
Unos peregrinos vestidos de blanco pasean por las calles de la Meca bajo grandes paraguas que les protegen del implacable sol de Arabia. Hasta 1,4 millones de musulmanes han emprendido este junio el hach (la peregrinación es uno de los cinco pilares fundamentales del islam que todo adulto con medios suficientes debe llevar a cabo) en la ciudad saudí, un año después de que más de 1.300 personas fallecieran a causa de una ola de calor que alcanzó los 51ºC.
El Gobierno de Arabia Saudí regula el fervor de la gran masa de personas de todo el mundo que desean reproducir los últimos días del profeta Mahoma. Las compañías que organizan el viaje deben contar con la aprobación previa de las autoridades, que marcan cuotas por países para evitar aglomeraciones. El coste aproximado de cumplir con el rito islámico oscila entre los 2.000 y los 4.000 euros por persona.
Más de 1.300 personas murieron durante el último ‘hach’, en el que se registraron temperaturas de 51 grados
Por ello, en países como Egipto o en Indonesia, donde las familias apenas subsisten a base de pan y judías, la peregrinación de uno de los miembros de la familia constituye un honor y una gran inversión económica. Un esfuerzo del que hacen gala en las fachadas de sus casas, donde pinturas torpes y versos del Corán marcan los hogares que han logrado cumplir con el rito. En estos casos, muchos optan por llegar a Arabia Saudí con visado de turista en los meses previos y permanecen de forma irregular en el país hasta que llega la fecha indicada.
Según los datos oficiales, el 80% de los fallecidos del año pasado eran peregrinos no registrados y que en muchos casos no podían permitirse alojamiento con condiciones
mínimas. En redes circularon decenas de
vídeos de hombres y mujeres tendidos en
la calle con insolación. Centenares de familias tardaron días en encontrar a sus familiares y repatriar los cuerpos a sus lugares de origen.
Con previsión de temperaturas de hasta 44ºC, esta edición ha reforzado las medidas de seguridad. Miles de árboles recién plantados reducen la temperatura de las calles cercanas a la Gran Mezquita de la Meca. En su interior, la Kabaa, el lugar más sagrado del islam, cuenta, según las autoridades saudíes, con el sistema de aire acondicionado más grande del mundo. Según el ministro del hach , se han ampliado las áreas con sombra en 50.000 metros cuadrados y se han instalado más de 400 unidades de refrigeración.
Además, la policía asegura haber bloqueado la entrada de 269.000 personas no registradas y ha prohibido la participación de niños menores de 12 años. Romper cualquiera de estas pautas implica multas de hasta 4.500 euros y la prohibición de entrada al país durante la siguiente década. Más de 40 organismos gubernamentales y 250.000 funcionarios han sido movilizados, duplicando los esfuerzos para combatir las enfermedades relacionadas con el calor tras la letal ola de calor del 2024.
También se ha invertido en mejorar las condiciones de las tiendas de campaña instaladas en el monte Arafat, donde Mahoma pronunció su último sermón, y hasta donde los fieles han de caminar una distancia de cinco kilómetros. Las carreteras de acceso a la explanada han sido cubiertas de goma para reducir la temperatura de la superficie y un batallón de drones monitorea el camino divino.
En ese sentido, el Ministerio de Salud ha pedido a los peregrinos que suban a la montaña evitar la exposición al sol entre las diez de la mañana y las cuatro de la tarde, usar sombrillas para protegerse y beber agua regularmente. El ministro de Peregrinación y Umrah, Taufik el Rabiah, aseguró que las altas temperaturas durante el día de Arafat requieren que los peregrinos permanezcan dentro de sus campamentos durante las horas de sol, según indicó la agencia de noticias saudí SPA.
Sin embargo, el sentimiento religioso y el mantenimiento de las tradiciones a veces desbordan las normas del siglo XXI. En ocasiones, es el miembro más mayor de las familias humildes –un factor de riesgo ante los golpes de calor– quien recibe el honor de viajar a la Meca. Un honor, según algunos creyentes, culminado con la muerte en la tierra sagrada.