
En los manuales de estrategia militar, para impedir caer en una emboscada conviene ser vigilante, anticiparse a los acontecimientos, tener rutas alternativas, realizar movimientos rápidos y tácticas de diversión y, a ser posible, establecerse en un terreno elevado. Todo eso es lo que hicieron ayer -en un alud de confusas declaraciones y contradeclaraciones, Trump, Putin, Starmer y Zelenski- en vísperas de la cumbre.
Todo el mundo tiene miedo a una emboscada, y la cuestión es quién se la tiene preparada a quién. Zelenski y los europeos ven ecos de Munich 1938, cuando Francia, Italia y Gran Bretaña accedieron sin consultar a Praga a la anexión de los Sudetes por la Alemania nazi, y Neville Chamberlain lo presentó como un gran acuerdo que “garantizaría la paz en nuestro tiempo”. Lo que pasó es que Hitler se zampó al poco tiempo el resto de Checoslovaquia, luego invadió Polonia, se desató la I Guerra Mundial y las concesiones pasaron a la historia como un símbolo de la debilidad de los aliados y del apaciguamiento. El que toma un primer plato suele querer segundo y postre.
Pero Trump tampoco las tiene de repente todas consigo, y en unas declaraciones a la Fox a la hora de desayunar cifró las posibilidades de éxito de la cumbre (habría que definir lo que en este caso es éxito) en un 75%. Tal vez se levantó con el pie izquierdo, o tuvo la pesadilla de que su trío de reinas a lo mejor no es suficiente para ganar la mano, o que Putin se marca un farol, y a ver quién tiene agallas para levantárselo. No es lo mismo una partida contra otro truhán que contra pardillos como la UE, que habla mucho de su poderío político y económico, pero a la hora de la verdad se amohína. ¿Será la cumbre un error que empodere al líder ruso?, se preguntaba ayer el titular de la Casa Blanca.
Tampoco las tiene todas consigo Putin, porque la guerra con Ucrania es el eje económico, político y psicológico de su Administración, y no quiere verse emboscado en una situación en la que tenga que decir sí a un alto el fuego en términos que no le convienen, y menos aún a una paz que su archienemigo Zelenski pueda presentar como una victoria. En Alaska agosto es el mes en el que los osos (símbolo de Rusia) se ponen morados de bayas y salmones, pero al águila estadounidense hay que tenerla muy en cuenta.
Trump dice que cree que Putin está listo para un acuerdo, y sugiere una segunda cumbre con Zelenski
Por eso Putin enjabonó a Trump antes de emprender viaje a Anchorage, agradeciendo “la energía con que busca la paz”, al mismo tiempo que fuentes del Kremlin indicaban que no está prevista la firma de ningún documento pero sí podría haber un acuerdo sobre control de armas nucleares, una contraofensiva verbal a la afirmación de Washington de que el líder ruso “quiere pactar”. Presión psicológica de un lado y de otro, dos púgiles que mantienen prudentes las distancias en el centro del cuadrilátero para no llevarse un mamporro.
Según un dicho en inglés, quien en una comida no se sienta a la mesa forma parte del menú, y la dura realidad es que ni Zelenski ni los europeos van a estar presentes en Alaska, y lo único que pueden hacer, impotentes, es ver la partida de póker por televisión, y dar por buenas las declaraciones de Trump de que “no habrá ningún acuerdo sin la participación de Ucrania”, y que “posiblemente se celebrará pronto una segunda cumbre, esta vez con su líder”.
Pero Trump, siempre contradictorio y ambiguo a propósito o no, también reiteró ayer que “tiene que haber un toma y daca sobre cómo serán las nuevas fronteras”, una posición que podría significar presión a Zelenski (y sus escuderos) para entregar oficialmente a Rusia no sólo Crimea y demás territorios conquistados a la fuerza, sino otros donde todavía se lucha.
Quizás por eso hubo un silencio táctico tras la reunión en Downing Streer de Starmer con el líder ucraniano, que se dieron un gran abrazo pero no abrieron la boca a la prensa, esperando a ver por dónde sopla hoy el viento, y no queriendo irritar ni a Putin ni a Trump. Tanto el oso como el águila pueden ser muy agresivos.
Putin enjabona a Trump agradeciendo su esfuerzo por la paz pero no renuncia a las conquistas territoriales
“Lo que Estados Unidos quiere es traer nuevamente la paz a Europa, y la prosperidad al mundo”, afirmó el vicepresidente JD Vance tras participar en un encuentro virtual con los líderes europeos, que pidieron explicaciones sobre la posición de Washington de cara a la cumbre. No se sabe qué da más miedo, si Trump y sus hombres usando el lenguaje de los gángsters, o hablando como una aspirante a Miss Universo o a reina de las fiestas de Molina de Aragón.
Desde la perspectiva europea y de Zelenski, el temor es que hoy Trump -en su obsesión por cumplir su promesa electoral de fraguar la paz y aspirar (parece que va en serio) al Premio Nobel- haga concesiones inaceptables a Putin. Según The Daily Telegraph , hasta le ofrecería acceso a la explotación de los minerales raros (y no raros) de Ucrania y de Alaska.
Pero Trump no juega sólo con oros y copas sino también con bastos y espadas, y si la zanahoria no funciona siempre queda el palo. Por eso sugiere la posibilidad de “sanciones muy duras a Putin” si no acepta lo que se le ofrezca, que todo apunta a que es un alto el fuego, una delimitación de fronteras distintas a las actuales, con el reconocimiento de las ganancias territoriales de Rusia por la fuerza pero garantías de seguridad para lo que quede de Ucrania, y nada de la desmilitarización de ese país como pretende Moscú, o la renuncia a incorporarse a la OTAN.
La falta de unidad es el defecto fatal de Europa, y el propósito de desplegar treinta mil soldados de una “coalición de voluntarios” (idea de Starmer) para proteger las futuras nuevas fronteras ucranianas ya ha pasado a mejor vida, hablándose ahora de un apoyo táctico con muchas menos tropas sobre el terreno. Marcha atrás.
Ucrania teme padecer lo que Checoslovaquia en 1938, cuando los aliados dieron los Sudetes a Adolf Hitler
¿Convencerá hoy Putin a Trump de que Ucrania es la mala, Zelenski le comió el coco a Biden, Rusia tiene ganada la guerra y a EE.UU no le conviene arrojar dinero en una causa perdida? ¿O Trump persuadirá a Putin de un alto el fuego a cambio del acceso a minerales? ¿Surtirá efecto su amenaza de sanciones? ¿Correrá Ucrania la misma suerte que Checoslovaquia en 1938, y Europa la misma que en Yalta 1945? ¿Quién emboscará a quién?