claro desde el principio que Carlos Torres iba a considerar poco honorable una retirada antes de llegar al verdadero campo de batalla: la respuesta de los accionistas del Sabadell a su oferta. Ayer, cuando ya estaba claro que el Sabadell iba a cerrar la venta del TSB, dio el paso de anunciarlo públicamente.

No es realista pensar que el BBVA puede dirigirse a los actuales propietarios con una oferta menor

Josep Oliu, el presidente del Sabadell, por su parte, hacía lo propio embarcándose en la venta de la filial británica, TSB. En puridad, aunque el banquero ya había recibido propuestas muchos meses antes, descartó dar el paso definitivo hasta que tuvo claro que el BBVA no iba a amedrentarse por la decisión del gobierno.

Sin embargo, Oliu aún tenía un as más en la manga. No había desvelado qué haría con el dinero de la venta, por cierto, una cantidad bastante más alta de lo que en principio se había pronosticado. En esencia tenía dos opciones. Una repartir todo lo que fuera posible como dividendo a sus accionistas, el método más directo para disuadir a estos de que acudieran a la opa. El banco seguía ofreciendo dividendos crecientes y prometía por la vía de los hechos compensar la fidelidad de sus inversores. La otra posibilidad, guardar el dinero, muscular sus finanzas, para preparar la operación corporativa, la fusión, que con toda seguridad deberá acometer si consigue sobrevivir a la opa. Mientras el BBVA no se pronunciaba, tampoco lo hacía el Sabadell.

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Una vez queda claro la opa sigue su curso, Oliu deberá incluir en el orden del día de la convocatoria de la junta extraordinaria para aprobar la venta del TSB la propuesta de reparto de dividendo. Hasta aquí este último episodio del juego del gato y el ratón. Que por cierto aún no ha acabado.

Ahora le queda a Torres desvelar su oferta económica. Esta debe recoger aspectos contradictorios. Por un lado, su interés estratégico por el Sabadell, algo que la decisión de ayer de seguir adelante pone palmariamente de manifiesto. Una invitación a subir el precio que está dispuesto a pagar.

Por otro, la realidad de que tanto las medidas del gobierno -nada de reducir personal ni oficinas, ni hablar de fusión- como la venta de TSB y la salida de la caja del dividendo que ya será un derecho de los aún accionistas del Sabadell, le obligarían a rebajar la apuesta. Pero, claro, eso sería tanto como renunciar a la operación. No es realista pensar que puede dirigirse a los actuales propietarios del banco catalán con una oferta menor a la ya conocida. Situación agravada por la despareja evolución de las acciones de ambos bancos en la bolsa, que ha restado atractivo a esa oferta inicial. Sigue el juego.

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